Informe confidencial número 638.920.
Clasificado: Alto Secreto.
Autor: Agente Joe Kennedy XY.
A/A del Director de Operaciones del Área 4.
Muy señor mío:
Redacto este memorándum correspondiendo a lo convenido con mi jefe de grupo, el agente J. Edgar Hoover A1. Hemos dado las instrucciones pertinentes para que aterrice en Langley lo antes posible, a través de la valija diplomática. Cualquier aclaración que pudiera necesitar tras la lectura de estas líneas se realizará conforme a lo establecido por los protocolos no escritos de la Agencia.
Procedo a introducirle en la situación política, económica y social del reino de España en este cuarto trimestre de 1977. Seguiré un guión plano y esquemático, intentado sintetizar en grado supremo los acontecimientos desenvueltos a partir del atentado contra la persona de Francisco Franco Bahamonde, jefe de Estado del país desde 1939.
Asesinato del Caudillo.
A las 7 horas 43 minutos del día 8 de octubre un Mirage F1 despegó de la base aérea de Los Llanos (Albacete), pilotado por el capitán Custodio Capilla Sorroche. El vuelo no estaba incluido dentro de ninguna maniobra ni de ningún ejercicio previsto. Sin embargo, los permisos para tomar aire le fueron concedidos con inusitada rapidez.
Exactamente 17 minutos después, el aparato divisó una comitiva de coches oficiales que atravesaba el paso montañoso conocido como Despeñaperros, frontera natural entre Castilla y Andalucía. Cuatro jeeps de la Policía Armada escoltaban a una pareja de Dodge Dart, cruzando el desfiladero a velocidades moderadas, en dirección a Jaén. El Mirage fue perdiendo altura a medida que se iba posicionando en la vertical del cortejo de automóviles. Según declaró el transportista Simón Marín Ortega, testigo de los hechos, el avión bombardeó la caravana de vehículos, provocando una sucesión de explosiones en cadena y paralizando el tráfico en la zona.
El caza a los mandos del capitán Capilla abandonó el espacio aéreo español en cuestión de media hora, volando hacia Orán, en cuyo aeropuerto militar se le perdió la pista, encontrándose desde entonces en paradero desconocido. Las pesquisas iniciadas en aquellas luctuosas jornadas concluyeron que Custodio Capilla era un conspicuo miembro del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), organización terrorista de corte marxista-leninista, presidida por el ex ministro de Estado de la Segunda República, Julio Álvarez del Vayo.
Las informaciones, confusas en los primeros momentos, confirmaron al filo de la medianoche que el objetivo del bombardeo era el general Franco, que se dirigía a la sierra de Cazorla, donde pensaba disfrutar del deporte de la caza, afición predilecta del ya difunto mandatario español. El Generalísimo viajaba acompañado del jefe de su Casa Civil, Fernando Fuertes de Villavicencio y del antiguo titular de la cartera de Marina, almirante Pedro Nieto Antúnez. En el otro Dodge Dart se encontraban el líder del gobierno, Carlos Arias Navarro y el ministro secretario general del Movimiento, Sancho Dávila. Cuando el retén de guardia del puesto de bomberos de Almuradiel (Ciudad Real) llegó al lugar del crimen, todavía algunos coches continuaban en llamas. Nadie sobrevivió.
El vicepresidente del ejecutivo nacional, Manuel Fraga Iribarne, declaró en rueda de prensa a la una de la madrugada, confirmando el fallecimiento del general Franco y de los demás ocupantes de la cabalgata gubernativa. Acusó del ataque a la conspiración judeo masónica, aliada con el comunismo internacional, recelosa de los éxitos del régimen de paz del Caudillo. Enérgicamente, elevando ostensiblemente la voz, inculpó a Moscú y a Pekín, denunciando el apoyo financiero que ambas superpotencias prestaban a los grupos extremistas responsables de la muerte de Franco. A las tres y cinco, la República Popular China retiró su embajador en Madrid.
Asume el rey y se forma un nuevo gobierno.
