jueves, noviembre 26, 2009

Un histrión al servicio de Su Graciosa Majestad


Europa era un erial. La Gran Guerra había convertido el continente en una inmensa escombrera. Los campos de batalla, sembrados de cadáveres, fulminaron la inocencia histórica de la clase obrera. La burguesía sintió en su cogote el aliento portentoso de Octubre, la constatación fehaciente de que el socialismo era una amenaza temible.

Había llegado la hora de los hombres fuertes, el ascenso irremediable del jefe carismático (Antonio Gramsci dixit). Los políticos tradicionales, los representantes de los intereses del gran capital en Cortes y Parlamentos, se retiraban a sus cuarteles de invierno. Aparecía en lontananza el caudillo totalitario, el conductor de la nación en medio del caos, aupado al poder por los propietarios de los medios de producción.

Italia, estado joven y enfermizo, se encontraba en estado de emergencia. Las organizaciones de masas de la socialdemocracia, reverdecidas por los nuevos cuadros del bolchevismo balbuceante, movilizaban a sus efectivos en huelgas, ocupaciones de fábricas, manifestaciones, etc. El aparato administrativo fundado por el conde de Cavour se tambaleaba.

Con vistas a salir del atolladero cuanto antes, la Italia de los Saboya partió en busca de un condottiero. Sin un Ludovico Sforza o un César Borgia que llevarse a la boca, pronto repararon en el líder de un movimiento paramilitar y rompehuelgas, un personaje de ópera bufa que respondía al santo y seña de Benito Mussolini.

El histrión, el fantoche, el matón, el intelectual de revólver al cinto, el chulo de taberna, el socialista renegado, el fornicador incansable, el infame capaz de poner en cintura al proletariado, el tipejo encargado de devolver la tranquilidad a los hogares de buena familia. Víctor Manuel III, el monarca de supuesta estirpe liberal, el enano empechado de entorchados, le hizo jefe de gobierno en 1922.

Mussolini se convertía en el amo de la situación apenas una década después del congreso del Partido Socialista Italiano (PSI) en Reggia Emilia, a través del cual la extrema izquierda socialdemócrata, comandada por él mismo, se hizo con el control de la formación obrera. El intransigente Benito, partidario pertinaz de la autonomía del PSI, encarnizado rival de cualquier tendencia dispuesta a abrir el partido a la sociedad civil, era nombrado director del diario Avanti, órgano de expresión de los socialistas transalpinos.

La guerra del 14 significó una prueba de fuego para el movimiento obrero europeo. El atentado de Sarajevo desencadenó una espiral de acontecimientos inesperados que modificó todo lo imaginable. En cuatro años escasos de conflicto bélico, la vanguardia ideológica de los trabajadores fue zarandeada como un guiñapo, a capricho del curso de la historia.

Jean Jaurès, el insigne socialista francés, asesinado por la ultraderecha chovinista. Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, apalizados hasta la muerte por sicarios de sus antiguos compañeros socialdemócratas. La revolución alemana, ahogada en el pozo de su ineficacia. Lenin y Trotsky conquistando el Palacio de Invierno y derribando el feudalismo zarista a golpe de soviets.

Benito Amilcar Andrea, el hijo del anarquista, dispuesto a casi cualquier cosa para alcanzar la gloria, defendió con ahínco la entrada de Italia en la guerra, contrariando la posición oficial del PSI. El cisma estaba abierto. Tras fundar el periódico Il Popolo de Italia, de orientación claramente nacionalista y antisocialista, es expulsado del partido y marcha al frente.

En 1917, fecha de ardoroso simbolismo, el MI5 le contrata como agente secreto al servicio de Gran Bretaña. Sir Samuel Hoare, diputado conservador y posterior embajador ante Franco, le encarga una misión bien remunerada. A cambio de cien libras semanales, Mussolini debía utilizar su periódico para evitar el descuelgue guerrero de Italia, además de enviar a sus muchachos a reprimir manifestaciones pacifistas. La sorprendente noticia fue desvelada hace poco más de un mes y pasó casi desapercibida para los profesionales de la desinformación masiva.

Inglaterra, la vieja raposa avarienta del poema de Léon Felipe, la pérfida Albión de nuestra historiografía nacionalcatólica, financió al creador del fascismo italiano, al colaborador sumiso de Adolfo Hitler, el pequeño cabo austríaco, protagonista de la mayor pesadilla del género humano. Una bomba informativa de este calibre debería haber provocado sesudas reflexiones, columnas mordaces, declaraciones de condena y arrepentimiento...

La licencia para apalear, para manipular a la opinión pública, otorgada al charlatán forzudo, deja al descubierto la génesis capitalista del totalitarismo nazifascista, recurso desesperado de la burguesía en momentos de crisis existencial. El Holocausto industrializado de Adolfo y cía es el resultado decantado de esa apuesta de clase, de ese órdago al socialismo y a la democracia formal.

El gángster, el capo de una banda de criminales, el violento restaurador de la libertad manchesteriana, vino, vio y venció. El César de cabeza rapada y amantes a gogó, no tuvo ningún Bruto* que impidiera su dictadura personal.

Una vez primer ministro del reino de Italia, tocado de traje y chistera, fomentó la amistad del entonces prominente liberal británico Winston Churchill, adorado santón de la derecha postfordista. Churchill siempre consideró a Mussolini como un amigo íntimo, incluso en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Últimamente, se han propagado ciertas teorías que acusan al orondo fumador de habanos de ordenar la ejecución del Duce, a fin de evitar la aparición de documentos comprometedores para su prestigio y su carrera política.

