viernes, abril 27, 2007

Antonio Ferres, vida y obra de un vencido

No habían pasado ni 6 meses del golpe militar de Primo de Rivera, cuando nació Antonio Ferres Bugeda. Era el primero de marzo de 1924. El futuro escritor vino al mundo en una casa de vecinos de la calle de Antonio Palomino, en el madrileño barrio de Argüelles. Perecía la primera Restauración Borbónica a la vez que crecían las desigualdades sociales y avanzaba el republicanismo.

El sueño de libertad y progreso que supuso la República se desvaneció pronto, bajo el fuego de artillería de las tropas fascistas. Cuando terminó la guerra civil, Antonio Ferres era un chaval de 15 años. Según cuenta en su magnífico libro de memorias, en 1940 encontró su primer empleo, cómo mozo auxiliar del Servicio de Recuperación Artística, por el que cobraba 10 pesetas de jornal. Este Servicio, que se dedicaba a devolver a su dueños anteriores los objetos requisados por el Gobierno Republicano, escondía corruptelas típicas de la posguerra.

Durante la realización de unos exámenes para poder matricularse en la Escuela Superior del Trabajo, Ferres conoció a José López Pacheco, y a través de él, a su hermano Jesús. Logró acceder a esta Escuela con el objetivo de cursar posteriormente la carrera de perito industrial. Después, Antonio Ferres y Jesús López Pacheco, estudiaron juntos en la Escuela de Peritos Industriales.

Iniciados los años cincuenta, Ferres y su íntimo amigo, Jesús López Pacheco, crearon la tertulia del café La Estación, en la glorieta de Quevedo. En aquellas reuniones también participaban Julián Marcos y Julio Diamante. Por aquella época, se casó con Lola, muchacha de familia obrera y comunista.

A través de Juan Eduardo Zúñiga, Ferres conoció a Carlos Edmundo de Ory, Eloy Terrón o Faustino Cordón. A la vez que se introducía en ambientes literarios, embarcaba en el proceloso mar de la lucha antifranquista.

Ferres consiguió el puesto de segundo jefe de Geotecnia, en el Laboratorio Central de Materiales de Construcción. Allí conoció a Armando López Salinas, con el que trabó una profunda amistad.

Fue en la revista Acento Cultural, gestionada por un grupo de falangistas del SEU (el actual crítico literario de El País, Rafael Conte, entre ellos) donde Ferres y López Salinas publicaron sus primeros relatos. Nacía así el realismo crítico, corriente que renovó las caducas letras hispánicas, demasiado cargadas de nacionalcatolicismo.

Antonio Ferres y Armando López Salinas, aprovecharon el mes de agosto de 1957, para viajar al territorio remoto de Las Hurdes, en Extremadura. De este periplo veraniego, surgió el libro Caminando por las Hurdes, editado por Seix Barral en 1960, y reeditado recientemente por Gadir.

La editorial Destino acogió el lanzamiento del realismo crítico, publicando las novelas Central Eléctrica (1958), de Jesús López Pacheco, La piqueta (1959), de Antonio Ferres, La mina (1960), de López Salinas y La zanja (1961), del sevillano Alfonso Grosso. Posteriormente, fue la editorial Seix Barral la que se encargó de publicar las obras de esta nueva generación de escritores, a los que se unieron Juan García Hortelano y Daniel Sueiro, entre otros.

Cuando acababan los cincuenta, Ferres tuvo la oportunidad de conocer a Simone de Beauvoir y a Florence Malraux, que visitaban España, acompañadas por Juan Goytisolo.

Ferres y López Salinas, ingresaron al unísono en el Partido Comunista, viajando clandestinamente a una reunión del Comité Central, en París. En el seno del PCE, vivieron el tremendo golpe que supuso la detención y fusilamiento de Julián Grimau, en abril de 1963.

Tras separase de su esposa y encontrarse sin trabajo, viajó a México, invitado por el escritor exiliado Max Aub. Ferres conoció de primera mano la abismal decepción de Aub al regresar temporalmente a España, sentimiento que plasmó en La gallina ciega. En Kansas (EEUU), mientras daba clases de redacción avanzada, conoció a Doris Rolfe, de la que se enamoró. Ferres se estableció finalmente en Chicago, donde ocupó un puesto de profesor en la universidad.

