La duda me consume. La incertidumbre me corroe. Estoy considerando seriamente la posibilidad de autoinculparme ante el Ministerio del Interior y ante la Fiscalía General del Estado. He llegado a la conclusión, tras los acontecimientos de los últimos días, de que formo parte del complejo ETA-Batasuna.
¿Sorprendidos? Pues no deberían de estarlo, porque este supuesto se ha vuelto algo demasiado común, en esta España nuestra, que a muchos nos sigue helando el corazón.
Paso a a exponer las pruebas necesarias:
Prueba de cargo número 1.
Resulta que el que suscribe compró hace unos años, a través de Internet, un ejemplar de El Camarada Oscuro, drama escrito por Alfonso Sastre, publicado en 1972, en plena dictadura franquista. Para más inri, la obra estaba editada por Hiru, la editorial propiedad del propio Sastre y de su esposa, la fallecida Eva Forest. Realice los trámites a través del correo electrónico, adquiriendo además un ensayo del sociólogo y politólogo usamericano James Petras.
Cuando tuve en mis manos el librito de Sastre (apenas 176 páginas) sentí que por fin había hecho realidad un deseo largamente anhelado. Un deseo que prendió en mí tiempo atrás, cuando estudiaba Lengua y Literatura españolas en el Instituto Miguel de Cervantes, de Granada. Preparando el temario de un examen, descubrí a un autor teatral desconocido, Alfonso Sastre, y a una obra con un título arrebatador, El Camarada Oscuro.
Al lado de la página ocupada por el teatro de Sastre (el teatro revolucionario, decía el epígrafe) aparecía otra ocupada por Antonio Buero Vallejo (el teatro moral). A Buero lo había visto alguna vez en televisión, incluso nos hicieron leer su Historia de una escalera en clase. Sin embargo, nunca había tenido ninguna noticia de la existencia de Alfonso Sastre.
Pude contemplar su rostro por vez primera en un ejemplar usado de la revista Tiempo de Historia, comprada en una feria del libro antiguo y de ocasión. En ella, el director de la publicación, Eduardo Haro Tecglen, entrevistaba a Sastre, exiliado en Francia por aquella época.
En el verano de 2003, cuando contratamos Internet en casa, descubrí el porqué de la marginación sistemática de Alfonso Sastre en la industria cultural española: su pecado era ser abertzale, o sea, partidario de la independencia de Euskal Herria desde una perspectiva socialista. Desde entonces, siempre he sido un fiel lector de sus artículos de opinión.
No voy a negar que mantengo bastantes desacuerdos con la postura política de Sastre sobre el conflicto vasco, pero eso no es óbice para reconocer su categoría literaria, y sobre todo, su ejemplar lucha anticapitalista.
Hay otros motivos sentimentales que me unen secretamente a Alfonso Sastre, aunque el no sepa siquiera de mi existencia.
A la muerte de Haro Tecglen, escribió una sentida carta abierta, dedicada al amigo difunto, en la que mencionaba de pasada al torero comunista Domingo Dominguín, uno de los personajes más fascinantes de la resistencia antifranquista, que está pidiendo a gritos una biografía consistente. Siento una especial predilección por Dominguito, desde que me topé con él en El Niño Republicano, uno de los tomos memorialísticos de Eduardo Haro.
Prueba de cargo número 2.
Cómo ya reseñé en este blog, en noviembre de 2008 la editorial navarra Txalaparta, de marcada tendencia abertzale, editó el volumen ¿Por qué no te callas, Borbón?, en el que incluyeron un texto mío. Aprovecho de nuevo la ocasión para volver a darles las gracias.
Sentencia y condena
Presentadas las pruebas pertinentes, espero que entiendan mi desazón. Según las enrevesadas teorías ilegalizadoras, tan en boga desde el 11-S, estoy contaminado por el virus etarra, que ha inoculado mi ser y me ha convertido en un enemigo de España. Esta argumentación me lleva a solicitar de las altas autoridades del Estado el mismo correctivo aplicado recientemente a Iniciativa Internacionalista-La Solidaridad entre los Pueblos: mi ilegalización.
Voto particular dedicado a Willy Meyer.
Querido Willy:
Tus declaraciones sobre la ilegalización de Iniciativa Internacionalista son dignas de cualquier representante del PSOE o del PP. Pero, lo que no cuadra aquí, es que tú eres el candidato de Izquierda Unida en las elecciones al Parlamento Europeo. Además eres dirigente del Partido Comunista de España, que en fechas muy cercanas ha renegado de la Constitución de 1978 y del sistema político que ésta engendró. Permíteme que te haga una serie de preguntas:
¿De verdad crees que la justicia española es independiente del poder ejecutivo, o de la clase empresarial?
¿Nunca has reflexionado sobre las conveniencias (y connivencias) vergonzosas entre el Gobierno de la nación, la oposición conservadora y la judicatura en asuntos relativos al País Vasco?
¿Apoyas, personalmente, la Ley de Partidos, norma legal que la organización en la que militas siempre ha condenado?
¿Consideras que vivimos en un Estado de Derecho? ¿Un país con cuatro millones de desempleados, cientos de miles de ciudadanos privados de su derecho al sufragio universal, plagado de funcionarios públicos corruptos hasta los tuétanos, puede disfrutar de un Estado de Derecho? ¿Es compatible el Derecho con el Capitalismo?
¿Has hecho estas declaraciones por oportunismo, debido a un mero cálculo electoral, o porque te lo pedía el cuerpo?
¿Cual es tu posición ideológica ante el conflicto vasco?
¡Nos vemos en las urnas!
¿Sorprendidos? Pues no deberían de estarlo, porque este supuesto se ha vuelto algo demasiado común, en esta España nuestra, que a muchos nos sigue helando el corazón.