La cuna de la Revolución Industrial, la patria de Adam Smith y David Ricardo, amamantaba al lobo fascista, a la jauría de camisas negras prestos a someter a los esforzados militantes de la causa obrera. En San Petersburgo, el crucero Aurora remontaba el río Neva para liberar al hombre de la explotación del dinero.

* Su yerno, Galeazzo Ciano, intentó representar ese papel a partir de la invasión aliada de Sicilia en 1943, cuando ya todo estaba perdido. La insubordinación le costó la vida.

miércoles, noviembre 18, 2009

Conversación con Felipe Alcaraz (Sobre Javier Egea y otros particulares)


Luis Felipe Alcaraz Masats, granadino de 1943, comunista de la hornada del franquismo tardío, homónimo a contracorriente de Luis Felipe Igualdad, el rey burgués de la Francia entrenapoleónica, topó con la literatura en una ciudad hervidero de literatos. Doctor en Filología Románica, profesor de Crítica Literaria en el Colegio Universitario de Jaén, poeta y novelista publicado antes de entrar de lleno en la arena partidaria, luego secretario general del Partido Comunista de Andalucía (1981-2002), presidente ejecutivo del Partido Comunista de España (2005-2009), parlamentario autonómico, diputado nacional.

Un Felipe Alcaraz al que descubrí como escritor en una librería de lance, años ha. Informe para una toma de partido en literatura (Akal, 1977) me situó por vez primera en el debate marxista de las letras, cuestión en la que seguimos, a pesar de los pesares, en tiempos pésimos para la lírica y la revolución.

Este mayo florido, Felipe me empujó de repente hacia Javier Egea. De aquellos polvos vienen estos lodos, si me permiten ustedes el manoseado adagio español.

P.- Tu última novela, La muerte imposible (RD Editores, 2009), contiene un personaje de esos que seducen al lector desde la primera línea, Jesús Búrdalo, trasunto nada presunto de Javier Egea, se apodera del texto a través de una trama secundaria que va creciendo en intensidad, en paralelo al desenlace de la trama principal. Sabemos también que tu próxima obra será una especie de biografía novelada del poeta. ¿Qué tuvo de especial Javier Egea, qué significado sigue teniendo su poesía para que le hayas dedicado dos libros, con lo que ello conlleva?

R.- Me alegro que me hagas esta pregunta (risas). La verdad es que “sigo” a Quisquete desde casi siempre. Un dato: vivíamos en el mismo barrio, aunque el primer recuerdo que tengo de él hay que situarlo en el Bimbela (bar, tugurio), junto a Enrique Vázquez de Sola, entre otros. Entonces Javier hacía otro tipo de poesía, con Góngora como bandera. Y así aparece, como gongorino (grasiento) en mi primera novela, Sobre la autodestrucción y otros efectos, que escribí entre el 72 y el 74. La última vez que nos encontramos fue en Sevilla, debajo del cielo protector de una gran bandera roja, surcando el Guadalquivir mientras celebrábamos el 150 aniversario del Manifiesto Comunista (1998). Pero fundamentalmente (recuerdos y vecindades aparte) hablamos de un poeta y un poeta materialista, por más señas, quizás el único que llega a conseguir en la poesía esa estructura profunda: la lógica de la explotación, quiero decir. Y digo que quizás sea el único porque no hablo de un poeta militante, de partido, aunque también lo fue: sino de un militante del materialismo, del discurso materialista en poesía, y ahí estriba su “originalidad”, o su radical novedad, como se encargó Juan Carlos Rodríguez de decir un día de finales de 1980 en La Madraza. Es decir, su poesía pasa del mitin, del sentimiento o de la experiencia, al discurso poético “otro”.

Quisquete tiene su etapa más “feliz” entre 1980 y 1982, con una cierta prolongación hasta 1.984, frontera en la que se le empiezan a derrumbar muchas cosas, sobre todo a raíz del fin de los encuentros en La Tertulia. En ese espacio escribe y publica sus dos grandes libros, impagables, incomparables: Troppo mare y Paseo de los Tristes. El primero que escribe, aunque lo publica después, lo hace a partir de su estancia en la Isleta del Moro, donde realmente sólo escribe el poema que le da título al libro; pero allí salta de la poesía ahistórica a la histórica. Realmente, a partir de entonces todo en su vida está pensado (con sufrimiento salomónico, como diría Lorca) desde ese salto: desde la Isleta y aquel mar interminable.

Se ha dicho, incluso se ha escrito, que a partir de entonces se descolocó, y se alude a problemas con el alcohol, incluso se ha afirmado que era un enfermo, o, también se ha publicado, que no quiso acceder a esa especie de pacto social de la popularidad, como hicieron otros, que cambiaron a tiempo de domicilio y se situaron en la modernidad. En todo caso, Quisquete no quiso “normalizar” ni su discurso ni su vida, no insertándose en una poesía de la experiencia que, a la vez, en función de una batalla teórica y comercial determinada, se convirtió en la norma poética. Proceso que vivió de cerca, hasta 1999 Quisquete. Precisamente en su último libro, Raro de Luna, intenta, a la vez, no volver a sus dos grandes libros (era una de sus chulerías; siempre se apostaba entero) y, de paso, vulnerar la norma a través de un surrealismo muy “controlado” y un encaramiento final con la muerte y el lado oscuro e irredimible de las cosas. En el fondo supone echarle el cierre a su escritura y, algunos años después, a su vida. Pues bien, todo esto, que aparece apuntado en La Muerte Imposible, es lo que se desarrolla en esa biografía novelada que estoy terminando, en un momento, además, en que, a mi juicio, se intenta digerir-fijar-reinterpretar a Quisquete sin tener en cuenta la estructura de fondo de sus dos grandes libros.

