Camino de Marbella
La mafia del tocho!!
El urbanismo en Alcalá del Valle (Cádiz) se convierte en objeto de intereses personales.
Como se conoce, desde hace varios meses, una promotora inmobiliaria dedicada a la construcción de campos de golf, se ha mostrado dispuesta a la adquisición de terrenos en nuestro pueblo, concretamente en una zona conocida como “Los Llanos”. Dicha iniciativa contemplaba una fuerte inversión de la que Alcalá se podía haber beneficiado.
Para poder llevar a cabo la ejecución del proyecto, la referida S.A. se puso en contacto con nuestro ayuntamiento, encargándose el Concejal de Urbanismo (PSOE), de intermediar en la gestión.
Es entonces cuando la idea se desmoronó, porque desde ese momento fluyen oscuros y turbios “tejemanejes” así como intereses pecuniarios, que ensucian un proyecto que podría haber generado empleo y riqueza en Alcalá del Valle. Es por culpa de la política de oscurantismo, a espaldas del pueblo, y de quienes no cuentan con la oposición ni con gran parte de su grupo político, y de quienes se preocupan más de sus intereses personales y las posibles comisiones, que de la viabilidad del proyecto, recalificación del suelo, de la integración de viviendas en el término municipal, o mejoras de vías de comunicación, etc.
Desde IU-CA denunciamos a quienes intenten llevar a cabo cualquier conducta fraudulenta y delictiva, así como a quienes desde su cargo pretendan lucrarse personalmente, tratando de conseguir beneficios económicos a costa de los alcalareños. Nadie que lleve a cabo tales fechorías merece representar a nuestro Ayuntamiento, ni ocupar un cargo público, por ello pedimos la dimisión inmediata de los responsables.
EL CONSEJO LOCAL DE IU-CA.
martes, noviembre 22, 2005
domingo, septiembre 18, 2005
Raciones de malafollá granaína
Primero muerto que igual
Roberto Hernández Montoya
Voltairenet.org
La vida social suele percibirse según dos paradigmas: el vertical y el horizontal. Hay más, claro, pero me detengo en esos dos hoy. Vista por el vertical, hay y tiene que haber una jerarquía: alguien tiene que estar arriba y alguien tiene que estar abajo. Apenas llegué de Cuba alguien me preguntó que cómo era. "Todo lo bueno y todo lo malo es para todo el mundo", respondí. "Eso es lo precisamente que no me gusta", me respondió. Fin del diálogo. Dentro de la jerarquía todo; fuera de la jerarquía nada.
¡Primero muerta antes de que un paciente o un familiar me lo toque un médico cubano!
Dra. Damaris Palomo, junio de 2005
Desde el ángulo horizontal, todos somos iguales, todos tenemos la misma jerarquía, no hay privilegios legítimos, salvo los que dimanan del respeto o de la admiración por algún merecimiento ganado con trabajo, probidad y talento. Estos dos paradigmas jamás se dan en estado puro, pero sí en forma de predominio. Algunas personas privilegian el paradigma vertical y otras el horizontal. O también sucede que hay momentos y lugares en que predomina uno, así como momentos y lugares en que predomina el otro. Algunos empiezan su juventud en uno y terminan su senectud en el otro.
Por supuesto que la visión verticalista conviene exclusivamente a quienes están arriba. Pero esa relojería es demasiado simple, porque lo social es complejo y acomplejado. Por eso hay mucho clase media y hasta de abajo que privilegia la jerarquía sobre lo que sea. Porque la jerarquía sería imposible sin arriba-y-abajo y alguien tiene que aceptar estar abajo para que alguien esté arriba. Por eso existe. Los poderosos derivan su poder de una conspiración de débiles. Y para complicar más: hay gente de arriba que se vuelve revolucionaria y es más radical que la pobre, como Saint-Just.
A tanto llega este ardor de los de abajo que a mucha gente no le importa estar en el sótano de esa jerarquía, pisado por todo el peso social, con tal de que haya jerarquía. Porque por recogelatas que yo sea, lo importante es que haya jerarquía porque significa que tengo oportunidad de escalar o aun no teniéndola en absoluto estoy conectado con la jerarquía que me lleva al monarca, al gran burgués, a la revista ¡Hola! Ese contacto remoto me conecta con lo Alto y en ello se me va la vida, que daría con tal de preservar esa conexión sagrada. Porque, aun siendo su esclavo, pertenezco a la misma especie o estirpe del rey, precisamente porque soy su siervo, su vasallo. Soy plebeyo pero lo soy por mi relación con el aristócrata. Ojalá me pisotee porque así el moretón me servirá de certificado de que estuve en contacto con lo Alto. Es la relación imposible del sádico con el masoquista.
Yo, sádico te apabullo hasta anularte y entonces te pierdo porque no queda nada. Yo, masoquista me anulo ante ti y ya no tienes a quien amar, etc. De todos modos, por más que se segregue a la gente esclava o sometida a cerros o a ergástulas (la celda de los esclavos romanos) siempre sigue siendo gente porque no hay jerarquía sin algún tipo de contacto, así sea tenso y estrictamente reglamentado. Algún agricultor cultiva la lechuga que el rey se come.
La visión horizontal es la raíz de la democracia que aparece en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, "all men are created equal", "todos los hombres son creados iguales", etc. O bien el grito de la Revolución Francesa: "Igualdad, libertad, fraternidad". La visión horizontal es, sin embargo, radicalmente extraña al mundo europeo, que tiende a privilegiar la jerarquía por sobre todas las cosas. No en vano allí reina un Dios uno y único, al que hay que amar por sobre todas las cosas y Abrahán está dispuesto a sacrificar a su hijo solo porque Jehová se lo exige, porque solo así se entrega uno a ese Dios: completo, con hijos y todo.
Si leemos el Diario de Cristóbal Colón vemos cómo el Almirante de la Mar Océano observaba cuán fácil era conquistar a los indios, que todo lo regalaban como bobos. Lo que para aquellos comunistas primitivos era natural, es decir, compartir, para Colón era muestra de salvajismo y, en fin, de barbarie. Para Colón lo normal, lo natural, era la codicia: buscar oro a sangre y fuego, por métodos bárbaros porque toda civilización contiene su propia barbarie, como dijo Theodor Adorno. Se obligaba a los indios a buscar pepitas de oro y a los que las hallaban se les daban unos pedazos de cobre como collar. Los que no exhibían cobre en su cuello eran sometidos a prisión, a torturas y a demás Guantánamos.
El resto de la conquista de América es ansiedad de explotar seres humanos por todos los medios posibles, destruir culturas ajenas y aun la propia, aplastar todo retoño de rebelión o de igualación, porque el paradigma vertical se impone mediante el terror. Las Leyes de Indias castigaban cualquier aproximación entre clases. A los oligarcas se les castigaba con penas infamantes si osaban asistir a una fiesta de pardos y los matrimonios entre castas eran imposibles o contrariados.
Hemos visto lo que los Estados Unidos y Europa, o sea, Europa, ha hecho con esas dos proclamas de igualdad. No mucho, aparte de soñar o trampear. Mira cómo se tratan unos con otros, cómo hay de excluidos y de miserables. Cómo hay millonarios inconcebibles, cómo un puñado de personas posee la mitad de la riqueza de la tierra. Este equilibrio es altamente inestable porque produce una tensión que genera una gran pérdida de energía social en represión. Para eso están las saturnales, los carnavales, en que el rey se disfraza de esclavo y el esclavo de rey, para disipar tensiones y para que todo vuelva a su normalidad jerárquica. Así y todo, en un momento dado el sistema colapsa y es la revolución.
Pero la revolución contiene también su propio desgaste y tiene que debatirse entre el cambio y el equilibrio. Si cambia es inestable, si se equilibra todo vuelve a la jerarquía. Alguien, propio o extraño, mata a Zamora, a Zapata, a Anacaona, a Túpac Amaru, a Robespierre, a Marat, a Danton, a Sucre; se muere Bolívar, se muere Lenin; se corrompen Rómulo Betancourt, Luis Muñoz Marín, José Figueres y los sucesores de Pedro. Todo vuelve a la rutina de verticalismo disfrazado de lo que sea, de disciplina revolucionaria, de stalinismo, de capitalismo con Estado fuerte. La perversión es multiforme.
¿Es entonces inevitable que terminemos riéndonos de las enseñanzas de Cristo y de Marx? Obvio que no. Las revoluciones nunca fracasan. Antes de desplomarse abrogan la esclavitud, conquistan el derecho a sindicalizarse y a 40 a horas y a vacaciones pagadas y a prestaciones sociales que luego tal vez vende un ex izquierdista, porque no se retrocede si no se avanza. Los países se liberan, así sea a costa de todos los demás bienes, como dijo Bolívar.
No son ganancias insignificantes, costaron mucho heroísmo, mucha tracción y mucha traición. Los revolucionarios son gente; no dioses. Se equivocan, se encaprichan, se envanecen, se descuidan, se desvían, se vuelven locos, se corrompen y entonces dejan de ser revolucionarios. Se matan entre ellos, se levantan las peores injurias entre sí y ya que hablamos de saturnales, la revolución termina como Saturno, devorando a sus hijos. Robespierre mata a Danton, Stalin a Trotsky, Zinoviev, Kamenev, Bujarín y a casi todos.