Cuando mejoró su situación económica, Ferres y Doris, decidieron pasar los veranos en España, para no perder el contacto con la hija del escritor. Tras la muerte de Franco, Ferres regresó, estableciéndose en un apartamento en la calle del Pintor Ribera, en Madrid. En 1983, Doris regresó a EEUU, angustiada por la precariedad económica en la que se desarrollaba su vida diaria.

Tras la despedida de Doris, Antonio Ferres se instaló en el barrio de Maravillas, epicentro de la denominada movida madrileña. Actualmente, tiene 83 años y continúa escribiendo. La editorial Gadir, que está llevando a cabo una encomiable labor de recuperación de la obra de Ferres, publicó a finales de 2006 'Crónica de amor de un fabricante de perfumes', nueva novela del madrileño, que fue presentada por el periodista Javier Alfaya y por el poeta Luis García Montero.

Sin duda alguna, Antonio Ferres es uno de los mejores escritores del Siglo XX español, artesano de una literatura militante y comprometida, no por ello exenta de calidad. Representante de una generación olvidada, opacada por la gauche divine, símbolo de una literatura del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo. Sólo he leído tres de sus libros: Memorias de un hombre perdido, Los vencidos y La piqueta, pero espero ampliar la lista en un futuro.

Su fraternal amigo, Jesús López Pacheco, murió en 1997, en Ontario (Cánada), donde vivía exiliado desde los sesenta. Otro de sus grandes amigos, Armando López Salinas, continúa militando en el PCE y es uno de los grandes animadores de la Unidad Cívica por la República.

Antonio Ferres, que volvió a España, creyendo que todo iba cambiar tras el fallecimiento del tirano, reniega en sus memorias de las componendas políticas de la Transición, sintiéndose un hombre perdido en un país perdido. Muchos más nos sentimos así, acogotados por el orden natural de las cosas, preparados para asaltar el palacio de invierno.

jueves, abril 19, 2007

Hugo Chávez contra el príncipe Salina

Para un servidor, el príncipe Fabrizio di Salina siempre tendrá el rostro duro y enérgico de Burt Lancaster. Cuando Luchino Visconti, aristócrata y comunista, rodó El Gatopardo, el actor usamericano no había cumplido los 50 años y conservaba la buena forma física que le había proporcionado su trabajo en el circo. Lancaster dejaba Hollywood de lado y se zambullía en el cine italiano. Aquel que había empezado interpretando héroes de aventuras, siempre ganadores, inauguraba su galería de perdedores, encarnando al melancólico y ajado príncipe Salina. El saltimbanqui daba paso al desgraciado.

No he tenido la oportunidad de leer la novela de Lampedusa que inspiró a Visconti, para filmar este gran fresco del fin de una época, del desmoronamiento de una clase social. Giuseppe Tomasi di Lampedusa, duque de Palma y Montechiaro y príncipe de Lampedusa, reflejó en El Gatopardo la caída del feudalismo en Sicilia, tras el desembarco de Garibaldi y el inicio de Il Risorgimiento. El príncipe Fabrizio di Salina, principal terrateniente de la isla, observa sorprendido el avance de la burguesía, dispuesta a convertirse en la nueva clase dominante. Comprende que la era de la aristocracia ha muerto e intenta unirse a los burgueses, para mantener el papel predominante que ocupaba hasta que la historia empezó a resquebrajarse.

Burt Lancaster, prematuramente envejecido, plasma con maestría la angustia interior del príncipe, condenado a contemplar la muerte del mundo que conocía. Alain Delon, en la piel de Tancredi, sobrino de Salina y miembro del ejército garibaldino, representa al noble camaleón que se sube al carro de la triunfante burguesía. Tancredi es el rostro de los nuevos tiempos, el símbolo de la nueva Italia, unificada y liberal, mientras que Salina simboliza el pasado (esplendoroso, pero pasado al fin y al cabo).

Claudia Cardinale, imprescindible musa del cine europeo, interpreta a Angélica, hija de un rico burgués, y objeto del deseo del joven Tancredi. El compromiso matrimonial entre los dos muchachos permitirá al príncipe respirar tranquilo, ya que la fortuna del padre de la chica podrá compensar la ruina económica de la familia. Visconti, artesano del cine, recreará en la escena final de la película, un largo baile de 45 minutos, la muerte definitiva de la nobleza, ahogada por la unificación de Italia.