El Consejo de Regencia asumió las funciones de la Jefatura del Estado, la División Acorazada Brunete fue puesta en estado de alerta, la Brigada Político-Social a cargo del comisario Roberto Conesa comenzó sus averiguaciones, utilizando los métodos interrogatorios habituales. La televisión anunció el día 9 de octubre al mediodía que el heredero de Franco a título de rey, el príncipe de España, Alfonso de Borbón y Dampierre, se encontraba reunido en el palacio de La Zarzuela con el director general de Seguridad, Juan José Rosón y con el director de la Guardia Civil, general Iniesta Cano. En aquella entrevista, el futuro rey ordenó a sus futuros subordinados la captura, a sangre y fuego, de cualquier militante del FRAP, exigiendo además una intensificación progresiva de la represión.
El 10 de octubre, las Cortes en pleno, designaron al príncipe como rey de España, con el nombre de Alfonso XIV. En su discurso inaugural de reinado, se proclamó heredero espiritual de Francisco Franco y declaró que iba a dedicar el tiempo que fuera necesario para aniquilar a los asesinos del Generalísimo.
Dos días más tarde, el monarca nombró jefe del gobierno a su suegro, Cristobal Martínez- Bordiú, cirujano cardiovascular, marqués de Villaverde, esposo de Carmen, la hija del general Franco, y padre de la mujer del rey. En una comparecencia ante los medios de comunicación, en los jardines de La Moncloa, el recién elegido Villaverde desveló la composición de su gabinete:
Como vicepresidente, José Antonio Girón de Velasco, camisa vieja de la Falange y presidente de la Asociación Nacional de Excombatientes. Manuel Fraga trocaba la vicepresidencia por el ministerio de la Gobernación, encargado de organizar y administrar la seguridad del Estado. Joaquín Ruiz-Giménez, de orientación democristiana, era el flamante ministro secretario general del Movimiento Nacional, partido único del régimen. Dionisio Ridruejo en Información y Turismo, Adolfo Suárez en Asuntos Exteriores, Enrique Fuentes Quintana en Economía. Los restantes ministros repetían cartera.
Detención y muerte del presidente del FRAP.
El ministro del Aire, teniente general Salas Larrazábal, presentó su dimisión el 15 de octubre, tras cesar al comandante del aeródromo de Los Llanos y desarticular una trama terrorista en el cuerpo de Aviación. Estas revelaciones condujeron a la impactante noticia de que el máximo dirigente del FRAP, Álvarez del Vayo, se encontraba en territorio español desde hacía unos meses. A las cuarenta y ocho horas, era detenido en un chalecito de la Colonia de El Viso, en la capital del reino.
Julio Álvarez del Vayo, de 86 años de edad, fue conducido a las dependencias de la Dirección General de Seguridad, donde fue interrogado por el comisario Conesa. El vicepresidente Girón se empeñó en completar la interpelación a su manera, presentándose en la Puerta del Sol junto a dos destacados falangistas, Rodolfo Martín Villa y José Barrionuevo. Los jóvenes escuadristas del Léon de Fuengirola se excedieron en su cometido.
Dionisio Ridruejo informó a la opinión pública de que el connotado terrorista masón Álvarez del Vayo había fallecido debido a una insuficiencia respiratoria durante el transcurso de un interrogatorio en el que la policía española se había comportado de forma exquisita. "La monarquía del 18 de julio no se contenta con la muerte accidental de un sucio traidor a la patria. La España que concebió Franco dará garrote a todos sus enemigos, que son los enemigos universales de la cristiandad y de Occidente." amenazó Ridruejo, azul la camisa, negras las botas de caña, brillante el castellano.
Reacción de la oposición. Redada contra conspiradores.
El 20, Le Monde publicó en portada un artículo firmado por el secretario general del PSOE, Luis Martín Santos, psiquiatra y novelista experimental, en el que arremetía fanáticamente contra el posfranquismo de Alfonso XIV, subrayando la entereza y el compromiso histórico de Julio Álvarez del Vayo, equivocado en el tramo final de su vida, seducido por el totalitarismo. Reclamaba una intervención directa de las naciones europeas en España, criticando el colaboracionismo de los Estados Unidos con la dictadura. Permítame, señor director, introducir una pequeña nota personal en este informe, dominado por la asepsia: un servidor, negoció con la cúpula socialista el encuentro entre Martín Santos y nuestro embajador en Madrid, del que nuestro insigne representante salió asqueado por el servilismo del secretario general del PSOE.