P.- En alguno de tus escritos, particularmente en Javier Egea y el desprestigio de la realidad, contrapones el discurso poético radicalmente materialista de Egea frente al discurso socialdemócrata de sus compañeros de generación Álvaro Salvador o Luis García Montero. ¿Podrías pautar las diferencias entre uno y otro discurso?

R.- Es algo que hay que desbrozar. Hay que empeñarse en desbrozarlo, porque se quiere hacer ver que es igual la llamada Otra sentimentalidad que la poesía de la experiencia, o que ésta es un afluente de aquélla; operando, pues, en la misma problemática. Y no es así, no es exactamente así. Es una batalla que se empezó a dar casi desde el principio en el terreno de la teoría y la crítica, en términos muy explícitos, que ayudan a delimitar los terrenos. Al mismo tiempo se produjo un apagón, un punto ciego, como si otros no se hubiesen atrevido a diferenciar las cosas ni en el terreno de la teoría ni en el del análisis de los textos diferenciales que se producen, por así decirlo, antes de las fechas señaladas y después de ellas, aunque esto de las fechas sea siempre un terreno resbaladizo (aunque ahora después daré algunas menos resbaladizas). El caso es que sí existió la poesía “otra”, la poesía de clase. Aunque la poesía siempre es de clase, lo que pasa es que esta vez se hacía desde el punto de vista de la explotación y además a través de un discurso enterizo, existente realmente, es decir, históricamente no burgués, que además convertía el tiempo, el espacio y el yo en historia concreta (lo que dijo J.C.R. en aquella sesión de la Madraza: ese inconsciente que nos trabaja y nos produce como explotación y como muerte).

Y hablando de historia concreta: hay dos fechas en torno a las cuales se producen transformaciones pertinentes a la hora de explicar las cosas. Me refiero a 1982, en que el triunfo apabullante de la socialdemocracia parece enterrar el proyecto transformador, y 1989, en que cae el Muro de Berlín, cerrando presuntamente toda esperanza, si es que en algunas posiciones experienciales quedaba alguna. Y hay otra fecha, 1996, en que uno de los actores de esta situación dice que la poesía de los últimos 15 años ha sido la poesía de la socialdemocracia, es decir, una poesía media, digerible, correspondiente a las nuevas capas medias emergentes a partir del triunfo socialista de 1982. Bueno, quedan dichas las fechas y no hace falta mayor comentario. En todo caso es preciso aclarar la alternativa que se elabora para poder existir, siendo de izquierdas, en el seno del sistema. Y no es otra que la teoría de la modernidad: recuperar las huellas de la ilustración (se empieza a perfilar el imaginario del “ilustrado romántico”) allá donde se dejaron aparcadas, al otro lado del paréntesis rojo, que se cierra en el 82-89. Y todo lo que no sea la modernidad, o es dogmatismo o ancianidad o estalinismo, etc. Y sobre esas bases se crea esa norma poética de la que no quiso participar Quisquete, ese Quisquete que escribió en uno de sus cuadernos que los solitarios son esos que le dicen a su amada: me quedo solo pero no me vendo.

Por todo ello la necesidad de que nadie “fije” la poesía de Quisquete en términos inaceptables, por mucho que se haga desde una supuesta amistad íntima, que no puede ni debe convertirse en una apropiación, por mucho que se haga en nombre de peritos y entendidos. Es decir, Quisquete fue un gran poeta, pero no sólo eso; en todo caso fue un gran poeta de una poesía “otra”, y eso no cabe en la norma posterior, que, como corresponde en estos casos, o intenta sepultarla o reinterpretarla o digerirla.

A pesar de que se ha dicho que un comunista nunca está solo, quizás, cuando publique la biografía novelada, me encuentre con un panorama diferente, dada la confusión académica reinante y cierto síndrome de “Puerto Urraco” al que se ha llegado en algunos ambientes. Después de la caída del Muro da la impresión de que algunos no tenemos derecho a existir.

P.- Conociendo la innegable predilección que sientes hacia la figura y el ejemplo de Juan Carlos Rodríguez, ¿te atreverías a explicar a los profanos en la materia el porqué de la importancia de este hombre para la construcción de una poética marxista?

R.-Uno de los “dramas” de J.C.R. puede estribar, supongo, en que todo el mundo le pregunte por la Otra sentimentalidad, o por los nombres consabidos, y se desconozca su inmensa obra en defensa de (y produciendo) un marxismo, a la vez, con Marx y sin Marx, es decir, un marxismo que sabe pensar solo. Ese marxismo que sabe diferenciar, en abstracto y en concreto, el objeto real y el del conocimiento (como dijo Spinoza: el concepto de perro no ladra). Al final, necesariamente, el texto que estoy a punto de terminar es también, en parte, la biografía novelada de J.C.R., quizás porque tengo temor a los reinterpretadores y a veces me gusta jugar el papel de padre del padre. Lo que ocurre es que entonces, sin duda, le estamos exigiendo demasiado: prácticamente le exigimos que para que nadie lo convierta en una gárgola del sistema tiene que quedarse absolutamente sólo. En realidad, yo no le pido tanto. Sólo le pediría que no “abjurara” de lo dicho y escrito sobre Javier Egea, en un momento peligroso, en que la modernidad se ha convertido en una máquina de picar carne. Aunque hay cosas que él ya no puede (ni quiere, lo demuestra día a día con sus presencias y ausencias) cambiar, entre otras cosas porque él, con su “Teoría e historia…” fue el causante, el referente, el motor de todo en aquel retiro de la Isleta… Mientras Quisquete, a la vez, oía “La creación” de Haydn y rompía con metafísicas y consejas y fetichismos. Incluso estoy dispuesto a perdonarle a Juan Carlos el punto ciego a la hora de diferenciar los textos de Quisquete de la poesía experiencial. Pero todos los sabemos, y sabemos su “culpa” de profesor y amigo, de “teórico”: aquello existió, existió realmente. Es decir, existe, debe seguir existiendo, y eso va a suponer una cierta batalla, en la que no va descaminado Pío Alcántara con su insistencia y atrevimiento (el cartero siempre llama dos veces).