Tancredi, astuto y ambicioso, consolará a su tío con una frase magnífica, que ha dado pie a la caracterización de cierto tipo de políticas: Es necesario que todo cambie para que todo permanezca igual. En la novela de Lampedusa, es el propio príncipe Salina el que pronuncia este lema, que ha inspirado estrategias políticas reformistas. Los Salina, familia propietaria, pero cercana a la quiebra, entiende desde el principio lo que va a significar el ascenso de la burguesía: Un nuevo sistema económico, un nuevo sistema político, un novedoso sistema de dominación de las clases desposeídas, sin duda.

La opresión liberal sustituirá a la opresión feudal. Los burgueses, desde sus senados y sus parlamentos, legislarán contra los pobres, al igual que el señor feudal se enriquecía con el sudor de sus vasallos. Los campesinos, tendrán que abandonar el campo y emigrar a las ciudades, para trabajar en las fábricas burguesas. Así nacerá la clase obrera, hija de la Revolución Industrial. Así la Italia unida, bajo la dinastía Saboya, arrinconará a Garibaldi, abriendo el camino por el que transitará bastantes décadas después Benito Mussolini. Todo cambia y todo sigue igual. Los explotados, los vilipendiados, los parias, los humillados, siguen recibiendo palos a diestro y siniestro.

El Gatopardismo, teoría política que ha sido utilizada por multitud de "próceres", consiste en reformar parte de la estructura del sistema para evitar el derrumbamiento total del mismo. Retocar algo para impedir la caída del todo. Maquillar el capitalismo para evitar el socialismo. Por lo tanto, el gatopardismo es primo hermano de la socialdemocracia. Gatopardistas ilustres han sido y son: Mario Soares, Felipe González, Néstor Kirchner o Lula da Silva.

El pasado 25 de marzo de 2007, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, desde el programa Aló, Presidente, llamó a sus conciudadanos a construir el socialismo con flexibilidad y dinamismo, combatiendo siempre el dogmatismo, el reformismo y el gatopardismo. Cómo en otras ocasiones, Chávez dio en el clavo, demostrando un arsenal de conocimientos que harían palidecer a cualquier preboste del PP o del PSOE, siempre enzarzados en discusiones estúpidas. Esta alusión suya al gatopardismo despertó en mi recuerdos del pasado, pues desde siempre mi señor padre me ha hablado de estas cosas. He crecido oyendo hablar del gatopardismo cómo un enemigo irreconciliable de la izquierda revolucionaria.

Desde este rincón, no puedo más que agradecer al presidente Chávez por su impecable oratoria, mezcla de cultura popular y libresca, alejada de la retórica vacía de los politicastros, siempre cercana al corazón del pueblo. Hugo Chávez es un personaje muy peculiar, criado en el llano venezolano, hijo de maestros, hermano de izquierdistas y militar de profesión. El Ejército le permitió estudiar y formarse adecuadamente, la milicia le convirtió en subversivo y rebelde, por muy paradójico que parezca. A través de los libros, a través de la lucha antiguerrillera, se fue haciendo bolivariano. Ahora, junto a los trabajadores, intelectuales y soldados de su patria, intenta edificar el socialismo del siglo XXI. Que la dicha y la virtud le acompañen en su colosal tarea.

Nunca podré olvidar a Burt Lancaster dando vida a Fabrizio di Salina. Da la casualidad de que Lancaster es uno de mis actores favoritos, junto al impagable Robert Mitchum y al simpático Eli Wallach. Les recomiendo, que además de revisar El Gatopardo (Luchino Visconti, 1963), disfruten de El Nadador (Frank Perry, 1968), donde Lancaster bordea la perfección cómo actor. Pónganse el bañador y salten a la piscina, el chapuzón merece la pena. Palabra de Antonio Salvador.

martes, abril 17, 2007

Juventud, tesoro del pueblo

Un amigo y camarada me ha propuesto que escriba un texto sobre la juventud. Estoy aquí plantado, delante de la pantalla del ordenador, intentando fabricar algo inteligible. Me asalta la duda. No sé si podré tratar este tema con imparcialidad, mesura y equidistancia, ya que me afecta muy directamente. A decir verdad, suelo escribir artículos de opinión, donde vierto mis pensamientos y emociones sobre tal o cual asunto, por lo que nunca soy imparcial ni equidistante.