Una semana después, dos furgonas de la Policía Armada, de las llamadas lecheras, tomaron la manzana que ocupa la esquina entre las calles Diego de León y Claudio Coello, en el señorial y aristocrático barrio de Salamanca. En uno de los pisos más altos detuvieron al banquero Alfonso Escámez, al conde de Motrico y al ex ministro Raimundo Fernández Cuesta. El diario El Alcázar informó a la mañana siguiente que los tres sujetos habían creado una célula conspirativa, conectada con el extranjero.
Puedo decirle que el conde de Motrico, don José María de Areilza, se reunió en distintas ocasiones con el agente J. Edgar Hoover A1, solicitándole que nuestro Departamento de Estado sirviera de paraguas protector para sus actividades ilegales. Mi jefe de grupo negó la mayor, ya que no consideramos a Areilza un hombre digno de nuestra confianza, por sus pasadas veleidades comunistas.
Otro de nuestros agentes, Eleanor Roosevelt Omega, asistió por aquellos días, a la presentación del libro "Heterodoxias marxistas, de Antonio Gramsci a José Carlos Mariátegui", celebrada en la sala de conferencias de la editorial Gallimard, en París. El autor del libelo, Jorge Semprún Maura, secretario general del PCE, aprovechó el eco mediático del hecho literario para clamar contra el cruel asesinato de Álvarez del Vayo: "La maldita dictadura española, que sojuzga el destino de nuestro país desde hace cuarenta años, ha vuelto a ofender a la humanidad, apalizando hasta la muerte a un anciano casi nonagenario, heroico representante de nuestro pueblo. El carnicero Girón de Velasco, traficante de influencias, negociante de revoluciones pendientes, y dos de sus secuaces, vuelven a demostrar con su felonía, que España no se merece un régimen político fundamentado en el crimen y en la ignominia."
Entre el público del acto, figuraban La Pasionaria, Miguel Hernández, Ignacio Hidalgo de Cisneros, Salvador Dalí y Juan Modesto, miembros del Comité Central del PCE. Participó en la presentación, el poeta José María Aznar López, hijo y nieto de franquistas, militante del Partido Comunista, exiliado en Francia desde 1973. Consta en nuestros archivos que este sujeto, agente a sueldo del KGB, es el nexo de unión entre el PCE y el FRAP.
Entierro del Generalísimo.
Despuntó el alba en Cuelgamuros, el primero de noviembre, día de Todos los Santos en la tradición católica, romería de autocares repletos hasta los topes, una bandera de la Legión haciendo guardia junto a los luceros, la familia Franco al completo. El sarcófago del faraón fue depositado en las entrañas de la tierra, en el Valle de los Caídos por Dios y por España. La viuda del general, Carmen Polo, retrasó el funeral hasta hacerlo coincidir con tamaña fecha sacrosanta. Otras versiones apuntan que, debido al lamentable estado en el que quedaron los restos mortales de los fallecidos en el atentado, se tardó más de tres semanas en identificar el cuerpo de Francisco Franco.
A la Agencia no le compete desentrañar misterios tan nimios, pues. A la Compañia lo que verdaderamente le interesa son las entretetelas del sepelio, las conversaciones entre altos cargos del régimen posfranquista, que pudimos captar.
Copio a continuación los fragmentos esenciales de la nota elaborada por nuestro agente John Reed III, técnico responsable de las escuchas, realizadas tanto en Cuelgamuros como en diversas sedes oficiales :
"A Alfonso XIV le reconcome el alma el nerviosismo, por el anunciado regreso de su padre, el infante Jaime de Borbón, a España. No entiende demasiado bien a qué se debe ese movimiento inesperado del eterno pretendiente al trono español, quizás asesorado por Luis Carrero Blanco, antiguo colaborador de Franco, caído en desgracia, amigo íntimo de su progenitor desde entonces.