Los traidores se entregan al enemigo con más saña que el enemigo. Pero antes de dar lástima hacen mucho daño porque uno pasa excesivo tiempo discerniendo si es de verdad una traición y no un error de apreciación por un exceso de celo. Otros que no se corrompen son víctimas del exceso de celos y se vuelven maniáticos, perseguidores y castigan a los demás revolucionarios peor que a los enemigos, igual que hacen los traidores. Por eso, cuenta Victor Hugo en su novela obligatoria, esa también, El noventa y tres, que en París había una pinta que decía en 1793: "Tengan paciencia; estamos en revolución".
Mientras tanto ¿qué hacer con los jerárquicos? ¿Qué hacer con los que gritan "primero muerto que igual"? ¿Qué hacer con el que prefiere morir antes de que lo salve un médico cubano? ¿Qué hacer con el que lo abandona todo para irse a otros mares? No mucho por un tiempo. Los bienes de la revolución hablan por sí solos para convencer a los más. Pero hay los que tienen teflón, aquellos a los que no se les pega nada. Son como el antisemita perfecto, que se queda súbitamente impotente cuando descubre que su amante es judía. Eso dijo Jean-Paul Sartre en La cuestión judía. El escuálido* irreductible es terrible porque está hecho de ira.
Le tocaron su jerarquía, así viva de recoger latas. Y no me refiero al Lumpen, que es otro caso, de oportunismo social para la sobrevivencia, que rompe huelgas o monta guarimbas por poco dinero. Me refiero el miserable que adora a su rey. Al cristero mexicano que se rebela contra la Revolución. Al campesino de la Vendée que se rebela contra la Revolución. También lo cuenta Hugo en su Noventa y tres. Te dije que valía la pena.
* "Escuálido" es el nombre con el que son conocidos en Venezuela los opositores irreductibles al gobierno bolivariano, capaces de defender el golpe de Estado o el magnicidio con tal de derrocar a Chávez.
Roberto Hernández Montoya es escritor y Presidente de la Fundación Centro de Estudios Latinoamericanos Romulo Gallegos.
sábado, septiembre 03, 2005
La Revolución Bonita y el Socialismo del Siglo XXI
Venezuela, la revolución popular y la izquierda europea
María Toledano
A Fermín Casares, carajito bolivariano
Una revolución política significa demoler las viejas estructuras políticas que están carcomidas; echar el edificio viejo abajo y construir uno nuevo.Eso es una revolución, un sistema político que sea democrático. (Hugo Chávez)
Entre la selva y el mar, rascacielos y barrios, misiones, militares del pueblo y lucha real de clases, estamos asistiendo -arrancando el siglo XXI del turbocapitalismo- a un acontecimiento revolucionario, transformador. Un proceso democrático trascendente (ya que va más allá de la voluntad y del deseo de los agentes sociales perteneciendo, por su radical naturaleza, a la defensa de la identidad humana frente a la explotación) y autogestionario (participativo y directo) que pretende cambiar la anquilosada estructura política, económica y cultural de un país modificando, desde la más profunda entraña, la vida de la población. Sin ser del todo conscientes de la crucial batalla que se está librando en Venezuela (de alcance latinoamericano y, por extensión, mundial), perplejos y maravillados, se admira -no sin cierta envidia- los primeros logros de una revolución popular con sus requiebros y problemas.
Venezuela se presenta en el desafinado concierto de las naciones -qué lejos queda el tiempo del estado garante- con una nueva forma de democracia participativa enfrentada a una oposición interna (blancos, ricos, pequeñaburguesía, función pública y sectores profesionales) alimentada -ya es tradición en el continente- por EE.UU. Y se enfrenta con relucientes hospitales y médicos internacionalistas, con sus escuelas recién levantadas, en permanente batalla contra la pobreza, contando con el respaldo y la autoridad moral y política, imprescindible, de cientos de organizaciones sociales de base. Si a esto se añade la fuerza legal de una Constitución democrática, estamos ante un acontecimiento esencial en la historia del continente: una variante diferente, original, de concebir y poner en práctica una revolución sin vanguardia consciente. Por estas y muchas otras razones, el presidente Chávez concibe el movimiento popular como democracia revolucionaria.
Pese al bloqueo informativo extendido por los aparatos de reproducción de la ideología dominante -en realidad no se transmite información veraz sobre el devenir ni sobre los profundos cambios que se están produciendo en el país- la revolución democrática bolivariana está lanzada. Es una revolución cabal, con características propias, sin mediaciones ni tutelas, de clase y armada con un fuerte contenido ético y socialista. Las revoluciones, en buena teoría política, no se hacen contra la burguesía (o la aristocracia) y sus aparatos de dominación económica. Se hacen, se construyen, a favor de la mayoría y adoptan -como en el caso de Venezuela- la forma de combate (una verdadera autogestión) de la lucha de clases por la negativa de la burguesía financiera y sus aliados a perder sus privilegios históricos, su elevada posición en el mundo, su atalaya. El hecho concreto revolucionario, desde la acción soviética de octubre 1917, es siempre positivo, dinámico y creativo, y se organiza siguiendo los irrefrenables anhelos de emancipación social, de igualdad. Esta idea, de apariencia simple, nos puede ayudar, sin embargo, para comprender la génesis de todo el amplio y plural movimiento bolivariano. La burguesía, anclada en los aparatos del poder y de la represión, sustentada en el binomio explotación-plusvalía y en una penetrante red clientelar de corrupción y desmesurados beneficios (con algunas conocidas conexiones con dirigentes del partido socialista español) creó tal grado de desigualdad que resultó imposible articular, en el contexto del mercado libre capitalista, el cuerpo social. El cálculo del consenso -el mecanismo de control de las democracias consumistas de librecambio- se volvió inaplicable. En medio de ese inmenso despropósito de gestión neoliberal, dejando en el desamparado a la mayoría de la población, un país rico lleno de recurso naturales se alzó -con algunos militares al frente- contra el (des)orden proclamando, desde el primer día, que otra realidad era posible y que, con la implicación decidida de la población marginada por el tradicional sistema de partidos, se podía edificar.
Mientras todo esto ocurre a unas cuantas horas de avión, mientras la cooperación estratégica y los intercambios solidarios entre Cuba y Venezuela -impulsando un gran eje transformador latinoamericano, TeleSur es sólo un ejemplo- avanzan en materia de sanidad y otras ayudas al desarrollo integral, cuando las masas están saliendo del infierno gracias al empeño común y a una dirección colegiada civil y militar, la izquierda bienpensante europea -quedan algunas minoritarias excepciones- discute cuestiones de territorialidad constitucional, plantea agresivas reformas del mercado laboral pactadas con los lobbies empresariales o apoya -con unidades de combate de paz o de guerra, según convenga- la política intervencionista de EE.UU en el mundo. Desde 1974, por fijar la fecha simbólica de los marchitos claveles portugueses, la izquierda agoniza en su diván de oro. Timorata y despectiva, como si su ridícula soberbia democrática fuera poca, la izquierda europea, líderes y partidos, se permiten la licencia, racismo de clase, de mirar con recelo a los militares chavistas. No está de más recordar a muchos de los que se horrorizan ante la presencia de los uniformes y las armas (jamás utilizadas, por cierto, por el presidente constitucional Chávez para avanzar en las reformas bolivarianas) que si no hubiera sido por algunos militares comunistas todavía estaríamos, al menos en Europa, bajo el yugo del nazismo. Se alude aquí a la batalla de Stalingrado, naturalmente. “Los principios de la guerra política son idénticos a la guerra militar, hay una estrategia, una táctica y hay un combate, y ahí vamos utilizando la ciencia de la política, que es muy parecida a la ciencia de la guerra”, recuerda Hugo Chávez.
Viendo el poder y la potencia imparable de la democracia bolivariana y la capacidad exponencial de sus misiones (sólo el asesinato del presidente Chávez a manos de esbirros de EE.UU, como desean y proclaman sus telepredicadores, frenará el progreso) y siendo conscientes de la fortaleza moral, de la legitimidad electoral y del carácter transformador activo de Venezuela, la izquierda europea -tan preocupada por las pequeñas intrigas de salón y por los pactos de gobernabilidad desde sus ridículos porcentajes electorales- debería sentarse sobre sus desvencijadas poltronas (cedidas, casi nunca conquistadas) y reflexionar en voz alta sobre su atroz ruina política, una vez aceptados -incluso con alguna sonrisa para la fotografía- todos y cada uno de los principios fundacionales de la sociedad neoliberal del espectáculo. Cuando se traiciona una vez al pueblo, el recuerdo perdura como vergonzoso estigma.
Las manos de los más pobres, desde el coraje que otorga la historia de la opresión, conciben inéditos modos de producción y distribución de la riqueza al tiempo que pájaros de mil colores, caribeños, sobrevuelan cada ladrillo puesto en misiones, escuelas y hospitales: el futuro. En el Palacio de Miraflores, Chávez y su Estado Mayor (marxistas y no marxistas) revisan la estrategia y la táctica. Como todas las revoluciones sin rostro, el proceso bolivariano reinventa el espíritu de superación cada mañana, en cada acometida. A unas horas de avión de Europa, Venezuela pretende cambiar el tiempo del capitalismo en Latinoamérica. Por una vez, los olvidados dominan el petróleo, el dinero. La sombra de Bolívar es alargada.