En la vida actual hay que mojarse. Hay que hundir los pies en el barro para comprobar lo sucio que está el patio. Tomar partido hasta mancharse, cómo decía el poeta. Yo soy una persona joven, ya que nací en septiembre de 1985, durante la primera legislatura de Felipe González. Vine al mundo casi diez años después de la muerte del dictador Francisco Franco, cuando todo el pescado estaba vendido, cuando la Transición (o Transacción) ya estaba hecha.

Actualmente, tengo 21 años y medio, he acabado una carrera universitaria y curso estudios de pos grado. No tengo trabajo, porque no lo he buscado. Vivo con mis padres, que cubren todos mis gastos, que no son pocos. Espero hacer unas prácticas este verano y encontrar un trabajo a partir de septiembre (o prepararme unas oposiciones cómo me recomiendan amigos y familiares).

Desde que tenía poco más de 14 años, me considero comunista, sin adjetivos. Aún así no pertenezco a ninguna organización política, ni a la UJCE, ni al PCE, ni al PCPE, ni a CR. En las tres o cuatro ocasiones en que he podido ejercer mi derecho al sufragio, he votado a IU. Creo que soy comunista por mis lecturas, por mi conciencia y por cierta tradición familiar. Siempre he defendido la causa del socialismo, en todas sus vertientes, en España, en Cuba o en Burkina Fasso.

Desde hace 2 años soy militante de la Unidad Cívica Andaluza por la República. Por diversas circunstancias, hemos tardado un tiempo en despegar, pero por fin levantamos el vuelo. El desarrollo y consolidación de UCAR-Granada es mi principal objetivo político, en estos momentos.

Como ven, soy una rara avis: comunista lafarguista (por lo del derecho a la pereza), republicano, joven, cinéfilo y mitómano. Creo que estoy capacitado para pergeñar un pequeño análisis de los problemas y necesidades de la juventud actual.

La juventud española es uno de los sectores populares más castigados por el capitalismo neoliberal. Millones de jóvenes comienzan su vida laboral en el seno de empresas de trabajo temporal, al amparo de un contrato basura. La precariedad ha encontrado en la juventud española carne de cañón barata y sumisa. Los empresarios sin escrúpulos (cómo si hubiera alguno que los tuviera) hacen y deshacen a su antojo, siempre conscientes de que las sucesivas reformas laborales de los sucesivos gobiernos, sean del signo que sean, no perjudicaran nunca su cuenta de resultados.

La temporalidad en el empleo, la precarización del trabajo, repercuten negativamente en las futuras pensiones de esos jóvenes cotizantes. Por no hablar de la economía sumergida, que mueve millones en nuestro país, y afecta especialmente a los jóvenes inmigrantes.

Nuestra juventud es hija de la sociedad del espectáculo. Educada por una televisión profundamente reaccionaria, aleccionada por maestros y profesores demócratas y bien pensantes, consumista e incívica cómo sus padres.

Prisionera en casa de los papás hasta cumplidos los treinta, acogotada por el precio de la vivienda. Víctima frecuente de la especulación inmobiliaria, del matrimonio inmoral entre políticos corruptos y ladrilleros corruptores. El feroz apetito especulativo de tanto sinvergüenza no hace sino retrasar el desarrollo personal, sentimental y familiar de millones de jóvenes. El sistema nos oprime y a la vez nos halaga con la publicidad, el sistema reprime a los jóvenes y jóvenas contestatarios y nos hace creer que somos el ombligo del mundo.

La sangre de los habitantes del Tecer Mundo nutre las venas de la globalización. A nosotros, ya nos nos matan (a algunos cómo a Carlo Giuliani sí), a nosotros nos venden sus productos innecesarios, nos comen el coco a través de los mass-media, impiden nuestra maduración cómo seres humanos libres y responsables.