P.- ¿No consideras que tu condición de político profesional, de tan larga trayectoria en el PCE y en IU, ha perjudicado tu propia carrera como poeta y como novelista?

R.- Yo no me he podido negar nunca ni a un vino viejo ni a la primacía de la política. Primacía de la política para un marxista que leyó a Marx, en un principio, a través de Lenin. Por tanto, no podía hacer otra cosa, máxime cuando no creí nunca (tampoco a la postre Althusser) en el tema de la práctica teórica como un espacio alternativo a la política. Althusser hasta 1980, en que tuvo lugar el no-ha-lugar, debatió en su distrito, repartió panfletos e hizo el puerta-a-puerta. Eso sí, tampoco he podido dejar de escribir literatura, esa gran mentira que dice toda la verdad, a pesar de ella misma. Y el único cambio que podría haberse dado me hubiera convertido en otra persona: ese pacto con el mercado que tan habilidosamente disfrazan unos y otros, o una cierta neutralidad disfrazada de asco por los políticos. He dedicado más de 35 años a esa lucha, y ya está. Es decir: la lucha continúa. Y yo con ella, dedicando ahora más tiempo a la literatura y a mi perra.

P.- ¿En qué fallamos o acertamos en la Transición de marras?

R.- A Quisquete, a partir de 1982, no sólo empiezan a fallarle las reuniones en la Tertulia, sino su propia partido, que también está, de forma cada vez más clara, en un proceso de “normalización” en el nuevo panorama pactado, cuando la lucha por las libertades se convierte para muchos en una lucha por una democracia donde, como dios existe entre las perolas, el capitalismo se hace dueño y respira y conspira con la gente y los partidos de izquierda, que empiezan a transformar las estrategias revolucionarias en hojas de ruta para la gestión. Como verás yo soy también responsable, en la parte que corresponda, de una etapa que es preciso abrir de nuevo, ya lo hemos hecho, precisamente en el momento en que la gente se atreve de nuevo a pensar que el problema se llama capitalismo. En fin, lo dicho más arriba: la lucha continúa.

Colofón.

El que suscribe realizó un par de cuestiones más al camarada Alcaraz, relacionadas con el affaire Fortes-García Montero y la reacción de IU Granada ante el mismo. Decidió responderlas conjuntamente de la manera que sigue:

Sobre las otras dos preguntas: Yo estoy entrando en ese debate, en ese Puerto Urraco, pero no quiero someterme a simplificaciones. Mi posición la voy a dar por escrito en un texto de 300 folios, si alguien quiere publicarlo (y si no empeñaré el piso y distribuiré la novela en mano, una por una). Un texto donde los tiempos (históricos) aparecen revueltos y se enfrentan, al margen de cualquier cronología (Como en Memoria de la melancolía o El porvenir es largo). Eso sí, volviendo a tus preguntas en algún sentido: hay un abuso de poder a la hora de situar las cosas por una de las partes. Te pondré un ejemplo: el Ayuntamiento de Sevilla, donde gobernamos, no cedió una de sus salas para la celebración de un homenaje al Conde de Foxá, ya que no se solicitaba explícitamente para el tema literario, y, por tanto, como “homenaje” a un dirigente fascista podría suponer una exaltación del franquismo, teniendo en cuenta la asociación que solicitaba el acto). Pues bien, uno de los actores contenidos en tu pregunta hizo unas declaraciones que venían a decir que los concejales de IU tenían que “arrepentirse” (sic) de lo que habían hecho, porque además el escritor en cuestión (no llamó este actor a la fuerza política de la que es miembro, no para recibir consignas, sino información) era un autor admirado y nunca se podía actuar de manera que pareciera una especie de censura. Pues bien, sin entrar en el tema del político franquista y autor de “Madrid, de corte a checa”, ¿con qué autoridad, desde qué ética se pronunciaba este actor que, sin duda, semanas antes, había sido uno de los responsables a la hora de suspender un homenaje a Javier Egea en un salón de la Universidad de Granada? ¿Cuáles fueron los motivos en este caso, que aún se desconocen? Dicho esto, y notificada mi posición sobre Luis, te aclaro igualmente que no coincido con muchas posiciones del otro actor, y lo digo desde el respeto no prohibicionista, incluso cuando descalifica al PCE y a IU.