María Toledano
A Fermín Casares, carajito bolivariano
Una revolución política significa demoler las viejas estructuras políticas que están carcomidas; echar el edificio viejo abajo y construir uno nuevo.Eso es una revolución, un sistema político que sea democrático. (Hugo Chávez)
Entre la selva y el mar, rascacielos y barrios, misiones, militares del pueblo y lucha real de clases, estamos asistiendo -arrancando el siglo XXI del turbocapitalismo- a un acontecimiento revolucionario, transformador. Un proceso democrático trascendente (ya que va más allá de la voluntad y del deseo de los agentes sociales perteneciendo, por su radical naturaleza, a la defensa de la identidad humana frente a la explotación) y autogestionario (participativo y directo) que pretende cambiar la anquilosada estructura política, económica y cultural de un país modificando, desde la más profunda entraña, la vida de la población. Sin ser del todo conscientes de la crucial batalla que se está librando en Venezuela (de alcance latinoamericano y, por extensión, mundial), perplejos y maravillados, se admira -no sin cierta envidia- los primeros logros de una revolución popular con sus requiebros y problemas.
Venezuela se presenta en el desafinado concierto de las naciones -qué lejos queda el tiempo del estado garante- con una nueva forma de democracia participativa enfrentada a una oposición interna (blancos, ricos, pequeñaburguesía, función pública y sectores profesionales) alimentada -ya es tradición en el continente- por EE.UU. Y se enfrenta con relucientes hospitales y médicos internacionalistas, con sus escuelas recién levantadas, en permanente batalla contra la pobreza, contando con el respaldo y la autoridad moral y política, imprescindible, de cientos de organizaciones sociales de base. Si a esto se añade la fuerza legal de una Constitución democrática, estamos ante un acontecimiento esencial en la historia del continente: una variante diferente, original, de concebir y poner en práctica una revolución sin vanguardia consciente. Por estas y muchas otras razones, el presidente Chávez concibe el movimiento popular como democracia revolucionaria.
Pese al bloqueo informativo extendido por los aparatos de reproducción de la ideología dominante -en realidad no se transmite información veraz sobre el devenir ni sobre los profundos cambios que se están produciendo en el país- la revolución democrática bolivariana está lanzada. Es una revolución cabal, con características propias, sin mediaciones ni tutelas, de clase y armada con un fuerte contenido ético y socialista. Las revoluciones, en buena teoría política, no se hacen contra la burguesía (o la aristocracia) y sus aparatos de dominación económica. Se hacen, se construyen, a favor de la mayoría y adoptan -como en el caso de Venezuela- la forma de combate (una verdadera autogestión) de la lucha de clases por la negativa de la burguesía financiera y sus aliados a perder sus privilegios históricos, su elevada posición en el mundo, su atalaya. El hecho concreto revolucionario, desde la acción soviética de octubre 1917, es siempre positivo, dinámico y creativo, y se organiza siguiendo los irrefrenables anhelos de emancipación social, de igualdad. Esta idea, de apariencia simple, nos puede ayudar, sin embargo, para comprender la génesis de todo el amplio y plural movimiento bolivariano. La burguesía, anclada en los aparatos del poder y de la represión, sustentada en el binomio explotación-plusvalía y en una penetrante red clientelar de corrupción y desmesurados beneficios (con algunas conocidas conexiones con dirigentes del partido socialista español) creó tal grado de desigualdad que resultó imposible articular, en el contexto del mercado libre capitalista, el cuerpo social. El cálculo del consenso -el mecanismo de control de las democracias consumistas de librecambio- se volvió inaplicable. En medio de ese inmenso despropósito de gestión neoliberal, dejando en el desamparado a la mayoría de la población, un país rico lleno de recurso naturales se alzó -con algunos militares al frente- contra el (des)orden proclamando, desde el primer día, que otra realidad era posible y que, con la implicación decidida de la población marginada por el tradicional sistema de partidos, se podía edificar.
Mientras todo esto ocurre a unas cuantas horas de avión, mientras la cooperación estratégica y los intercambios solidarios entre Cuba y Venezuela -impulsando un gran eje transformador latinoamericano, TeleSur es sólo un ejemplo- avanzan en materia de sanidad y otras ayudas al desarrollo integral, cuando las masas están saliendo del infierno gracias al empeño común y a una dirección colegiada civil y militar, la izquierda bienpensante europea -quedan algunas minoritarias excepciones- discute cuestiones de territorialidad constitucional, plantea agresivas reformas del mercado laboral pactadas con los lobbies empresariales o apoya -con unidades de combate de paz o de guerra, según convenga- la política intervencionista de EE.UU en el mundo. Desde 1974, por fijar la fecha simbólica de los marchitos claveles portugueses, la izquierda agoniza en su diván de oro. Timorata y despectiva, como si su ridícula soberbia democrática fuera poca, la izquierda europea, líderes y partidos, se permiten la licencia, racismo de clase, de mirar con recelo a los militares chavistas. No está de más recordar a muchos de los que se horrorizan ante la presencia de los uniformes y las armas (jamás utilizadas, por cierto, por el presidente constitucional Chávez para avanzar en las reformas bolivarianas) que si no hubiera sido por algunos militares comunistas todavía estaríamos, al menos en Europa, bajo el yugo del nazismo. Se alude aquí a la batalla de Stalingrado, naturalmente. “Los principios de la guerra política son idénticos a la guerra militar, hay una estrategia, una táctica y hay un combate, y ahí vamos utilizando la ciencia de la política, que es muy parecida a la ciencia de la guerra”, recuerda Hugo Chávez.
Viendo el poder y la potencia imparable de la democracia bolivariana y la capacidad exponencial de sus misiones (sólo el asesinato del presidente Chávez a manos de esbirros de EE.UU, como desean y proclaman sus telepredicadores, frenará el progreso) y siendo conscientes de la fortaleza moral, de la legitimidad electoral y del carácter transformador activo de Venezuela, la izquierda europea -tan preocupada por las pequeñas intrigas de salón y por los pactos de gobernabilidad desde sus ridículos porcentajes electorales- debería sentarse sobre sus desvencijadas poltronas (cedidas, casi nunca conquistadas) y reflexionar en voz alta sobre su atroz ruina política, una vez aceptados -incluso con alguna sonrisa para la fotografía- todos y cada uno de los principios fundacionales de la sociedad neoliberal del espectáculo. Cuando se traiciona una vez al pueblo, el recuerdo perdura como vergonzoso estigma.
Las manos de los más pobres, desde el coraje que otorga la historia de la opresión, conciben inéditos modos de producción y distribución de la riqueza al tiempo que pájaros de mil colores, caribeños, sobrevuelan cada ladrillo puesto en misiones, escuelas y hospitales: el futuro. En el Palacio de Miraflores, Chávez y su Estado Mayor (marxistas y no marxistas) revisan la estrategia y la táctica. Como todas las revoluciones sin rostro, el proceso bolivariano reinventa el espíritu de superación cada mañana, en cada acometida. A unas horas de avión de Europa, Venezuela pretende cambiar el tiempo del capitalismo en Latinoamérica. Por una vez, los olvidados dominan el petróleo, el dinero. La sombra de Bolívar es alargada.
jueves, septiembre 01, 2005
Cuatro años sin Rabal
Entrevista a Paco Rabal, realizada tres meses antes de su muerte.
Miguel Mora
Domingo, 20 de mayo de 2001
'Este país todavía huele a Franco'
Paco Rabal ha llegado a los 75 años pareciéndose vagamente a Rafael Alberti, su gran amigo de las épocas de Roma y Buenos Aires. Sobre todo en la melena blanca y en la barba, porque Rabal tiene una cara implagiable, la nariz rota por una zanja vertical y esa cicatriz en el pómulo izquierdo que ha hecho estragos en las féminas de varias generaciones y países. Los ojos son perspicaces, como de pícaro del siglo XVI.
Rabal irrumpe grande como un tren en el salón de su casa, la camisa verde de seda y la chaqueta muy elegante. Empieza a hablar y no hay forma de pararlo. En hora y media. Es un hombre cordial, comprometido y memorioso, muy simpático pero imponiendo respeto a la vez. Y se le nota que goza al recordar los tiempos golfos, las noches de oro y champaña, cuando recorría con su íntimo colega Fernán-Gómez el vía crucis de los cabarés, invitando a otros amigos y cómicos menos pudientes: 'Antes de tirarnos a la calle siempre recitábamos aquel ripio: '¿Adónde vamos? ¿Al Casablanca, que no son mancas? ¿Al Fontoria, que son una gloria? ¿Al Pasapoga, que están muy en boga? ¿O al Riscal, que no están nada mal?'.
Son 60 años ya dándole alegrías al cuerpo, a la cabeza y al público, quemando garitos, estudios de cine y teatros por el mundo con su fuerza insólita y ese magisterio indiscutible en múltiples registros, bohemios, raros, truhanes, galanes, toreros, delincuentes, flamencos, catetos o chamanes, más de cien películas a la espalda, mucho teatro clásico, decenas de premios y homenajes y un chorro de vida, gente, recuerdos, palabras, poetas, libros, viajes, siestas, bien solo o mejor en compañía de otras.
Pero lo más sorprendente es el presente, porque, a pesar de todo lo vivido, lo bebido, lo actuado, lo fumado y, en fin, digámoslo ya, lo fornicado (la leyenda apócrifa cifra en más del millar el número de aventuras), Rabal todavía no ha perdido el entusiasmo, ni la vitalidad, ni la casta, aunque dice que no le gusta nada España ('ha cambiado, pero este país todavía huele a Franco. Me va a odiar Aznar, que me regaló un libro precioso de Neruda en La Moncloa').