Estiran cómo un chicle el concepto de juventud, hasta el infinito y más allá. Le roban la infancia a los niños, adelantándoles la adolescencia, para incorporarlos más pronto al mercado laboral y explotarlos durante más tiempo. Rejuvenecen con la cirugía estética a los maduritos, cómo si cuatro cremitas y un lifting constituyeran el bálsamo de Fierabrás de la eterna juventud. Desean retrasar la edad de jubilación y se sirven de tópicos juveniles para lograrlo.

El sistema conspira contra el pueblo. Los jóvenes constituyen la parte más preparada y más audaz del pueblo. Los jóvenes deben responder a este desafío, deben desafiar a los plutócratas. Debemos responder.

La Asamblea por la Vivienda Digna es un ejemplo resplandeciente de lo que puede hacer una juventud valiente y subversiva. Un ejemplo de lucha autónoma, independiente de los partidos políticos oficiales, con un contenido claro y sensato. Reclaman el cumplimiento del artículo 47 de la Constitución Española. Quieren que se cumpla su Constitución burguesa y aún así los reprimen fieramente, con sus fuerzas del orden.

Yo no soy un buen ejemplo para nadie, no he luchado lo suficiente, no me he comprometido lo bastante, ya que todavía disfruto de las migajas del Estado del Bienestar. Aún así, desde esta trinchera virtual, me esfuerzo por clarificar el statu quo, por gritarle al emperador que va desnudo. Espero que estas reflexiones os sirvan, o que por lo menos, os den pie a profundizar en el asunto, a leer a los clásicos del socialismo (a los que yo casi no he tocado, sólo ojeado), y a seguir luchando por un mundo mejor.

* Cómo dijo el otro día Paco Vigueras en la cena republicana, los maestros fueron uno de los colectivos más represaliados por el régimen franquista. Por mi experiencia personal, he de reconocer que la gran mayoría de los profesores o maestros que he tenido a lo largo de mi vida, han sido personas de centro derecha o incluso de extrema derecha, expertos en aleccionar a las nuevas generaciones, huérfanas de historia (y caldo de cultivo del huevo de la serpiente.)

domingo, abril 15, 2007

Viva la Tercera República Española





























Fotografías tomadas el sábado 14 de abril de 2007, en el monumento al periodista republicano Constantino Ruiz Carnero, en la calle San Matías, junto a la antigua Capitanía. El acto fue organizado por UCAR-Granada y contó con la participación del periodista Paco Vigueras, biógrafo de Ruiz Carnero. Paco Ríos, exparlamentario andaluz por IU, recitó unos poemas de Ángel González, cerrándose el acto con la intervención del oncólogo José Luis García Puche, presidente de UCAR-Granada.

jueves, abril 12, 2007

Javier Sardá, la impostura del progre (y 2)

"Calumnia, que algo queda" reza un sabio refrán español. Esta es la máxima que parece seguir en estos días el multimillonario periodista Javier Sardá. Tras cargar contra Cuba, mintiendo descaradamente, con el único y miserable objetivo de promocionar su nuevo programa, la República Bolivariana de Venezuela parece la próxima pieza a batir. El Semanal Digital, periódico cibernético de tendencia neoliberal, da cuenta en su edición de hoy de la visita realizada por Javier Sardá y Boris Izaguirre a la cadena venezolana RCTV, durante la pasada Semana Santa.

Las declaraciones de ambos, disponibles en el sitio web escuálido Venezuela Press, rayan lo demencial. Mientras Izaguirre elogió el comportamiento de los trabajadores de RCTV, Sardá se erigió nuevamente en supremo defensor de la libertad de expresión, tal y cómo nos tiene acostumbrados. El potentado presentador señaló que por más que sean "políticamente improcedentes por ser muy conservadores de derecha o muy radicales de izquierda, o arbitrarios, o porque tienen mal gusto, o porque su forma de abordar la realidad es incluso éticamente discutible, incluso en ese caso, la libertad de expresión consiste en permitir a uno como consumidor ver cosas que le disgusten".

Por supuesto, Sardá no perdió la oportunidad de justificar su labor en Crónicas Marcianas, donde a diario recalaban personajillos y frikis, todos ellos lumpenproletarios del show-business. Sardá tiene vocación de superhéroe. Lo que más desea es enfundarse el traje azul elétrico, colocarse la capa fosforita, y emprender el vuelo, todo sea para proteger a los consumidores del maléfico castrochavismo. Este caballero, sin miedo y sin tacha, sabe que miente. Miente a conciencia. Javier Sardá sólo obedece la voz de su amo: el capitalismo internacional.