Girón y Villaverde no se soportan, han estado a punto de llegar a las manos en el Consejo de Ministros. Fraga apunta alto, está sondeando a mandos militares afines sobre la posibilidad de una transición controlada hacia la democracia liberal, gestionada y ejecutada por su persona."
Affaire Solís. Fraga cae en desgracia.
Sepultado el Caudillo, sus dedudores políticos se repartían la herencia a dentelladas. El mes de noviembre transcurrió en calma chicha, con rumores de golpes palaciegos y asonadas del Ejército. El día 23 nos llegó la confirmación de que José Solís Ruiz, profesor de Derecho Político y secretario general del clandestino Partido Socialista del Interior, se había reunido con emisarios de la URSS, en el reservado de una taberna vasca en San Juan de Luz (sur de Francia). Pasamos el correspondiente chivatazo a los servicios secretos españoles, que capturaron a Solís cuando descendía del tren en la madrileña estación de Chamartín.
Traspasado a la jurisdicción del comisario Conesa, fue encarcelado en los calabozos de la Puerta del Sol, donde permanecía cuando J. Edgar Hoover A1 y yo pudimos interrogarlo.
Obtuvimos un permiso especial del ministro Fraga, con buenos padrinos en Washington. Pese a la reticencia inicial de los esforzados detectives de la Brigada Político-Social, víctimas todavía de la propaganda antiyanqui de los años cuarenta, el clima fue de entendimiento total y absoluto. Solís Ruiz, aclimatado al medio tras varias sesiones de tortura, cantó hasta La Traviata. Moscú le había invitado a San Juan de Luz para hacerle una propuesta: Insuflar toneladas de rublos en su partidito, casi testimonial, virando su ideología socialdemócrata hacia un sovietismo suave. Los jefazos del PCUS buscaban otra correa de transmisión para España, habida cuenta de la contestación creciente en el seno del PCE para con los excesos de la burocracia del Kremlin.
Sugerimos al Ministerio de la Gobernación que el profesor nos sería muy útil en libertad, retomando contactos con los rusos, aceptando su propuesta. Juan José Rosón, director general de Seguridad, facilitó los trámites, persuadió a Conesa y a sus chicos de nuestras preclaras intenciones, consiguió convencer a Solís de que su única escapatoria era servirnos de doble agente. Fraga se apuntó un tanto, lo que no sentó nada bien en La Moncloa.
Los vientos parecían señalarnos que Fraga era nuestro hombre, el hombre encargado de velar por los intereses estadounidenses en España. El vicepresidente Girón entró en cólera al conocer los tejemanejes de Fraga en el affaire Solís. Aliado momentáneamente con Martínez-Bordiú, abordó al rey durante un almuerzo privado en Lhardy, explicándole lo sucedido y pidiéndole su consentimiento para la destitución del ministro. Alfonso XIV, enfrascado en un idilio tormentoso con la vedette Bárbara Rey, dió su plácet.
Diciembre llegó con el pie cambiado, con la degradación de Manuel Fraga, resituado en la presidencia del Instituto Nacional de Industria, a las órdenes de Fuentes Quintana. Villaverde colocó a Jesús Suevos en Gobernación, sustituyendo además a Rosón por el mismísimo Roberto Conesa. La facción ultra del posfranquismo se afianzaba en el poder, relegando a los aperturistas.
Adolfo Suárez, la gran esperanza blanca.
La Agencia siempre ha sabido apostar por el caballo ganador. Fraga había quemado sus naves en el asunto Solís, achicharrándose en la tentativa. Definitivamente, nunca sería nuestro hombre en Madrid. El Departamento de Estado nos sorprendió por entonces, cuando nos informó del talante negociador y dialogante del titular de Exteriores, Adolfo Suárez, dispuesto a sentarse a conversar con Martín Santos y con Carrero Blanco, otorgándoles el estatus de opositores reconocidos por el gobierno, si ellos a cambio marginaban a los comunistas. Suárez nos aseguraba además una cumplida relación de todo lo dicho en las conversaciones por celebrar.