No le gusta mucho más 'este mundo de la informática, la demografía y la globalización, que, como decía Buñuel, son, con la ciencia, los cuatro jinetes del apocalipsis: ahogan a Asia y a África y desgarran a América Latina'.
Pero el caso es que aquí está don Francisco hecho un patriarca gitano, despatarrado en el salón de su casa de la sierra madrileña, rodeado de fotos de Picasso, Buñuel, su Asunción, hijos, nietos y su bisnieto Daniel, más la obra completa de su viejo amigo García Márquez, y varios dibujos dedicados por Picasso, y muchos por Alberti, y un cuadro de Viola, y otro de Amalia Avia, y la colección de Revista de Occidente, la Enciclopedia Espasa-Calpe, una Dama de Elche jibarizada en escayola, una foto de Bahamontes escalando... La casa de un vividor-intelectual- comunista y viajero, el refugio de un hombre pletórico de anécdotas y ganas de contarlas, pese a la bronquitis crónica y a la cortisona. Y a que sigue fumando. 'Pero sólo 10 cigarrillos negros diarios. Lo dejé del todo un año y ahora he vuelto. Las fiestas, las cosas.... Un drama pequeño, porque no tiene solución'.
Lo alegre es que mañana vuelve Paco Rabal con su voz rozada y jonda a un teatro madrileño, el Albéniz, junto a María Asunción Balaguer, su 'nena', santa y actriz favorita, para recitar a sus poetas más queridos ('casi todos de izquierdas, claro'), León Felipe, Lorca, Nicolás Guillén, Miguel Hernández, Alberti, Pedro Garfias ('un casi desconocido genial que se exilió en México'), algunos versos nuevos de Ángel González, García Montero, Hierro...: 'Yo no soy un rapsoda, sino un actor, pero leo la poesía naturalmente, sintiéndola, y la gente se emociona, y llora, o se ríe. Es una labor cultural, no como la de Federico con La Barraca, claro, pero...'.
Pero la función, única, es a beneficio de una causa que preocupa mucho al llanero solidario, La Casa del Actor, destinada a proteger en el futuro a intérpretes sin medios, en Las Rozas. 'Tengo una deuda con Madrid, porque hace tiempo que no actúo aquí, y me da un poco de miedo la responsabilidad; mira que si me pega una leche Haro Tecglen...', bromea. 'Pero el asunto es serio. Como dice Fernán-Gómez, los actores no tenemos ingresos. Algunos hemos trabajado mucho, pero los productores nos descontaban el dinero diciendo que era para cotizar y luego no cotizaban. Y por eso hay tantos actores de mi edad, o más, trabajando todavía. Por lo visto, sólo dos o tres actores, muy raros, cobran 200.000 pesetas de pensión. Los demás, una cosa ridícula'.
Rabal cita a José Luis López Vázquez, 'creo que tiene que mantener a tres mujeres'; a Félix Navarro, 'que cobra 40.000 o 50.000 pesetas', y, claro, a Fernán-Gómez, su viejo compadre de farras, a quien sigue queriendo: 'No le veo mucho, pero he seguido muy de cerca su enfermedad. A veces hablamos por el móvil, y además compartimos un taxista que se llama Hiruela y tiene unos coches cojonudos en San Agustín de Guadalix. Por él, lo sé todo de él'.
Además del taxi y el pasado, les unen las saludables condiciones que ponen los dos en los contratos: 'El actor no baila. El actor no monta a caballo. El actor no conduce. El actor no corre. El actor no salta por la ventana. Eso que lo hagan los dobles'.
El monólogo gira otra vez hacia el dinero. ¿Será que el vértigo del cómico ante el teléfono que no suena no se cura nunca? 'Eso nunca se quita. Y encima yo ahora no tengo ingresos. Atenciones, muchas, pero ingresos... Acabo de hacer una película en Barcelona, Dagon, que voy a doblar en inglés con acento de pescador gallego, y tengo varios proyectos, uno en México, en agosto, con el director Carlos Carrera; otro que dirigirá mi hijo, pero...'. Menos mal que por ahí queda una pensión de 100.000 pesetas, y otra del Gobierno italiano, 'de unas 50.000: esos sí que saben; cuando llevas 30 años trabajando, te dan una pensión. Y cuando cumples la edad del retiro, otra'.
Pero ahora quiere hablar de poesía, parece, y cuenta que cuando conoció a León Felipe, en un café de México, el poeta le pidió que imitara a un chuleta madrileño, y luego a un golfo, 'y se moría de risa'.
Después le viene a la cabeza Dámaso Alonso, su mentor, vecino del barrio de Chamartín ('el vivía en Alberto Alcocer y yo en la Cuesta del Zarzal, que hoy se llama Menéndez Pidal') y consejero de espíritu y trabajo. 'Empecé leyendo poesía de muy niño, por admiración a mi hermano Damián. Todo lo que leía él, lo leía yo. No entendía nada, pero eso dejó su poso, seguro. Y luego llegó Dámaso, y me prestó libros, me ayudó a entender, me quiso pagar los estudios de inglés y francés, y un día me dijo: '¿Y por qué no te haces actor, ya que eres tan alto?'. Luego me recomendó al director del María Guerrero, me llevó en un taxi hasta la puerta y me dijo: 'Si vas a ser como Guillermo Marín, que es un fenómeno, bien. Pero, si no, vuelve a tu trabajo de electricista, que no hay nada peor que un actor mediocre'.
Luego, un día de hace 60 años, trabajando de iluminador en el cine, la estrella, Fernando Rey, se fue al bar. El director, Rafael Gil, ordenó al chispas que se pusiera en su sitio para medir la luz. El chispas era Paquito Rabal. Cuando se puso, Gil le dijo a su ayudante: 'A éste le damos un papel. De cateto, porque tiene cara de cateto'.
Sesenta años después, el cateto de Águilas ha trabajado con y sobrevivido a, por ejemplo, Vittorio Gassman ('gran actor y persona, sencillo, nada ególatara, vocacional'), o Marcello Mastroianni: 'Fuimos muy amigos. Cuando llegué a Roma, me invitó a una fiesta en su casa con las mujeres más guapas de la ciudad. Yo, a cambio, le invité a que viniera a Madrid, a un mitin del PC. Menudo cambio, ¿no? Aunque estaban Semprún, Bardem y Domingo Dominguín, que no eran mujeres pero tampoco eran moco de pavo. Y Marcello dijo: 'No soy del PC, pero siempre voto al PC'.
Miguel Mora
Domingo, 20 de mayo de 2001
'Este país todavía huele a Franco'
Paco Rabal ha llegado a los 75 años pareciéndose vagamente a Rafael Alberti, su gran amigo de las épocas de Roma y Buenos Aires. Sobre todo en la melena blanca y en la barba, porque Rabal tiene una cara implagiable, la nariz rota por una zanja vertical y esa cicatriz en el pómulo izquierdo que ha hecho estragos en las féminas de varias generaciones y países. Los ojos son perspicaces, como de pícaro del siglo XVI.
Rabal irrumpe grande como un tren en el salón de su casa, la camisa verde de seda y la chaqueta muy elegante. Empieza a hablar y no hay forma de pararlo. En hora y media. Es un hombre cordial, comprometido y memorioso, muy simpático pero imponiendo respeto a la vez. Y se le nota que goza al recordar los tiempos golfos, las noches de oro y champaña, cuando recorría con su íntimo colega Fernán-Gómez el vía crucis de los cabarés, invitando a otros amigos y cómicos menos pudientes: 'Antes de tirarnos a la calle siempre recitábamos aquel ripio: '¿Adónde vamos? ¿Al Casablanca, que no son mancas? ¿Al Fontoria, que son una gloria? ¿Al Pasapoga, que están muy en boga? ¿O al Riscal, que no están nada mal?'.
Son 60 años ya dándole alegrías al cuerpo, a la cabeza y al público, quemando garitos, estudios de cine y teatros por el mundo con su fuerza insólita y ese magisterio indiscutible en múltiples registros, bohemios, raros, truhanes, galanes, toreros, delincuentes, flamencos, catetos o chamanes, más de cien películas a la espalda, mucho teatro clásico, decenas de premios y homenajes y un chorro de vida, gente, recuerdos, palabras, poetas, libros, viajes, siestas, bien solo o mejor en compañía de otras.
Pero lo más sorprendente es el presente, porque, a pesar de todo lo vivido, lo bebido, lo actuado, lo fumado y, en fin, digámoslo ya, lo fornicado (la leyenda apócrifa cifra en más del millar el número de aventuras), Rabal todavía no ha perdido el entusiasmo, ni la vitalidad, ni la casta, aunque dice que no le gusta nada España ('ha cambiado, pero este país todavía huele a Franco. Me va a odiar Aznar, que me regaló un libro precioso de Neruda en La Moncloa').
No le gusta mucho más 'este mundo de la informática, la demografía y la globalización, que, como decía Buñuel, son, con la ciencia, los cuatro jinetes del apocalipsis: ahogan a Asia y a África y desgarran a América Latina'.