NOTA: Parece ser que alguien cercano a la asociación falangista que pidió el local para el homenaje a Foxá ha comentado –según se dice en Sevilla, que es siempre un gran mentidero- que en caso de juicio, puesto que han registrado una denuncia por delito de prevaricación, llamarán a Luis como testigo contra los concejales de IU.

jueves, noviembre 12, 2009

"Cara a cara" con José Luis Pitarch (Granada Televisión)



El compañero Basilio Pozo-Durán*, que ya colaboró con UCAR y con la Coordinadora Republicana en la última charla de Julio Anguita, ha colgado ahora el vídeo de la entrevista que realizaron a nuestro presidente federal, el profesor José Luis Pitarch.

La interviú fue llevada a cabo por el periodista Agustín Martínez, dentro de su espacio semanal "Cara a Cara". El programa, grabado en la mañana del jueves 5, se emitió este martes 11, en la cadena local Granada Televisión.

Desde esta tribuna, volvemos a darle las gracias a Basilio, por su colaboración y compromiso.

lunes, noviembre 09, 2009

En la muerte de López Vázquez


Agosto era la voz cavernosa; Agosto era el bon vivant apergaminado; Agosto era Rabal recitando a Lorca en el cosmos de la Alfaguara.

Agosto de 2005 fue Jack Lemmon con retranca, Alberto Sordi refunfuñando en plan castizo; Aquel agosto fue José Luis López Vázquez el que puso cuerpo y alma a la poesía imperecedera de Federico.

El dandy octogenario, primorosamente vestido, acompañado por la que fue su amor tardío, Carmen Sainz de la Maza, puso su oficio de siglos al servicio del público granadino. La lluvia no consiguió interrumpir su parlamento, perlando la calva característica, empañando las gafas, humedeciendo el bigotillo cano.

El actor de actores, el cómico de la legua de tantas sesiones de tarde, el compinche de Tony Leblanc en el cine de astracán, blandió la potencia dramática de su mejor dicción en los mismos lares donde hoy se buscan los restos de un maestro cojo y de dos banderilleros anarquistas.

La chaqueta blanca de López Vázquez sirvió de contrapeso a la impunidad de los flashes, rivalizando con la luna, mudo testigo del ritual lorquiano.

La noche del 17 de agosto de 2005 los devotos del séptimo arte presentaron sus respetos al sumo sacerdote de la actuación. Aynadamar, depósito circunstancial de tantas voluntades cortadas de raíz, prestó su plaza porticada de cielo para el castellano sin tacha del que ya sólo es recuerdo.

domingo, noviembre 01, 2009

Entrevista a José Luis Pitarch, presidente federal de Unidad Cívica por la República



Las gentes de izquierda siempre hemos tendido a la generalización negativa sobre ciertos colectivos. Curas obreros, militares progresistas y/o revolucionarios jamás se han podido librar de las suspicacias, de los recelos, del ojo vigilante de los puristas. Los puros entre los puros, los guardianes de las ortodoxias, no han comprendido nunca la grandeza de la democracia social robespierrista, imantadora y magnetizante para muchos estratos de las clases dominantes, capaces de unirse al bando de los pobres, dejando atrás el pan y las rosas que les correspondían desde la cuna.

La conferencia que impartirá José Luis Pitarch en Granada el próximo jueves 5 de noviembre, significa sólo un pequeño esfuerzo por desentrañar la maraña de equívocos, una apuesta asociativa decidida a resituar en el plano de la actualidad republicana a la milicia democrática española, tan castigada, tan minusvalorada, tan olvidada, incluso entre nosotros.

José Luis Pitarch Bartolomé, socio fundador de la Unión Militar Democrática, combatiente antifranquista en las filas del Ejército afranquistado, enemigo de golpistas y de ultras, prisionero de la ignominia, exiliado ya en los años del felipismo por amenazas de milicos y militarotes. Comandante de Caballería en la reserva, profesor de Derecho Constitucional y de Ciencias Políticas en la Universidad de Valencia, presidente de Unidad Cívica por la República, hermano del general Pedro Pitarch (ex jefe del Eurocuerpo). Liberal a lo Riego, compañero de viaje de los comunistas en Esquerra Unida, heroico representante de la intelectualidad batalladora contra la Monarquía Borbón.

UCAR-Granada realizó esta entrevista a través de Internet, a fin de convertirla en sabroso aperitivo de la clase magistral de republicanismo cívico-militar que podremos degustar en cuestión de días.


¿Desde cuando militas en el movimiento republicano? ¿Cuándo comprendiste que el actual régimen borbónico es perjudicial para los destinos de España?

-Desde que comprendí en profundidad --tras desprenderme de tantos barnices y tintes fascistoides con que fui embadurnado primero en mi familia y en el colegio de curas (misa y rosario incluidos todos los días del año), luego en casi un lustro de Academias Militares, después en las salas cuarteleras de oficiales, tan honrados personalmente como ideologizados en la ignorancia de la auténtica Historia de España y en el desprecio a la democracia-- que no puede haber libertad y justicia sin democracia, y que el fin natural de una sociedad democrática es la República. Optar por la República equivale a defender la democracia.

Desde tu óptica privilegiada de constitucionalista, ¿Consideras que se puede avanzar hacia la Tercera República utilizando los instrumentos reformardores de la Constitución de 1978?

-Es como preguntar si el Papa se puede hacer mahometano, o si el Partido Popular (PP) puede defender verdaderamente los intereses más hondos del pueblo cuando está maridado al gran dinero, al gran negocio, etcétera (aunque tenga muchos militantes de buena fe que lo ignoren). La famosa “transición” fue en realidad “transacción”, pacto forzoso bajo enormes trágalas y guetos impuestos por los franquistas más astutos o inteligentes, trágalas que llegan hasta hoy (ver juicios aberrantes del franquismo sin anular, guerrilleros antifranquistas sin reconocer su lucha contra el fascismo --caso único en Europa--, militares de la UMD sin rehabilitar plenamente, o el pueblo toledano al que en la guerra impuesta por el fascismo arrancaron su nombre, “Azaña”, y 73 años después continúa con el del Regimiento franquista que lo tomó a cuchillo. ¡Menuda reconciliación!).

