sábado, enero 23, 2010

Rincón del invitado: Juan Pablo Segovia Gutiérrez (2)


Vuelve el Rincón del invitado con una nueva perla reflexiva del compadre Juan Pablo, un texto conmovedor sobre el complejo de culpa del hombre occidental. La premisa fundamental para pasar a la acción es, sin duda alguna, el aguijoneo moral de la miseria evitable en la era del capitalismo cibernético.

Les dejo con el verbo florido de este cantoriano de voz cascada permanente y acento cubano a ratos:

Así estoy, otra vez pensando en lo mismo. Dios, cuando parará esto. A veces creo que es imposible deshacerse de este sentimiento, este pesar, esta cruz que llevo sobre mis espaldas. Una condena eterna parece. ¿Cómo me puedo deshacer de ello? Nadie lo sabe. Mi alma se siente presa de algo que no entiende y la razón no puede hacer nada para solucionarlo. Quizás haya que recurrir a algo místico, a alguna pseudociencia. Hay veces en que veo la salida, pero al instante todo se oscurece y vuelvo a caer. Es algo así como un bucle: se repite una y otra vez, sin fin. Un pozo sin fondo. Caes, no paras de caer y llega un momento en que, a sabiendas de que el golpe con el fondo es mortal, lo deseas. Se apagaría este sufrimiento en un suspiro, el último suspiro que exhalaría. En fin…quizás deba pensar en soportarlo, llevarlo el resto de mi vida a cuestas, como un burro carga, sin saber por qué, trigo de un lugar a otro, durante toda su vida. He nacido aquí y puede que la suerte estuviera de mi parte el día en el que este mundo me recibió. Vivo en el sagrado occidente, alejado del sufrimiento de esas gentes del sur. Ese sur en el que un día nació el ser ¿humano? Esa es la cuestión. Da igual, seamos o no humanos o, más bien, estemos o no humanizados (lo cual dudo), debiéramos de pararnos a pensar, no a asumir, como hemos hecho hasta ahora. En mi caso, soy un burro, pero se porqué llevo esa carga de un lado a otro: impotencia se llama y, el que no la tenga, no es humano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mis más sinceras felicitaciones por este análisis tan breve y tan profundo a la vez que nuestro mundo olvida con demasiada frecuencia.
un abrazo compañero. seguimos en la lucha
QG