Los medios antichavistas, que participaron abiertamente en el golpe fascista del 11 de abril de 2002, han fabricado un nuevo frente contra el Gobierno Bolivariano, aprovechando la decisión de éste de no renovar la la licencia de emisión en abierto al canal Radio Caracas Televisión (RCTV). Cómo escribió J. David Carracedo en Diagonal "la ley del estado venezolano, como la del resto de países, estipula que el espectro radioeléctrico pertenece y es administrado por el Estado que dispone del derecho de concesión de licencias, mientras que las infraestructuras, el material y las sedes de los canales pueden ser de propiedad privada". No hay nada más que decir con respecto a este tema.

Sacamos una conclusión resplandeciente: Javier Sardá es un mentiroso, que apoya abiertamente a los medios golpistas venezolanos, amparado en la libertad de expresión. Sardá chulea este derecho fundamental, actúa cómo un proxeneta, lo prostituye para sacar determinados rendimientos económicos. Debemos decir, bien alto y bien claro, que este hombre carece de autoridad moral alguna para proclamarse protector de la libertad de expresión. En todo caso, que se dedique a proteger la mierda televisiva del momento, hija de sus entrañas.

Vuelvo a solicitar al señor Sardá, que se dedique a administrar sus millones o a viajar por el mundo, pero que se olvide de los pueblo heroicos que resisten al imperialismo. Que llame a la puerta de Federico Jimenéz Losantos y pida perdón, que expíe su pasado progre en solemne confesión ante Monseñor Rouco Varela, que escriba en Libertad Digital y lance soflamas antiZP desde la Cope. No en vano, el perro siempre es el mismo, sólo cambian los collares.

martes, abril 10, 2007

Javier Sardá, la impostura del progre

«Se está produciendo un fenómeno curioso cuyo síntoma más característico quizá sea la reivindicación de una nueva clase social, que yo denominaría "progresía", y que pretende erigirse en representante de la moral artística, heredando así los derechos ejercidos durante tantos años por la burguesía dominante. Reclaman privilegios, aspiran a institucionalizar sus gustos y aversiones y para ello se guían por los valores ya institucionalizados, limitándose a cambiar sólo los acentos y las comas, sin alterar el discurso, sin encarnar en un auténtico compromiso las nuevas formas, que, dicho sea de paso, les escandalizan tanto como a sus antecesores.»

Gonzalo Suárez, director de cine y escritor. Revista Triunfo, 1972.

Ayer saltó la noticia, que se ha extendido cómo la pólvora por Internet. Javier Sardá, polémico periodista y presentador, reaparece en escena cómo mártir de la libertad de expresión. Según informan diversas webs, la Embajada de Cuba en España ha denegado el visado para la entrada en la isla al showman catalán, que había planeado viajar al país con el cantautor Joan Manuel Serrat para grabar un episodio de su nuevo programa.

Las razones alegadas por la embajada cubana para impedir la entrada de Javier Sardá en Cuba, siempre según la versión de Falsimedia, son las críticas lanzadas por Sardá y sus colaboradores contra Fidel Castro y contra la Revolución, en el magazine nocturno Crónicas Marcianas. Como en ocasiones pasadas, un progre adinerado ataca frontalmente al proyecto socialista cubano, amparado en la defensa de la libertad y la democracia. Pero, sin duda, este ataque es especial, por la personalidad y la trayectoria del interfecto.

Francisco Javier Sardá Tamaro nació en Barcelona hace 49 años. Es hermano de la popular actriz Rosa María Sardá. Desde 1992 hasta 1997 trabajó para el grupo Prisa, propiedad del magnate Jesús de Polanco, feroz enemigo de la Revolución Cubana. Desde que abandonó la cadena Ser hasta el verano de 2005 dirigió y presentó el late-nigth Crónicas Marcianas en Telecinco, propiedad del exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi. Es considerado por buena parte de la crítica televisiva cómo el introductor de la telebasura en España, opinión está que le molesta muchísimo.