La Constitución de 1.978 --que tiene partes francamente buenas, por ejemplo en “derechos fundamentales”, donde ha copiado bien a la alemana actual-- tuvo entre sus “padres” a personajes con las manos llenas de sangre de demócratas, así Fraga. Esto es, la Constitución formó parte de la “transacción” y del tupido velo para gatunamente legitimar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura. Y consagró o culminó la “democracia otorgada”, la monarquía-por-la-gracia-de-Franco, y el Rey que al césar marroquí le vino en gana, sin siquiera tener derecho dinástico a ello, el Rey del “Movimiento Nacional”.

Todo lo cual blindaron desde el Artículo 1º (“el Estado español es una monarquía”), y luego en el 57 (Juan Carlos Rey, e ídem sus descendientes). Con la barbaridad añadida de situar “la Corona” en un Título por delante de las Cortes (Congreso y Senado), algo inédito en las Constituciones españolas, a la vez que la propia Constitución actual se llena la boca de decir que “la soberanía reside en el pueblo, del que emanan los poderes del Estado”, y que “las Cortes representan al pueblo español”. El pueblo español, en definitiva, queda por detrás de “la Corona”. Suena a Edad Media, o a Antiguo Régimen.

Por otra parte, el procedimiento de reforma de la Constitución, en lo que atañe al Rey, es complicadísimo (Art. 168), aunque desde un punto de vista técnico-jurídico sí sería posible llegar a la III República por esta vía del Art. 168. Pero muy difícilmente, debido a las mayorías requeridas en Congreso y Senado por dos veces (pues una vez aprobada la reforma por ambas Cámaras hay que disolver ambas, convocar nuevas Elecciones, y repetir la faena con las Cámaras nuevas). Y, además, será preciso también un referéndum que ratifique la reforma.

Hay otro eventual instrumento reformador, contemplado en el Art. 92 de la CE., el “referéndum consultivo” para “decisiones políticas de especial trascendencia”. Pero debe convocarlo el propio Rey, y, por otro lado, ya decimos, lo que resulte de este referéndum no es eficaz o “ejecutivo”, no obliga. Es una consulta no vinculante.


¿Cómo le explicarías a las nuevas generaciones de españoles lo que fue la Unión Militar Democrática?

-La “Unión Militar Democrática” fue una asociación clandestina de militares demócratas surgida en los últimos tiempos de Franco. La mayoría con el empleo o grado de capitán, aunque también, no pocos, comandantes. Y de algunas otras graduaciones, más minoritariamente. Unión, decimos, clandestina, ilegal, obviamente según las “leyes” de la dictadura.

El objetivo y razón de ser de los “úmedos” era informar y despertar las conciencias de otros compañeros militares sobre el papel espurio que llevaba cuatro décadas desempeñando el Ejército como puntal básico de un régimen antidemocrático, homicida y pisoteador de los derechos humanos. Y, desde otra perspectiva congruente, teníamos el propósito y finalidad de “mojar la pólvora” de los militares que pretendían que el franquismo continuara básicamente controlando España después de Franco, para lo cual estaban dispuestos a dar golpes de estado.

Una docena de miembros de la UMD (del grupo de Madrid) fueron detenidos y condenados a penas de prisión, en un juicio con ribetes de linchamiento. Y, aunque dé vergüenza decirlo, tal juicio acaeció cuatro meses ya muerto Franco y reinando su designado a dedo como sucesor, Juan Carlos. Quien también era Jefe supremo de las Fuerzas Armadas que despacharon aquella parodia de juicio. No detuvieron y condenaron a más “úmedos” para hacer creer a la ciudadanía española y a los observadores internacionales que la UMD no eran más que cuatro gatos localizados en Madrid. Sin embargo, el mayor núcleo estaba en Barcelona, y había grupos de UMD por todo el país, y por el norte de África y el Sahara.

¿Se puede ser, a la vez, militar y republicano? ¿Existen muchos tópicos reduccionistas sobre los militares, en relación a su actitud ante determinados cambios sociales o revolucionarios?

-Evidentemente se puede ser. Así sucede en la inmensa mayoría de países del mundo, desde EEUU, China, Alemania, Francia, Italia… a Uruguay, Argentina, Argelia o Sudáfrica. Un militar es un funcionario del Estado, el cual puede ser monárquico (muy pocos) o republicano (la gran mayoría).

En cuanto a la actitud de un militar ante los “cambios”, los uniformados tienden mayoritariamente a ser conservadores en cualquier país, lo mismo que los jueces, los médicos y, en general, las personas con una posición consolidada y un sueldo seguro. Aunque siempre ha habido un sector de militares progresistas. En mi reciente libro “Memoria irredenta del franquismo”, hay un anexo que es una conferencia mía en el Club de Amigos de la UNESCO de Madrid titulada “Militares progresistas en España: de Riego a la Unión Militar Democrática”; donde me ocupo de tal tema.


¿Qué te provoca Hugo Chávez, el presidente venezolano? ¿Conoces el grado de implicación decisiva de las Fuerzas Armadas en la Revolución Bolivariana?