Pero el caso es que aquí está don Francisco hecho un patriarca gitano, despatarrado en el salón de su casa de la sierra madrileña, rodeado de fotos de Picasso, Buñuel, su Asunción, hijos, nietos y su bisnieto Daniel, más la obra completa de su viejo amigo García Márquez, y varios dibujos dedicados por Picasso, y muchos por Alberti, y un cuadro de Viola, y otro de Amalia Avia, y la colección de Revista de Occidente, la Enciclopedia Espasa-Calpe, una Dama de Elche jibarizada en escayola, una foto de Bahamontes escalando... La casa de un vividor-intelectual- comunista y viajero, el refugio de un hombre pletórico de anécdotas y ganas de contarlas, pese a la bronquitis crónica y a la cortisona. Y a que sigue fumando. 'Pero sólo 10 cigarrillos negros diarios. Lo dejé del todo un año y ahora he vuelto. Las fiestas, las cosas.... Un drama pequeño, porque no tiene solución'.
Lo alegre es que mañana vuelve Paco Rabal con su voz rozada y jonda a un teatro madrileño, el Albéniz, junto a María Asunción Balaguer, su 'nena', santa y actriz favorita, para recitar a sus poetas más queridos ('casi todos de izquierdas, claro'), León Felipe, Lorca, Nicolás Guillén, Miguel Hernández, Alberti, Pedro Garfias ('un casi desconocido genial que se exilió en México'), algunos versos nuevos de Ángel González, García Montero, Hierro...: 'Yo no soy un rapsoda, sino un actor, pero leo la poesía naturalmente, sintiéndola, y la gente se emociona, y llora, o se ríe. Es una labor cultural, no como la de Federico con La Barraca, claro, pero...'.
Pero la función, única, es a beneficio de una causa que preocupa mucho al llanero solidario, La Casa del Actor, destinada a proteger en el futuro a intérpretes sin medios, en Las Rozas. 'Tengo una deuda con Madrid, porque hace tiempo que no actúo aquí, y me da un poco de miedo la responsabilidad; mira que si me pega una leche Haro Tecglen...', bromea. 'Pero el asunto es serio. Como dice Fernán-Gómez, los actores no tenemos ingresos. Algunos hemos trabajado mucho, pero los productores nos descontaban el dinero diciendo que era para cotizar y luego no cotizaban. Y por eso hay tantos actores de mi edad, o más, trabajando todavía. Por lo visto, sólo dos o tres actores, muy raros, cobran 200.000 pesetas de pensión. Los demás, una cosa ridícula'.
Rabal cita a José Luis López Vázquez, 'creo que tiene que mantener a tres mujeres'; a Félix Navarro, 'que cobra 40.000 o 50.000 pesetas', y, claro, a Fernán-Gómez, su viejo compadre de farras, a quien sigue queriendo: 'No le veo mucho, pero he seguido muy de cerca su enfermedad. A veces hablamos por el móvil, y además compartimos un taxista que se llama Hiruela y tiene unos coches cojonudos en San Agustín de Guadalix. Por él, lo sé todo de él'.
Además del taxi y el pasado, les unen las saludables condiciones que ponen los dos en los contratos: 'El actor no baila. El actor no monta a caballo. El actor no conduce. El actor no corre. El actor no salta por la ventana. Eso que lo hagan los dobles'.
El monólogo gira otra vez hacia el dinero. ¿Será que el vértigo del cómico ante el teléfono que no suena no se cura nunca? 'Eso nunca se quita. Y encima yo ahora no tengo ingresos. Atenciones, muchas, pero ingresos... Acabo de hacer una película en Barcelona, Dagon, que voy a doblar en inglés con acento de pescador gallego, y tengo varios proyectos, uno en México, en agosto, con el director Carlos Carrera; otro que dirigirá mi hijo, pero...'. Menos mal que por ahí queda una pensión de 100.000 pesetas, y otra del Gobierno italiano, 'de unas 50.000: esos sí que saben; cuando llevas 30 años trabajando, te dan una pensión. Y cuando cumples la edad del retiro, otra'.
Pero ahora quiere hablar de poesía, parece, y cuenta que cuando conoció a León Felipe, en un café de México, el poeta le pidió que imitara a un chuleta madrileño, y luego a un golfo, 'y se moría de risa'.
Después le viene a la cabeza Dámaso Alonso, su mentor, vecino del barrio de Chamartín ('el vivía en Alberto Alcocer y yo en la Cuesta del Zarzal, que hoy se llama Menéndez Pidal') y consejero de espíritu y trabajo. 'Empecé leyendo poesía de muy niño, por admiración a mi hermano Damián. Todo lo que leía él, lo leía yo. No entendía nada, pero eso dejó su poso, seguro. Y luego llegó Dámaso, y me prestó libros, me ayudó a entender, me quiso pagar los estudios de inglés y francés, y un día me dijo: '¿Y por qué no te haces actor, ya que eres tan alto?'. Luego me recomendó al director del María Guerrero, me llevó en un taxi hasta la puerta y me dijo: 'Si vas a ser como Guillermo Marín, que es un fenómeno, bien. Pero, si no, vuelve a tu trabajo de electricista, que no hay nada peor que un actor mediocre'.
Luego, un día de hace 60 años, trabajando de iluminador en el cine, la estrella, Fernando Rey, se fue al bar. El director, Rafael Gil, ordenó al chispas que se pusiera en su sitio para medir la luz. El chispas era Paquito Rabal. Cuando se puso, Gil le dijo a su ayudante: 'A éste le damos un papel. De cateto, porque tiene cara de cateto'.
Sesenta años después, el cateto de Águilas ha trabajado con y sobrevivido a, por ejemplo, Vittorio Gassman ('gran actor y persona, sencillo, nada ególatara, vocacional'), o Marcello Mastroianni: 'Fuimos muy amigos. Cuando llegué a Roma, me invitó a una fiesta en su casa con las mujeres más guapas de la ciudad. Yo, a cambio, le invité a que viniera a Madrid, a un mitin del PC. Menudo cambio, ¿no? Aunque estaban Semprún, Bardem y Domingo Dominguín, que no eran mujeres pero tampoco eran moco de pavo. Y Marcello dijo: 'No soy del PC, pero siempre voto al PC'.
Raciones de malafollá granaína
La República en la Fuente de las Lágrimas
14 de enero de 2004
Rebelión
Entre Víznar y Alfacar mataron al poeta. A pocos metros de la Fuente Grande, de la Fuente de Aynadamar, la Fuente de las Lágrimas, la garra negra del fascismo asesinó a Federico García Lorca hace más de 67 años, una madrugada de agosto de 1936. Lo mataron por ser un poeta rojo y homosexual, por transmitir a través de sus poemas la angustia de los explotados en un mundo dominado por sus explotadores, por abrir nuevos caminos en la poesía que sirvieran como ariete para contribuir a la caída de la injusticia y al nacimiento de un mundo nuevo, por apoyar a la desdichada Segunda República Española que ellos, las huestes del fascismo, querían enterrar.
Entre Víznar y Alfacar, aquella madrugada de 1936, no se estaba matando sólo a un gran poeta progresista y homosexual llamado Federico García Lorca, junto a él estaba siendo asesinada la España revolucionaria y democrática, la España del Frente Popular, la España de Azaña, de Pasionaria, de Alberti, de Miguel Hernández, la España implacable y redentora y la España de la rabia y de la idea de Antonio Machado. En aquel barranco de Víznar, tan cerca de la ciudad de Granada, mientras los pistoleros del fascismo fusilaban a Federico García Lorca junto a un maestro republicano y a dos banderilleros anarquistas, la sentencia de muerte de la Segunda República Española estaba siendo firmada. El destino de España y de los pueblos y naciones que la componían era un hondo túnel de muerte y destrucción que duraría 40 largos años, y que aún hoy pende sobre nuestras cabezas cual espada de Damocles gracias a los miedos, fracasos y traiciones que hicieron posible la Santa Transición y legalizaron la monarquía fascista tras un simple lavado de cara.
En los parajes donde fue brutalmente asesinado el poeta rojo hace seis decenios descansa hoy el Parque Federico García Lorca, símbolo de la memoria histórica de varias generaciones, representación trágica y amarga de la España derrotada. En él a finales de agosto, coincidiendo siempre con las posibles fechas en que se produjo el crimen, se celebra desde hace años un homenaje al poeta y a todas las víctimas de la Guerrra Civil Española mediante recitales de poesía acompañados de música , generalmente flamenca. Por allí han pasado Paco Rabal, Aurora Bautista, María Galiana, Ian Gibson, Imanol Arias, Carmen Linares, Arcángel, Asunción Balaguer o su nieto Liberto Rabal. He podido asistir a algunas de esas noches de recuerdo y emoción desde 1996 cuando acudí por primera vez y escuché ensimismado al genial Paco Rabal, al gran actor comunista, recitar los versos del " Llanto por Ignacio Sánchez Mejías ". Estos homenajes tienen siempre un tinte republicano, un sabor revolucionario y democrático, que es algo difícil de encontrar en la monarquía borbónico-franquista que nos oprime. El verano pasado, justamente, mientras la actriz Asunción Balaguer y su nieto, el también actor Liberto Rabal recitaban esplendorosamente a Lorca y Alberti, una bandera republicana, nuestra querida tricolor, asomaba detrás de ellos, tímida y cohibida pero sabiendo que ese era su lugar, que aquel 17 de agosto de 2003, entre Víznar y Alfacar, en el parque del poeta asesinado, en el corazón de la provincia de Granada, había renacido la Segunda República. En la España del PP, en la España que expulsa inmigrantes ilegales, en la España donde los torturadores campan a sus anchas en comisarías y cuartelillos, en la España que acosa y oprime a las nacionalidades históricas, en la España que invade y ocupa Irak causando miles de muertos, en la España de la siniestralidad laboral y el trabajo precario, por unos instantes el sueño de una noche de verano había resucitado a otra España, la España libre y rebelde que llevaba más de 60 años muerta y enterrada.