A lo largo de los 8 años de Crónicas, la cuenta corriente de Sardá no dejó de ingresar dinero contante y sonante, a la vez que el espacio bajaba peldaños hacia la más infame degradación humana. Durante todo ese tiempo, la audiencia no dejó de acompañarle, elevando a la categoría de mitos a personajes cómo Boris Izaguirre, Coto Matamoros, la pitonisa Lola o Pocholo Martínez Bordiú. Sardá pobló la noche de frikis, encontrándose con la numantina resistencia de Joaquín Sabina, que fustigó al presentador en los últimos años de su reinado catódico.

El caso de Boris Izaguirre merece un tratamiento aparte. Este individuo, venezolano de nacimiento y recientemente nacionalizado español, se ha reciclado en la cadena Cuatro (propiedad también de Jesús de Polanco) abandonando gran parte de su histrionismo y renegando del exhibicionismo corporal del que hizo gala en Telecinco. El señor Izaguirre es homosexual y ha hecho de su condición sexual un espectáculo permanente. Cómo cabría esperar Boris es profundamente antichavista, llegando a insultar en directo al legítimo presidente de Venezuela, mientras colaboraba en Crónicas, y ahora, en Channel nº 4. Además, es amigo del peruano Jaime Bayly, autor de best-sellers y propagandista del terrorismo antichavista en Miami.

Sólo Andreu Buenafuente, también catalán y también enemigo de Cuba y de Venezuela, pudo destronar al emperador Sardá. En estos días, el barcelonés vuelve a la palestra con un nuevo programa de viajes, por lo que esta nueva andanada contra Cuba no parece nada casual. El señor Sardá promociona su nuevo programa utilizando la libertad de expresión cómo coartada. El señor Sardá, miembro de la detestable progresía, es ducho en las artes del izquierdismo de salón, cómo todos aquellos que fueron, son o serán asalariados de Prisa. La gauche divine ya no tiene ni el glamour ni el estilo de antaño, pero sigue siendo igual de dañina para la causa revolucionaria.

Las últimas noticias, provenientes de la delegación cubana en nuestro país, niegan las calumnias de Javier Sardá y de la cadena Telecinco. No puedo adivinar cómo acabará todo este embrollo, pero lo que sí es seguro es que el avispado Sardá ha conseguido su objetivo: Insultar a Cuba y publicitar su nuevo empleo. Le recomiendo encarecidamente al señor Sardá (¿o era Casamajor?) que se dedique a viajar en su avioneta, a tomar el té con Boris y Matamoros, o a escribir un libro de memorias, tan en boga en esta época, donde nos cuente cómo acabó lo suyo con Sabina.

Mientras la izquierda impostora sigue su implacable cruzada contra el socialismo cubano (y venezolano), las autoridades usamericanas otorgan la libertad condicional al terrorista internacional Luis Posada Carriles, responsable confeso de multitud de crímenes. Ninguna de las chillonas figuras de esta izquierda exquisita levanta la voz y clama justicia para los 3000 cubanos asesinados por la contrarrevolución. Nuestra falsa izquierda dice no a la guerra de Irak y calla ante la de Afganistán. La verdadera izquierda, la única izquierda posible, la izquierda anticapitalista y antiimperialista, lucha para restaurar la democracia perdida, aquella que el fascismo nos arrebató y el reformismo enterró.

lunes, abril 02, 2007

Nos robaron el mes de Abril




Las masas populares, vosotros, obreros y antifascistas en general, sois los patriotas, los que queréis a vuestro país libre de parásitos y opresores; pero los que os explotan, no, ni son españoles ni son defensores de los intereses del país.(José Diaz).

En España lo mejor es el pueblo. Por eso la heroica y abnegada defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos –nuestros barinas– invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo. La demofilia es entre nosotros un deber elementalísimo de gratitud. (Antonio Machado).

De repente, Abril. Reaparece perlado de lluvias, tan necesarias para paliar la sed de nuestros campos. Regresa, en plena Semana de Pasión, entre nazarenos, bandas de música y vírgenes bajo palio. Abril republicano, tricolor, repleto de recuerdos y de esperanzas. Aclararon el morao de las banderas, pero no consiguieron arrancar ese morao del corazón de los buenos españoles.