-Lo de Hugo Chávez es un fenómeno político de enorme trascendencia y que implica un cambio de época y de paradigma en la posición, hasta ahora colonial, de toda Latinoamérica respecto al gran amo del Norte. Por eso, pese a sus defectos, representa una enorme esperanza.

Mas Chávez es un “caudillo”, y esto tiene sus inconvenientes, entre otros su sucesión. Sin olvidar el peligro de ensoberbecerse. Por otra parte, no hubiese podido realizar lo que está haciendo si no tuviera la enorme riqueza del petróleo. Pero el saldo de su larga presidencia es altamente positivo para los que siempre fueron olvidados, abusados, expoliados por una infame oligarquía económica y política.

Para muchos integrantes de las Fuerzas Armadas venezolanas --general, tradicionalmente cercanas al poder oligárquico-- el chavismo ha sido un shock, y Chávez ha tenido que refrenar a muchos mandos. Pero, al crear unas milicias politizadas y fidelísimas a él, constituye un contrapeso al poder “político” del Ejército. Y esto, en un país con insuficiente tradición y experiencia democrática, no es nada malo para los más pobres y preteridos.

¿Te estimula visitar Granada para charlar de republicanismo con jóvenes estudiantes?

-Granada, maravillosa ciudad que he visitado muchas veces. Trágicamente, mi vivencia de ella siempre lleva consigo la acordanza de unos militares asesinos de Federico (“Mataron a Federico/ cuando la luz asomaba./ El pelotón de verdugos/ no osó mirarle a la cara.”).

Hablar de República con los jóvenes es importante, porque éste nuestro es demasiadas veces el país de la confusión, de la Historia mentida y mal explicada. Hay que explicar a los jóvenes que la República dos veces llegó democráticamente y sin una gota de sangre, y dos veces fue fusilada por la España varada desde Trento, por la media España negra de que hablaba Machado. Hay que decirles que la República es un régimen político y moral superior a la monarquía. Y pedirles que se lean el Artículo 23.2 de la Constitución: todos los ciudadanos tienen derecho a acceder a todas las funciones y cargos públicos. ¡Qué gran violación de este importante precepto de la Constitución, y del principio de igualdad ante la ley (Art. 14 de la misma), el que la más importante función y cargo público del Estado se los queden en propiedad un señor y sus hijos y nietos!


En tu alto cometido de presidente a nivel estatal de nuestra asociación, ¿En qué debemos perseverar? ¿Qué debemos mejorar?

--Impulsar la “lucha ideológica”, para llegar a la gente y explicarles lo que dice José Luis Sampedro con la lucidez de sus 93 años: lo grave no es la maldad de los malos, sino el silencio de los buenos.

En esta perspectiva, informar por qué la República es un régimen más justo, digno y moral que retener el más alto puesto y función del Estado como propiedad de una familia.

Con otras palabras, explicar que “la familia real” se apropia de una parte de la Soberanía que corresponde al pueblo, a los ciudadanos/as.

--Referir a la gente que España se ha convertido en el último refugio de los Borbones, expulsados del trono de Francia hace 180 años, y del de las Dos Sicilias hace 150.

--Explicar que el movimiento republicano no es cosa “de rojos”, sino de todos los ciudadanos progresistas y liberales de diversos idearios o creencias; como lo fueron nuestras I y II Repúblicas. Sin dichos aportes, solidaridad, sinergia, será difícil contrarrestar el enorme poder que aún conserva el tardofranquismo reaccionario.

Denunciar que este tardofranquismo, todavía detentando posiciones de mucho poder político e ideológico, no ha querido una auténtica Reconciliación, no le interesaba un “abrazo de Vergara”. Por mala conciencia, por egoísmo, y por miedo a que España dejara de ser el único país de Europa con la más absoluta impunidad del fascismo. Sólo ha querido una “reconciliación del embudo”, sin reconocimiento alguno a la legitimidad de la II República.

Por tanto, es preciso llamar a una gran confluencia de los numerosos grupos e iniciativas republicanas actualmente en marcha por toda España.

--REGENERACIÓN: aquilatar, explicar esta palabra y concepto clave en nuestro quehacer y horizonte: República, igual a Regeneración.

Y República igual a superación de los lastres históricos tridentinos-inquisitoriales; los del caciquismo que llega inverecundamente hasta hoy mismo (ver, verbigracia, red y urdimbre de Fabra en Castellón); los de una sucesión casi incesante de dictaduras y dictablandas; o los de una ideología militar, de parte de los militares, que todavía hoy echa las patas al aire (ver generales José Mena o Blas Piñar, coronel Navarro de los Paños, capitán González Calderón, o el manifiesto público de cien coroneles integristas en mi libro de este año sobre la memoria irredenta).

Y Regeneración/República igual a erradicación de la CORRUPCIÓN, que parece inmarcesible en nuestro país, porque viene de siempre, y llegó al paroxismo en la vesánica dictadura de Franco, dejando profunda impronta y crapuloso acostumbramiento que nos latrocina y abochorna cada día.

--Reforma de la Constitución, pactada forzadamente por los demócratas con los francofascistas tales que Fraga y Cisneros; como primer paso antes de una Constitución republicana, si no fuera posible ésta directamente.

El Estado español debe ser “federal”; igual que Alemania, Austria, Bélgica, Suiza, Rusia, USA, Canadá, México, Venezuela, Brasil, Argentina, Nigeria, Sudáfrica, la India, Australia, etcétera, que tienen motivos iguales o inferiores que España para el federalismo.