Entre Víznar y Alfacar, en unos meses, empezarán las excavaciones para encontrar los restos de los compañeros de muerte de Lorca: Dióscoro Galíndez Gonzaléz , el maestro republicano de Pulianas y Francisco Galadí, el bravo banderillero anarquista que defendió el Albaicín de la sublevación fascista durante varias jornadas de julio de 1936, mientras el barrio obrero granadino era bombardeado desde los palacios de la Alhambra. Quizás removiendo la tierra y los recuerdos aparezca el cadáver de Federico, Quizás ese dia se convulsione el mundo ante el descubrimento de los restos del autor del " Romancero Gitano " y de " Poeta en Nueva York ", ante el regreso del genio de Fuente Vaqueros tras permanecer tantos años enterrado en el barranco de Víznar. Pero no podemos olvidar que en aquel paraje yacen junto a Federico, cerca de 3000 personas, asesinada fríamente por las escuadras fascistas que llenarían de terror todos los rincones de España en los años siguientes. En aquel barranco de Aynadamar, junto a la Fuente de las Lágrimas, descansa la memoria histórica de la República del Frente Popular, la memoria histórica de la otra España, aquella que será siempre camisa blanca de nuestra esperanza. La España que no aparece en los periódicos ni en las televisiones del poder, la España que guardamos en nuestros corazones, la España que vuelve del pasado a través de Internet, a lomos de la prensa alternativa y de los nuevos movimientos sociales, cómo Unidad Cívica por la República, la España del futuro que regresará mucho más temprano que tarde envuelta en la bandera roja, amarilla y morada, en la bandera republicana de la libertad y la justicia.
Esa España tiene un nombre. Se llama Tercera República.
Raciones de malafollá granaína
Panorama Sombrío de Granada. Crónica de la puta realidad
10 de Febrero de 2004
Desde hace unos cuantos años en una zona de la parte baja del barrio del Albaicín conocida como la Calderería se han ido instalando diversos negocios regentados por árabes y musulmanes: Múltiples teterías, carnicerías islámicas, tiendas de decoración. A su vez en la zona de Calle Elvira y Plaza Nueva se han establecido bares de comida rápida árabe, que sirven kebab, shawarma y falafel, platos originarios de Oriente Próximo. En estos últimos días se ha hecho público a través de los medios comunicación un informe del área de Salud de la concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Granada, gobernado desde las últimas elecciones por el PP, que denunciaba los problemas higiénico sanitarios que se daban en esos establecimientos de comida árabe, conocidos popularmente como los kebab. Para quiénes no conozcan Granada les informaré que está repleta de bares, cafeterías y restaurantes de todo tipo, abundando también los establecimientos de comida basura yanqui. Y que muchos de esos locales no están precisamente en muy buenas condiciones higiénicas. Pero claro los que regentan esos bares tan castizos no son árabes, porque ése es el problema, que los locales con poca calidad higiénica son propiedad de árabes y musulmanes. Que casualidades tiene la vida. El Ayuntamiento granadino arremete contra el sector hostelero árabe alegando condiciones higiénicas y sanitarias, pero no nos engañemos y seamos inocentes. Hablemos claramente. Con este informe el PP granadino ataca a la población árabe granadina, como el PP nacional invade y ocupa Irak haciendo de comparsa del Imperio.Estos señores del PP son los representantes de la Granada conservadora y tradicional de siempre y por desgracia también representan a la mayoría de la población de la localidad. Esa Granada es la misma Granada que celebra cada 2 de Enero su victoria sobre los musulmanes andalusíes en 1492, la misma Granada que ejecutó a la heroína liberal Mariana Pineda, la misma Granada que fusiló a Federico García Lorca, la Granada que mira con desprecio a los inmigrantes y que todavía teme que vuelvan los rojos, con cuernos y rabo incluidos, a acabar con la paz que les trajo Franco y que les prolongó el Borbón. Es la Granada de la Toma, la que quiere colocar una estatua del primer alcalde fascista de la ciudad en la vía pública, la que ahora ocupa directamente el poder tras desalojar de la Plaza del Carmen en mayo de 2003 al gobierno tripartito de PSOE, IU y PSA que limitó un poco su enorme impunidad pero que al final cedió ante ella en muchos aspectos, la Granada que no soporta el barrio árabe de la Calderería porque lo considera el inicio de la segura invasión musulmana. Esa Granada aprovecha cualquier cosa para lanzar todas sus divisiones contra los moros y los rojos, como ella denomina a sus mayores enemigos. Y lo que ha ocurrido en estos días es buena prueba de ello.Se trata de atacar, herir, menospreciar, discriminar, criminalizar, al otro, al extranjero, principalmente al moro, pero también al rumano y al negro. Si un rumano asesina a otro todos los rumanos son asesinos, si un moro te roba todos los moros son ladrones. Estos razonamientos tan simples son frecuentes en los granadinistas castizos y catetos. Ellos no saben que España ocupó durante décadas el norte de Marruecos y aún hoy ocupa dos pequeñas ciudades, que España se apoderó ilegítimamente de los recursos que pertenecían al pueblo marroquí. Ellos no saben que los países del Este se hundieron económicamente tras la caída del socialismo burocratizado, no saben que el fin del socialismo real trajo paro, pobreza y exclusión social. Ellos no saben que la desigualdad social, el desequilibrio económico entre países, las guerras, son producto del capitalismo, son hijos de los países occidentales, de las cómodas sociedades occidentales. No saben que la conjunción de esos factores provocan la inmigración de los desesperados que buscan un mundo mejor. Y yo creo que es justo que les sea restituido con su trabajo lo que nuestros gobiernos les robaron con malas artes utilizando la represión y la muerte.La basura mediática, judicial y política alimenta a la bestia hambrienta de mierda. La Granada fascista sonríe al oír que existen células de Bin Laden en el centenario barrio del Albaicín, sonríe al ver detenidos por orden de SuperGarzón a Taysir Aluni y a otros árabes granadinos, sonríe al ver pintadas xenófobas en contra de la primera mezquita construida en Granada tras 500 años, sonríe cuando un policía municipal apalea en plena calle a un senegalés que vendía cds piratas, sonríe cuando un informe de Medio Ambiente señala los kebab como establecimientos con baja calidad higiénica y sanitaria, sonríe cuando el local de una asociación de gays y lesbianas es asaltado y destrozado al amparo de la madrugada, sonríe cuando jóvenes falangistas y cachorros del PP revientan una conferencia del lehendakari Ibarretxe en el paraninfo de la Facultad de Derecho. Pero junto a esta bestia asesina también habitan la ciudad la dignidad y la democracia encarnados en diversos colectivos progresistas y en ciudadanos anónimos. Colectivos como el Manifiesto 2 de Enero, que se enfrentó a la Granada catolicona y beata, que intentó acabar con la fiesta racista y casposa de la Toma y que finalmente perdió, debido a los errores propios y a la cobardía política del tripartito de izquierdas que gobernó la ciudad desde 1999 hasta 2003. Personas como aquellas que se manifestaron en contra de la guerra de Irak, ocupando las principales calles de la ciudad con casi 200.000 personas venidas de toda la provincia, personas como aquel chico, un skater, que golpeó con su patinete al policía que agredía impunemente a un inmigrante senegalés y fue después detenido por ello. Esta Granada roja y democrática es la que se enfrenta cada día al monstruo, la que combate con él a cada instante, no con mucha eficacia ni con mucha suerte pero con entusiasmo y valentía. Ahora mismo es un ejército derrotado, pero su causa es victoriosa.Esta ciudad es una ciudad extraña, hundida en un pozo del que no es fácil salir, dominada por las fuerzas de la reacción, por la peor burguesía de España como dijo el poeta asesinado por el fascismo, una ciudad que mata a sus mejores hijos y después erige estatuas en su honor. Como olvidarnos de los 3 obreros asesinados por la policía franquista en la huelga de la construcción de julio de 1970 frente al edificio del sindicato vertical. Ellos también murieron víctimas del lado más oscuro de esta ciudad y ahora se levanta un monolito recordando los hechos frente a los juzgados de la Caleta. Con lo que ha pasado en estos últimos tiempos podemos temernos lo peor. El regreso del fascismo es un hecho y sus consecuencias pueden ser impredecibles. En unos años a lo mejor vuelven los paseos y los cadáveres en las cunetas. Vuelven a ser fusilados los poetas y violadas la democracia y la libertad. La Granada Imperial vuelve a vencer y a imponer su reinado de muerte y terror.En realidad la cosa está peor de lo que pensamos muchos. La libertad y la democracia son violadas cada día en este reino borbónico mientras los fachas de siempre y los progres de boquilla proclaman las excelencias y bondades del Estado Constitucional. Lo que ocurre en Granada sólo es el reflejo de lo que ocurre en el resto del país. En un año se ha pasado de gritar masivamente no a la guerra a volver a votar al partido neofranquista de Aznar y Rajoy. Aquí en mi ciudad hace un año las calles eran mares de banderas republicanas y en estos días todo eso está olvidado y la vida sigue aburrida y asfixiante. Los malos han vuelto a ganar, el séptimo de caballería ha vuelto a aniquilar a las tribus indias. Pero seguro que en algún lugar apartado y escondido un grupo de indios ha sobrevivido al exterminio y se prepara para iniciar de nuevo la lucha. Porque al final de la película los indios van a vencer. Eso está claro. Clarísimo.