A lo largo y ancho del país se celebran actos republicanos, en pos de la memoria histórica y cómo punto de encuentro de las viejas y nuevas generaciones que luchan por una España diferente. Desde hace algunos años, el movimiento republicano se ha visto revitalizado, al calor de las movilizaciones antiguerra, empujado por los mejores cuadros de la izquierda anticapitalista.

La Monarquía Borbón, cada vez más cuestionada, todavía es apoyada por millones de ciudadanos que se sienten juancarlistas. El cuento de hadas de la Transición sigue bien arraigado en el subconsciente colectivo, incluso entre muchos republicanos de izquierda. Pero, poco a poco, se va resquebrajando el engaño y salen a la luz numerosas críticas contra la Familia Real y sus adláteres.

Algunas de estas críticas provienen de sectores de la derecha liberal, lo que no hace sino confirmar las advertencias lanzadas por Julio Anguita en los últimos tiempos. Parte de la derecha se está republicanizando a marchas forzadas, sabedora de que el chanchullo monárquico no durará toda la vida. Debemos estar atentos, y preparados para impedir que una futura Tercera República nazca herida de muerte.

El colectivo republicano, las gentes que queremos un futuro mejor para nuestro país, aquellos que aspiramos a mejorar las condiciones de vida de las clases trabajadoras, necesitamos evitar la nostalgia y preparar el porvenir, sin dejar de recuperar la memoria de los nuestros. Es una tarea complicada, que requiere voluntad, sacrificio y tesón, pero que es vital para dignificar nuestro pasado e indispensable para construir un nuevo modelo de convivencia.

Recordar el pasado, sin idealizarlo. Idealizar el futuro, recordando los renuncios del presente. Recobrar la Patria Perdida, que duerme el sueño de los justos desde el 39. Celebrar el 14 de abril, sin olvidar el 18 de julio. Es más que urgente la refundación del Estado, para lograr un país soberano y libre, que reconozca la autodeterminación, sin dejar en el tintero la conveniencia de la unidad. Unidad en la diversidad, unidad republicana, defensa de los intereses mutuos frente a los imperialismos depredadores.

La Monarquía posfranquista es un negocio caduco, que, incluso, está en franca contradicción con los principios de la democracia liberal (o burguesa). Defendida por la derecha aznarista y elogiada por la progresía, bendecida por la Santa Madre Iglesia y jaleada por los medios de comunicación, su misma existencia es un insulto a la inteligencia.

El otro día, un ciudadano dejó con la boca abierta al mismísimo presidente del Gobierno, al plantear una cuestión elemental: ¿Por qué, en pleno Siglo XXI, los españoles debemos sufragar los gastos y estipendios de una, cada vez más numerosa, familia de aristócratas holgazanes? La respuesta de Rodríguez Zapatero, evasiva y destinada a loar la figura de Juan Carlos I, fue un fiel reflejo de la catadura moral de nuestros políticos (de la inmensa mayoría, porque todavía resisten políticos ejemplares, militantes de izquierdas, honestos y republicanos).

De nuevo, Abril. Abril para vivir, Abril para luchar. Abril morao como la bandera que nos arrebataron. Una vez, hace ya 70 años, un pueblo se atrevió a soñar, y lo pagó muy caro. Millones de mujeres, millones de hombres, quisieron construir una nueva patria, más justa y acogedora, un país para todos, una República democrática de trabajadores con perspectivas socialistas. El pueblo de entonces, ideologizado y combativo, quiso crear una España a su imagen y semejanza. Por supuesto, la Falsa España, la que expide certificados de patriotismo y masacra a los humildes, no se lo permitió. Los rojos defendieron su patria conquistada hasta el final y tocaron el cielo con la punta de los dedos.

Nos robaron el mes de Abril. Ahora, vamos a recuperarlo.

* No quería que el texto fuera nostálgico y está plagado de nostalgia. Lo más curioso es que, muchos de nosotros sentimos nostalgia por una época y por un país que no conocimos. Pero, lo que es cierto, como he escrito en otras ocasiones, es que yo perdí una guerra cincuenta años antes de nacer. Mi país, la única patria posible de un español republicano, dejó de existir cuando mis cuatro abuelos eran adolescentes.

No quiero terminar este texto, sin dar las gracias a Joaquín Sabina y a Carlos Cano (que estás en los cielos) por sus canciones y por sus letras, que me han inspirado algunos aspectos de este artículo.