Implicar a los socialistas en la partida de ajedrez fue pan comido. Luis Martín Santos se ofreció incluso para atraer a más corrientes opositoras a la cita con Suárez. La casualidad nos sirvió en bandeja al infante Jaime de Borbón, padre del rey y legatario legítimo de la dinastía. El 8 de diciembre apareció en Barcelona, donde alquiló una villa con vistas al mar. Telefoneó a su hijo y le ordenó que acudiera a recibirlo. Alfonso XIV no tuvo más remedio que aceptar aquella humillación pública, presentándose ante don Jaime el día de la Inmaculada Concepción.
El infante, secundado por su perro fiel, Carrero Blanco, espetó al rey que él no aceptaba otra legitimidad que la que establecía la Casa de Borbón: "Alfonsito, te guste o te disguste, yo soy el rey de los españoles. Soy el jefe de la Casa Real, desde que mi pobre padre renunció a sus derechos dinásticos en mi favor. Ninguno de mis hermanos, ni tu tocayo el hemofílico ni Juanito el sordomudo, se atrevieron siquiera a contradecirme nunca. No me vayas a hacer el feo tú, mi propio hijo."
Noqueado y bloqueado, Alfonso XIV volvió a La Zarzuela. J. Edgar Hoover A1 entró en escena. Al cabo de dos botellas de Vega Sicilia, don Jaime cedió en sus bravuconadas iniciales y aceptó nuestra proposición.
El hotel La Mamounia, en Marrakech (Marruecos), quedó prefijado como lugar del encuentro. La lista de invitados a tan significativo acontecimiento incluyó a Martín Santos y a Nicolás Redondo por el PSOE, a Carrero Blanco y a José María Gil-Robles por el jaimismo, a Julio Cerón Ayuso por la izquierda cristiana, a Narciso Perales por el Partido Liberal Ciudadano. Adolfo Suárez se comprometió a acudir a La Mamounia con el mayor consenso posible dentro del bloque del gobierno.
El León deja de rugir.
La reacción de la extrema derecha no tardó en producirse. José Antonio Girón de Velasco, abofeteó a Suárez en presencia del presidente Martínez-Bordiú. Ruiz-Giménez y Suevos lograron separarlos, sujetando a duras penas al encendido León. Girón abandonó la reunión, abochornado.
A partir del 15 de diciembre, Girón tuvo frecuentes contactos con oficiales del Ejército y de la Guardia Civil. Se paseaba como Pedro por su casa por el acuartelamiento de la División Acorazada Brunete, llamaba continuamente al general Iniesta Cano, director de la Guardia Civil. Tras comunicar con Langley, decidimos pasar a la acción y neutralizar al vicepresidente.
Un sobre en el buzón. Unas fotos comprometedoras. Una amenaza velada. El león resultó ser gatito.
Epílogo.
Desactivado Girón, Suárez pudo maniobrar a gusto en el Consejo de Ministros, minando la autoridad del marqués. La Nochebuena de 1977 propició un segundo tête à tête entre el rey y don Jaime. El infante, extraordinario valedor de nuestra causa creyéndose que era la suya, convenció a Alfonso XIV de que debía cesar a Villaverde y recambiarlo por Suárez.
La decisión esta tomada. Cristobal Martínez-Bordiú huele a podrido. Es un cadáver político. Después de Reyes, el monarca dará a conocer los rostros del renovado gobierno, encabezado casi con total seguridad por Adolfo Suárez.
1978 determinará el desenvolver de España en el próximo medio siglo. Nuestra carta es Suárez, aunque no debemos descartar a Fraga, tozuda Ave Fénix. La Mamounia despejará nuestras opciones dentro de la oposición. Martín Santos apunta muy buenas maneras.
Espero, señor director, que este informe les sea útil. He querido que haya sido un retrato verídico de los últimos cuatro meses de vida española. Creo que lo he conseguido.
Un servidor de usted.
Joe Kennedy XY.
Pozuelo de Alarcón, a 2 de enero de 1978.
Posdata: Siguiendo las directrices indicadas, el poetastro José María Aznar López dejó de ser un incordio la noche de Año Nuevo. Confíemos en que el imperialismo comunista capte la indirecta.
Aviso para navegantes: El experimento que precede esta aclaración es eso, un experimento literario, una ucronía sazonada de imaginación, un divertimento personal e intransferible. Que nadie se dé por aludido.
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