Paso a a exponer las pruebas necesarias:
Prueba de cargo número 1.
Resulta que el que suscribe compró hace unos años, a través de Internet, un ejemplar de El Camarada Oscuro, drama escrito por Alfonso Sastre, publicado en 1972, en plena dictadura franquista. Para más inri, la obra estaba editada por Hiru, la editorial propiedad del propio Sastre y de su esposa, la fallecida Eva Forest. Realice los trámites a través del correo electrónico, adquiriendo además un ensayo del sociólogo y politólogo usamericano James Petras.
Cuando tuve en mis manos el librito de Sastre (apenas 176 páginas) sentí que por fin había hecho realidad un deseo largamente anhelado. Un deseo que prendió en mí tiempo atrás, cuando estudiaba Lengua y Literatura españolas en el Instituto Miguel de Cervantes, de Granada. Preparando el temario de un examen, descubrí a un autor teatral desconocido, Alfonso Sastre, y a una obra con un título arrebatador, El Camarada Oscuro.
Al lado de la página ocupada por el teatro de Sastre (el teatro revolucionario, decía el epígrafe) aparecía otra ocupada por Antonio Buero Vallejo (el teatro moral). A Buero lo había visto alguna vez en televisión, incluso nos hicieron leer su Historia de una escalera en clase. Sin embargo, nunca había tenido ninguna noticia de la existencia de Alfonso Sastre.
Pude contemplar su rostro por vez primera en un ejemplar usado de la revista Tiempo de Historia, comprada en una feria del libro antiguo y de ocasión. En ella, el director de la publicación, Eduardo Haro Tecglen, entrevistaba a Sastre, exiliado en Francia por aquella época.
En el verano de 2003, cuando contratamos Internet en casa, descubrí el porqué de la marginación sistemática de Alfonso Sastre en la industria cultural española: su pecado era ser abertzale, o sea, partidario de la independencia de Euskal Herria desde una perspectiva socialista. Desde entonces, siempre he sido un fiel lector de sus artículos de opinión.
No voy a negar que mantengo bastantes desacuerdos con la postura política de Sastre sobre el conflicto vasco, pero eso no es óbice para reconocer su categoría literaria, y sobre todo, su ejemplar lucha anticapitalista.
Hay otros motivos sentimentales que me unen secretamente a Alfonso Sastre, aunque el no sepa siquiera de mi existencia.
A la muerte de Haro Tecglen, escribió una sentida carta abierta, dedicada al amigo difunto, en la que mencionaba de pasada al torero comunista Domingo Dominguín, uno de los personajes más fascinantes de la resistencia antifranquista, que está pidiendo a gritos una biografía consistente. Siento una especial predilección por Dominguito, desde que me topé con él en El Niño Republicano, uno de los tomos memorialísticos de Eduardo Haro.
Prueba de cargo número 2.
Cómo ya reseñé en este blog, en noviembre de 2008 la editorial navarra Txalaparta, de marcada tendencia abertzale, editó el volumen ¿Por qué no te callas, Borbón?, en el que incluyeron un texto mío. Aprovecho de nuevo la ocasión para volver a darles las gracias.
Sentencia y condena
Presentadas las pruebas pertinentes, espero que entiendan mi desazón. Según las enrevesadas teorías ilegalizadoras, tan en boga desde el 11-S, estoy contaminado por el virus etarra, que ha inoculado mi ser y me ha convertido en un enemigo de España. Esta argumentación me lleva a solicitar de las altas autoridades del Estado el mismo correctivo aplicado recientemente a Iniciativa Internacionalista-La Solidaridad entre los Pueblos: mi ilegalización.
Voto particular dedicado a Willy Meyer.
Querido Willy:
Tus declaraciones sobre la ilegalización de Iniciativa Internacionalista son dignas de cualquier representante del PSOE o del PP. Pero, lo que no cuadra aquí, es que tú eres el candidato de Izquierda Unida en las elecciones al Parlamento Europeo. Además eres dirigente del Partido Comunista de España, que en fechas muy cercanas ha renegado de la Constitución de 1978 y del sistema político que ésta engendró. Permíteme que te haga una serie de preguntas:
¿De verdad crees que la justicia española es independiente del poder ejecutivo, o de la clase empresarial?
¿Nunca has reflexionado sobre las conveniencias (y connivencias) vergonzosas entre el Gobierno de la nación, la oposición conservadora y la judicatura en asuntos relativos al País Vasco?
¿Apoyas, personalmente, la Ley de Partidos, norma legal que la organización en la que militas siempre ha condenado?
¿Consideras que vivimos en un Estado de Derecho? ¿Un país con cuatro millones de desempleados, cientos de miles de ciudadanos privados de su derecho al sufragio universal, plagado de funcionarios públicos corruptos hasta los tuétanos, puede disfrutar de un Estado de Derecho? ¿Es compatible el Derecho con el Capitalismo?
¿Has hecho estas declaraciones por oportunismo, debido a un mero cálculo electoral, o porque te lo pedía el cuerpo?
¿Cual es tu posición ideológica ante el conflicto vasco?
¡Nos vemos en las urnas!
2 comentarios:
Como Willy no te va a responder porque no te lee (yo lo he hecho porque vi tu artículo en Rebelión (los "cooperadores necesarios" de los pistoleros fascistas de ETA, valga la redundancia)), te voy a hacer una pregunta a ti, listo.
¿Cuál es tu posición ideológica sobre el tiro en la nuca y la bomba en Hipercor?.
No, no lo digas, es más que obvia.
creo que no has entendido en lo más mínimo el post que nos ha dejado el compañero. Vuelve a leerlo y reflexiona sobre lo que has dicho. El llanto siempre condenó el terrorismo. Te invito a que leas algunos de los post que ha publicado en este blog.
QG
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