Acabar con la ficción del Senado tal como lo configura la Constitución actual. Prácticamente casi inútil, salvo como “agencia de colocación” de políticos con buen sueldo y otros gajes.

Cambiar la escasamente democrática Ley Electoral en vigor, con sus listas cerradas y bloqueadas, que consagran la obediencia estricta y subordinación del elegido a la cúpula de su partido, no a sus electores, so pena de no volver a ir en una lista electoral.

--República igual a Democracia, a una Democracia mejor (la democracia siempre es un horizonte hacia el que avanzar). España arrastra un gran déficit histórico de Democracia. Aún hoy, por ejemplo, tenemos un “rey soldado”, a la manera (en el fondo) de Alfonso XIII, por no decir de Franco; un Rey que es, demasiado, “un militar”. Esto no sucede en ningún país avanzado del mundo.

--Laicismo, separación nítida de Iglesia y Estado, demasiado en coyunda, lo que no sucede prácticamente en ningún país del mundo. Superación de un Concordato “constantinista” (por el emperador Constantino, siglo IV).

--Plena rehabilitación de los últimos soldados de la República, nuestros guerrilleros antifascistas de los años cuarenta y cincuenta. Ídem de los Generales “leales” Vicente Rojo, Escobar, Aranguren, Núñez de Prado, Romerales, Batet, Caridad Pita, Salcedo, Campíns, Azarola... como del gran coronel Joaquín Pérez-Salas, de Virgilio Leret, de Burillo, Álvarez-Buylla, De la Puente Bahamonde, y tantos más abyectamente fusilados. Y de Lluís Companys, Peiró, Zugazagoitia, los Rectores Peset Aleixandre y Leopoldo Alas, etc, etc.

--Finalmente, o lo primero: España no tendrá un régimen legítimo, estará en interinidad, hasta que no se dé un referéndum monarquía/República.


¿Cual es tu visión de la Tercera República Española?

-La III República significará la tercera regeneración democrática. Y significará la devolución de una parte de la soberanía o señorío político --que retiene una familia apellidada Borbón-- a los ciudadanos. Pues, residiendo la soberanía primigenia en el pueblo, en sus mujeres y hombres, sucede aquí como con la dignidad o la virginidad, que sólo se pueden tener enteras.

La III República significará también superar, al fin, el atraso del rancio pensamiento nacional-católico que sepultó tantas esperanzas. Que prevalece, al fin, el pensamiento liberal-popular, liberal-republicano. Que los que siempre se han creído amos únicos de la historia de España, los eternos inquisidores, ya no podrán más considerar a España, como escribiera Araquistáin, “tierra de conquista”.

Amamos la República porque la necesitamos. Como se ama a una mujer o un hombre, como se ama a la primavera, como se ama al amor. Y sentimos que todo el edificio político de la “transición” quedará en farsa mientras no haya un referéndum monarquía/república. Hasta ese momento, España está y seguirá estando en interinidad. Interinidad política, moral y jurídica.

Posdata: El amigo y compañero Pitarch también aprovechará su paso por la ciudad de los cármenes para presentar su último ensayo político, "Memoria irredenta del franquismo. La reconciliación del embudo", publicado por Flor del Viento, cuya contraportada dice así:

La automitificada “transición” fue en verdad “transacción”, bajo horcas caudinas o coacción de los franquistas pactantes con los demócratas (y, si no, no había democracia, partidos, elecciones libres). Tal semichantaje, con su lote de guetos y trágalas, habían de configurar a España como el único país de Europa, casi del mundo, con absoluta impunidad del fascismo. Nadie tendría responsabilidad por el mayor magnicidio de la historia celtíbera, el fusilamiento de la II República, ni por los crímenes y latrocinios de la dictadura, realizados por los socios y herederos españoles de Hitler y Mussolini. Y todo ese tinglado político incluía un monarca designado digitalmente por Franco, bajo curatela del Ejército del caudillo, ejército síndico del “atado y bien atado”.

Algunos de estos polvos mantienen hasta hoy sus lodos, somos el solo país europeo que no ha reconocido cabalmente a los “resistentes” o combatientes antifascistas, aquellos últimos soldados de la República que no se rindieron en 1.939, ejerciendo el sagrado derecho de resistencia armada a la tiranía. Tampoco se atreve nuestra democracia a testimoniar pleno agradecimiento a los militares que, desde la UMD, pidieron el fin de la dictadura y se jugaron todo para quemar la pólvora golpista a sus compañeros más agrestes, dispuestos a impedir que llegase la democracia, y, si llegaba, a masacrarla, igual que habían hecho con la República.

Así, la democracia de que tanto alardeamos ha mantenido, treinta años rigiendo la Constitución, a más de cien mil españoles asesinados ferozmente y enterrados sin nombre por zanjas, pozos y barrancos, y aún no osa anular los aberrantes juicios sumarísimos del franquismo. Ni siquiera conocemos todo lo que pasó el 23-F, ni cuánto sabía de ello el rey. Y, mientras el hospital de la Seguridad Social de Burgos lleva el nombre de Yagüe, y Franco cabalga en la capitanía general de Valencia, con su escudo fascista presidiendo la puerta principal, no hay una calle ni costanilla en Valencia a nombre del valenciano General Vicente Rojo, ni han devuelto al pueblo toledano “Azaña” su nombre de siglos que le robaron en 1.936 sustituyéndolo por el del regimiento que lo “conquistó” para Franco. ¿A esto llaman “reconciliación”? ¿A este seguir pagando hipotecas que impuso el franquismo? ¿Hasta cuándo?