Bienvenidos al maravilloso mundo del circo
Las conducciones de agua
en la Granada nazarí
Francisco Socorro
El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos,Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo.¡Ay, amor que se fue y no vino!El río Guadalquivir tiene las barbas granates.Los dos ríos de Granada,uno llanto y otro sangre.¡Ay, amor que se fue por el aire!Para los barcos de vela Sevilla tiene un camino;por el agua de Granada sólo reman los suspiros.¡Ay, amor que se fue y no vino!Guadalquivir, alta torre y viento en los naranjales,Dauro y Genil, torrecillas muertas sobre los estanques.¡Ay, amor que se fue por el aire!¡Quién dirá que el agua lleva un fuego fatuo de gritos!¡Ay, amor que se fue y no vino!Llevo azahar, lleva olivas,Andalucía, a tus mares,¡Ay, amor que se fue por el aire!
Federico García Lorca
BALADILLA DE LOS TRES RIOS
POEMA DEL CANTE JONDO (1921)
Granada no podría entenderse sin el agua. Granada es agua; es frescor y vergel; cármenes y huertas. Granada, es un cuerpo circulado por arterias de líquido elemento, que como auténticos cursos de vida dan murmullo y ambiente a la ciudad. Un torrente circulatorio concebido en los orígenes de la ocupación urbana de esta tierra como fundamento de su particular cultura, traída en gran parte por los moradores de los primeros asentamientos musulmanes, aunque algunos autores consideran que el invasor árabe no hizo más que perfeccionar y engrandecer el sistema hidráulico hispanorromano.Granada es una típica ciudad a pie de monte, construida en las primeras estribaciones del macizo de Sierra Nevada, precedida de una vasta vega atravesada por caudalosos torrentes y con un enorme valor estratégico en la antigüedad, que se veía acrecentado por sus impedimentos naturales al asedio, si se considera que la urbe misma estaba recorrida por dos ríos, el Darro y el Genil, que por sí solos podían abastecer generosamente a la población en todo momento, sin necesidad de que la misma hubiere de acudir fuera de murallas a buscar otras fuentes más lejanas, como el Beiro, el Monachil o el Dílar. Sin embargo, el suministro de agua a la medina era en sí mismo bastante complicado dada la situación elevada de la ciudad antigua -en la colina del Albayzín- respecto de los cauces de los ríos, lo que implicaba no sólo un problema físico sino también un grave peligro para los habitantes que tendrían que bajar más allá de las defensas de la ciudad o donde éstas fueran más débiles a tomar el agua, por muy próximos que estuvieran de los lugares de abastecimiento de las zonas protegidas. Será pues por este motivo por el que precisamente surja la típica muralla en forma de espolón o flecha -cauracha- que permitiría descender a los habitantes de la ciudad hasta el lecho del río Darro sin quedar desprotegidos, siendo por ello por lo que se alarga la muralla del Albayzín hasta la Bib al-Difaf o Puerta de los Panderos o de los Adufes y posteriormente lo haga la muralla de la Alcazaba de la Alhambra.
Será durante los siglos XII y XIII, al tiempo de las invasiones almorávide y almohade y con ocasión del florecimiento de la dinastía nazarí cuando se va a construir el entramado de acequias que sangran el Darro, con el fin primordial de abastecer el núcleo palatino de la Sabika y el barrio de Axaris así como otros arrabales situados en la zona baja de la medina de Granada.La grandeza de la red de aprovisionamiento de agua de Granada no va a venir dada simplemente por su vasta extensión ni por su complejidad, sino también por su perdurabilidad histórica, fruto de su perfección, lo que ha motivado que haya llegado hasta nuestros días e incluso que gran parte del sistema siga utilizándose aún, lo que hizo que en todos los tiempos se dictasen numerosas disposiciones por las autoridades, con la intención de asegurar el mantenimiento de las acequias, algunas disposiciones tan significativas como las dictadas por los Reyes Católicos, conscientes de la importancia de mantener el funcionamiento de la red, para lo que concederían importantes beneficios a los canagnydles y acequieros.Las necesidades de suministro derivadas de la expansión de la medina entre los siglos XII y XIV y de las construcciones palatinas de la Sabika, fueron saciadas con cargo principalmente a las aguas del río Darro. Desde una presa situada algo más arriba del paraje de Jesús del Valle, cercana a los Cortijos de Buena Vista, parte la caudalosa Acequia Real, que cruzando el río por el Cortijo de los Arquillos, toma por las primeras estribaciones de la Dehesa del Generalife. A poco más de un kilómetro, frente por frente al barranco de Teatinos se bifurca en dos acequias -hoy en día en cierto modo unificadas-, una que mantiene la cota y que toma un tercio del caudal, llamada en consecuencia la Acequia del Tercio o Acequia del Generalife, y otra más baja, que toma dos tercios del mismo, la Acequia Real de la Alhambra. Ambas a distinta cota recorren íntegramente la Dehesa del Generalife y hasta el momento de su canalización, dejaban a su paso numerosas filtraciones que enriquecían el paraje natural del Avellano, yendo a juntarse actualmente en el Barranco del Cortafuegos, en una caseta muy próxima a la Silla del Moro, desde donde continúa por un lado, para el recinto del conjunto monumental y por otro, buscando una caseta de agua existente por encima del Camino del Avellano, desde donde desciende vertiginosamente formando presión hasta el río Darro, cruzándolo por un puente construido al efecto, desde donde remonta la cota en dirección al Cerro de San Miguel.Antiguamente ambas acequias de los tercios llegaban directamente a los núcleos palatinos sin derivar ni juntarse. Así, la del Generalife, abastecía directamente el palacio de verano y sus jardines, motivo por el que la vemos aún aparecer por el Patio de la Sultana y el Patio de la Alberca, si bien antes suministraba a Dar-al-Arussa -hoy sigue haciéndolo por debajo- movía una noria cuyo emplazamiento aún puede ser localizado, y tras derivar, descendía hacia los Alixares.Por su parte la Acequia Real de la Alhambra, rodeaba el Cerro del Sol bajo el Generalife, por la Huerta Colorada y la Huerta Grande, hasta cruzar, uniéndose previamente con un ramal de la Acequia del Generalife, la Cuesta de los Chinos por el Acueducto o Puente del Agua. Actualmente siguen abasteciendo estos lugares, pero de algún modo ha cambiado su trama, pues por encima de la zona de los Albercones y el nuevo aparcamiento, pueden localizarse un par de casetas construidas no hace muchos años, que sirven para regular el suministro de los palacios y sus aledaños. Hoy en día, llegada el agua al Generalife se divide en dos ramales, uno toma dirección al nuevo aparcamiento de la Alhambra, circulando por los senderos de agua -así son llamadas por los autores del proyecto del aparcamiento las nuevas canalizaciones para las acequias-, yendo por un lado a suministrar la zona alta del Barranco de la Sabika y las Ventillas y por otro a perderse con él el arroyo del Generalife, camino del Darro. Por otro lado, el segundo ramal se adentra por la alameda del Generalife, salvando el Camino de los Cipreses, y tras juntarse con la Acequia Real de la Alhambra atraviesa la Cuesta de los Chinos por el acueducto hasta la Torre del Agua, desde donde la Acequia Real se interna por el Secano hacia el corazón mismo de los palacios alhambreños.
El hoy llamado Castillo de Santa Elena (en el Cerro del Sol, que protege la retaguardia de la Colina de la Alhambra), popularmente Silla del Moro, originariamente jugó un papel importantísimo como centinela de la entrada de la Acequia Real a la Alhambra y de las construcciones relacionadas con ella que se encuentran por la misma zona; entre ellas, se encuentra Dar al-Arusa -el Palacio de la Desposada o popularmente de la Novia-, relacionado con una serie de construcciones para el agua (norias, aljibes, estanques). El Torreón de las Damas y su complejo hidráulico de conducciones y albercas -los Albercones- fueron vitales para la creación y subsistencia de la Alhambra, pues eran la llave del abastecimiento y control del agua que se distribuía por todo el conjunto. Habría que hacer notar que incluso en el Barrio Castrense (en la Alcazaba, una de las partes más antiguas del conjunto de la Alhambra), todas las viviendas tenían en el centro un espacio reservado para el agua que, en el caso de la vivienda principal (la más cercana a la Torre del Homenaje), alcanzaba a ser una alberquilla; todas las casas poseían retrete con agua corriente, algo bastante diferente a los castillos o campamentos militares cristianos de la misma época... Además, en el Barrio Castrense también se localizan dos elementos imprescindibles en un hábitat islámico: un aljibe para el abastecimiento de agua al recinto y un baño para el uso del contingente militar. La presencia del agua para los nazaríes, y en todo el período muslímico español, significaba la prosperidad, el lujo y la tranquilidad que proporcionaba su abundancia; no debemos perder de vista que se trataba de un pueblo nómada y por ello, en la Alhambra, el agua nunca se pierde de vista y aquellos oasis del desierto están siempre presentes. Además, claro está, el agua tiene una función religiosa importantísima: las abluciones buscando la pureza previa a la oración.
en la Granada nazarí
Francisco Socorro
El río Guadalquivir va entre naranjos y olivos,Los dos ríos de Granada bajan de la nieve al trigo.¡Ay, amor que se fue y no vino!El río Guadalquivir tiene las barbas granates.Los dos ríos de Granada,uno llanto y otro sangre.¡Ay, amor que se fue por el aire!Para los barcos de vela Sevilla tiene un camino;por el agua de Granada sólo reman los suspiros.¡Ay, amor que se fue y no vino!Guadalquivir, alta torre y viento en los naranjales,Dauro y Genil, torrecillas muertas sobre los estanques.¡Ay, amor que se fue por el aire!¡Quién dirá que el agua lleva un fuego fatuo de gritos!¡Ay, amor que se fue y no vino!Llevo azahar, lleva olivas,Andalucía, a tus mares,¡Ay, amor que se fue por el aire!
Federico García Lorca
BALADILLA DE LOS TRES RIOS
POEMA DEL CANTE JONDO (1921)
Granada no podría entenderse sin el agua. Granada es agua; es frescor y vergel; cármenes y huertas. Granada, es un cuerpo circulado por arterias de líquido elemento, que como auténticos cursos de vida dan murmullo y ambiente a la ciudad. Un torrente circulatorio concebido en los orígenes de la ocupación urbana de esta tierra como fundamento de su particular cultura, traída en gran parte por los moradores de los primeros asentamientos musulmanes, aunque algunos autores consideran que el invasor árabe no hizo más que perfeccionar y engrandecer el sistema hidráulico hispanorromano.Granada es una típica ciudad a pie de monte, construida en las primeras estribaciones del macizo de Sierra Nevada, precedida de una vasta vega atravesada por caudalosos torrentes y con un enorme valor estratégico en la antigüedad, que se veía acrecentado por sus impedimentos naturales al asedio, si se considera que la urbe misma estaba recorrida por dos ríos, el Darro y el Genil, que por sí solos podían abastecer generosamente a la población en todo momento, sin necesidad de que la misma hubiere de acudir fuera de murallas a buscar otras fuentes más lejanas, como el Beiro, el Monachil o el Dílar. Sin embargo, el suministro de agua a la medina era en sí mismo bastante complicado dada la situación elevada de la ciudad antigua -en la colina del Albayzín- respecto de los cauces de los ríos, lo que implicaba no sólo un problema físico sino también un grave peligro para los habitantes que tendrían que bajar más allá de las defensas de la ciudad o donde éstas fueran más débiles a tomar el agua, por muy próximos que estuvieran de los lugares de abastecimiento de las zonas protegidas. Será pues por este motivo por el que precisamente surja la típica muralla en forma de espolón o flecha -cauracha- que permitiría descender a los habitantes de la ciudad hasta el lecho del río Darro sin quedar desprotegidos, siendo por ello por lo que se alarga la muralla del Albayzín hasta la Bib al-Difaf o Puerta de los Panderos o de los Adufes y posteriormente lo haga la muralla de la Alcazaba de la Alhambra.
Será durante los siglos XII y XIII, al tiempo de las invasiones almorávide y almohade y con ocasión del florecimiento de la dinastía nazarí cuando se va a construir el entramado de acequias que sangran el Darro, con el fin primordial de abastecer el núcleo palatino de la Sabika y el barrio de Axaris así como otros arrabales situados en la zona baja de la medina de Granada.La grandeza de la red de aprovisionamiento de agua de Granada no va a venir dada simplemente por su vasta extensión ni por su complejidad, sino también por su perdurabilidad histórica, fruto de su perfección, lo que ha motivado que haya llegado hasta nuestros días e incluso que gran parte del sistema siga utilizándose aún, lo que hizo que en todos los tiempos se dictasen numerosas disposiciones por las autoridades, con la intención de asegurar el mantenimiento de las acequias, algunas disposiciones tan significativas como las dictadas por los Reyes Católicos, conscientes de la importancia de mantener el funcionamiento de la red, para lo que concederían importantes beneficios a los canagnydles y acequieros.Las necesidades de suministro derivadas de la expansión de la medina entre los siglos XII y XIV y de las construcciones palatinas de la Sabika, fueron saciadas con cargo principalmente a las aguas del río Darro. Desde una presa situada algo más arriba del paraje de Jesús del Valle, cercana a los Cortijos de Buena Vista, parte la caudalosa Acequia Real, que cruzando el río por el Cortijo de los Arquillos, toma por las primeras estribaciones de la Dehesa del Generalife. A poco más de un kilómetro, frente por frente al barranco de Teatinos se bifurca en dos acequias -hoy en día en cierto modo unificadas-, una que mantiene la cota y que toma un tercio del caudal, llamada en consecuencia la Acequia del Tercio o Acequia del Generalife, y otra más baja, que toma dos tercios del mismo, la Acequia Real de la Alhambra. Ambas a distinta cota recorren íntegramente la Dehesa del Generalife y hasta el momento de su canalización, dejaban a su paso numerosas filtraciones que enriquecían el paraje natural del Avellano, yendo a juntarse actualmente en el Barranco del Cortafuegos, en una caseta muy próxima a la Silla del Moro, desde donde continúa por un lado, para el recinto del conjunto monumental y por otro, buscando una caseta de agua existente por encima del Camino del Avellano, desde donde desciende vertiginosamente formando presión hasta el río Darro, cruzándolo por un puente construido al efecto, desde donde remonta la cota en dirección al Cerro de San Miguel.Antiguamente ambas acequias de los tercios llegaban directamente a los núcleos palatinos sin derivar ni juntarse. Así, la del Generalife, abastecía directamente el palacio de verano y sus jardines, motivo por el que la vemos aún aparecer por el Patio de la Sultana y el Patio de la Alberca, si bien antes suministraba a Dar-al-Arussa -hoy sigue haciéndolo por debajo- movía una noria cuyo emplazamiento aún puede ser localizado, y tras derivar, descendía hacia los Alixares.Por su parte la Acequia Real de la Alhambra, rodeaba el Cerro del Sol bajo el Generalife, por la Huerta Colorada y la Huerta Grande, hasta cruzar, uniéndose previamente con un ramal de la Acequia del Generalife, la Cuesta de los Chinos por el Acueducto o Puente del Agua. Actualmente siguen abasteciendo estos lugares, pero de algún modo ha cambiado su trama, pues por encima de la zona de los Albercones y el nuevo aparcamiento, pueden localizarse un par de casetas construidas no hace muchos años, que sirven para regular el suministro de los palacios y sus aledaños. Hoy en día, llegada el agua al Generalife se divide en dos ramales, uno toma dirección al nuevo aparcamiento de la Alhambra, circulando por los senderos de agua -así son llamadas por los autores del proyecto del aparcamiento las nuevas canalizaciones para las acequias-, yendo por un lado a suministrar la zona alta del Barranco de la Sabika y las Ventillas y por otro a perderse con él el arroyo del Generalife, camino del Darro. Por otro lado, el segundo ramal se adentra por la alameda del Generalife, salvando el Camino de los Cipreses, y tras juntarse con la Acequia Real de la Alhambra atraviesa la Cuesta de los Chinos por el acueducto hasta la Torre del Agua, desde donde la Acequia Real se interna por el Secano hacia el corazón mismo de los palacios alhambreños.
El hoy llamado Castillo de Santa Elena (en el Cerro del Sol, que protege la retaguardia de la Colina de la Alhambra), popularmente Silla del Moro, originariamente jugó un papel importantísimo como centinela de la entrada de la Acequia Real a la Alhambra y de las construcciones relacionadas con ella que se encuentran por la misma zona; entre ellas, se encuentra Dar al-Arusa -el Palacio de la Desposada o popularmente de la Novia-, relacionado con una serie de construcciones para el agua (norias, aljibes, estanques). El Torreón de las Damas y su complejo hidráulico de conducciones y albercas -los Albercones- fueron vitales para la creación y subsistencia de la Alhambra, pues eran la llave del abastecimiento y control del agua que se distribuía por todo el conjunto. Habría que hacer notar que incluso en el Barrio Castrense (en la Alcazaba, una de las partes más antiguas del conjunto de la Alhambra), todas las viviendas tenían en el centro un espacio reservado para el agua que, en el caso de la vivienda principal (la más cercana a la Torre del Homenaje), alcanzaba a ser una alberquilla; todas las casas poseían retrete con agua corriente, algo bastante diferente a los castillos o campamentos militares cristianos de la misma época... Además, en el Barrio Castrense también se localizan dos elementos imprescindibles en un hábitat islámico: un aljibe para el abastecimiento de agua al recinto y un baño para el uso del contingente militar. La presencia del agua para los nazaríes, y en todo el período muslímico español, significaba la prosperidad, el lujo y la tranquilidad que proporcionaba su abundancia; no debemos perder de vista que se trataba de un pueblo nómada y por ello, en la Alhambra, el agua nunca se pierde de vista y aquellos oasis del desierto están siempre presentes. Además, claro está, el agua tiene una función religiosa importantísima: las abluciones buscando la pureza previa a la oración.
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