Llevo dos semanas escasas militando en el Partido Comunista de Andalucía, y consecuentemente en Izquierda Unida-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía. Soy primerizo en estas lides, así que no puedo apoyar la reflexión que voy a desarrollar en la experiencia, en el trabajo militante o en la lucha callejera por un mundo mejor. Sólo puede sostenerme mi conciencia.
Nos pide Maite Molina*, la coordinadora local de IU en la ciudad de Granada, que aportemos nuestra visión sobre las recientes elecciones europeas, sobre nuestros resultados en la capital y en la provincia o sobre el fenómeno UPyD.
Participé como apoderado de IU en los comicios, en el colegio Sierra Nevada, sito en el paseo del Emperador Carlos V, en el barrio del Palacio de Deportes. Durante toda la jornada, contemplé la fuerza arrolladora del bipartidismo, representado por decenas de apoderados e interventores de los dos grandes partidos. Me encontraba cohibido, pues estaba sólo y nunca había sido apoderado ni ninguna cosa parecida.
A medida que iba transcurriendo el domingo, me fui adaptando a la situación, integrándome en el ambiente electoral, analizando la pieza fundamental de la democracia representativa: el voto. El colegio en el que me encontraba tenía tres mesas electorales, dos de ellas pertenecientes al distrito Genil, y la tercera al distrito Zaidín. En las dos primeras venció el PP, con una ventaja holgada frente al PSOE, seguidos muy de lejos por UPyD y por IU. En la mesa zaidínera, ganó el PSOE, dejando a cierta distancia a los de Rajoy, empatando nosotros con la fuerza política dirigida por Rosa Díez.
Además de comprobar el diferente sentido del voto en los dos distritos arriba mencionados, lo que no hace sino reflejar su diferente composición social (El Zaidín es el barrio obrero más grande y más poblado de la ciudad, mientras que el distrito Genil agrupa a varias barriadas de poder adquisitivo superior), hice piña con el apoderado de UPyD, ya que él también estaba sólo. Pude conversar con él, manifestando ambos nuestra oposición a la Ley Electoral y al sistema electoral, que perjudica a ambas formaciones en los comicios generales.
Los resultados del 7 de junio consolidaron a nivel estatal el cambio de tendencia que venían reflejando las encuestas desde hace meses: el reforzamiento del PP a costa del debilitamiento del partido en el Gobierno, el PSOE. IU pudo mantenerse, perdiendo una cantidad ínfima de votos. El efecto Cayo Lara parece que empieza a notarse, aunque mucho menos de lo que a nosotros nos gustaría.
UPyD es la gran sorpresa de las elecciones, situándose en quinto lugar, a 130.000 y pico votos de IU. A muchos les ha dejado a cuadros el espectacular crecimiento electoral de este partido desde su fundación el 26 de septiembre de 2007. Para mí ha sido la crónica de un éxito anunciado.
Unión, Progreso y Democracia ha sabido aunar el discurso de libertades civiles del PSOE con el credo españolista del PP. Haciendo bandera de la Constitución, erigiéndose en portavoz de los no nacionalistas (aquellos que todavía no se atreven a reconocerse cómo nacionalistas españoles), con el enorme altavoz propagandístico de El Mundo, la Cope o Libertad Digital. UPyD es la alternativa de un sector de la clase dominante, que se ha aventurado a buscar un tercer camino, al margen del PSOE y del PP. Un experimento populista y demagógico, que ha sabido conectar con una determinada parte del electorado.
Sin el mastodóntico arsenal mediático que la respalda incondicionalmente, Rosa Díez no sería más que polvo cósmico. No creo que sea una amenaza para nosotros, su granero de votos bascula entre el ala derecha del PSOE y el ala izquierda del PP. Sería interesante incluso elaborar una estrategia conjunta con ellos de cara a la reforma de la ley electoral, aunque sólo debe de ser una alianza de tipo coyuntural.
En cuanto a nuestros resultados, parece que hemos podido frenar la caída en picado que afectaba a IU desde la marcha de Julio Anguita. Lo fundamental ahora es recuperar el prestigio y la credibilidad perdídas, manteniendo nuestras señales de identidad, aquellas que nos acercaron a los tres millones de sufragios en las elecciones generales de 1996:
-La defensa de una intervención pública contundente en la economía de mercado.
-La oposición frontal a la corrupción institucional que asola España.
-La apuesta por la Tercera República como un sistema capaz de integrar a las diversas nacionalidades del Estado.
-La intención inquebrantable de desmantelar las base militares usamericanas en territorio español, preludio inevitable de una política exterior soberana e independiente.
-La pretensión de lograr la definitiva separación del trono y del altar, consagrando la laicidad del Estado en un clima de respeto a cada una de las confesiones religiosas autorizadas por la ley.
-La construcción del Socialismo del siglo XXI, cómo horizonte a conquistar.
Con respecto a nuestra situación tras el 7-J en la provincia de Granada, sólo puedo constatar que la capital sigue siendo profundamente reaccionaria, partidaria del populacherismo extremo a lo Pepe Torres, indispuesta a la hora de cuestionar los porqués de la crisis económica. Parece mentira, que envueltos en la vorágine de una recesión desbocada, que destruye cientos de miles de puestos de trabajo, los partidos de la derecha neoliberal arrasen en la Europa comunitaria.
El sino de Izquierda Unida es la soledad del corredor de fondo, el saber que siempre estaremos en la diana de los medios de comunicación, dispuestos a acusar sin pruebas y a condenar con nocturnidad y alevosía. Debemos buscar a nuestra gente en los barrios proletarios, en las fábricas, en las asociaciones de vecinos, en los sindicatos de clase, en las ongs combativas, en la intelectualidad comprometida con el cambio social y no con el grupo mediático de turno.
Nuestro sitio está en la calle, al cabo de los problemas de la gente, y no al calor del sillón municipal o provincial. La presencia en las instituciones debe complementar nuestro trabajo diario en medio del mundanal ruido, nunca sustituirlo ni amordazarlo. La renovación de cargos es imprescindible, la práctica de la democracia interna otro tanto.
El Partido Comunista debe servir de referente ético y de vanguardia ideológica a IU, pues ha estado presente en la vida política española desde hace casi noventa años, siendo en la hora trágica de la guerra civil y en la nebulosa terrorífica de la dictadura ejemplo de resistencia y de unidad para los trabajadores. De los errores del tardofranquismo y de la Transición también podemos y debemos aprender.
Empieza ahora una etapa muy importante en mi vida, doy un paso que me había resistido a dar, tras mucho meditar, tras comerme la cabeza en incontables ocasiones con el asunto de marras.
Desde este momento, estoy a vuestra disposición, compañeros.
José María García Labrac.
* Mil perdones, la brevedad no es una de mis virtudes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario