sábado, febrero 24, 2007

Granada (Desgranada). Primera Entrega.


Quizás muchos de ustedes no lo sepan, pero la carretera más alta de Europa se encuentra en la provincia de Granada. Comienza en la ciudad de la Alhambra y finaliza en la cumbre del pico Veleta, el segundo más alto de la Península Ibérica tras su vecino Mulhacén. Desde hace algunos años, el último tramo de la carretera, que escala hasta los 3000 metros, está cortado para vehículos. Cada año se celebran dos carreras deportivas, una ciclista y otra a pie, que utilizan la vieja carretera para alcanzar el techo de Iberia.

Porque, la carretera es vieja, tiene bastantes años. Data de 1935, en plena Segunda República. En su época fue un proyecto audaz, agresivo para el medio ambiente y perturbador de la tranquilidad de la Sierra Nevada. Pero, sin duda, su creador quiso asaltar los cielos, acercar la alta montaña al ciudadano común, robarle el fuego a los dioses del Olimpo para ofrecérselo a los hombres. Se llamaba Juan José de Santa Cruz y Garcés de Marsilla.

El ingeniero Santa Cruz nació en Madrid en 1880, siendo el menor de los cinco hijos del Barón de Andilla. Realizó, al igual que su padre, los estudios de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos. En 1914, fue destinado a Granada, donde residiría hasta su muerte. Pronto se integró en la vida política y cultural de la localidad, convirtiéndose en presidente del Centro Artístico, del que formaban parte personajes de la talla de Federico García Lorca o Fernando de los Ríos.

Militó en la Agrupación de Intelectuales al Servicio de la República, junto con José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y Antonio Machado. En las Cortes Constituyentes de la Segunda República, Santa Cruz fue elegido diputado por el PSOE. Manuel Azaña, con el que mantenía una antigua amistad, quiso nombrarlo ministro de Obras Públicas, pero el ingeniero se negó.

En el año 1931 fue nombrado ingeniero jefe de Obras Públicas de Granada. Dos años más tarde, abandonó la actividad política. En 1935, concluyeron las obras de la carretera más alta de Europa, cumpliéndose el viejo sueño de Santa Cruz.

En Granada capital, la sublevación fascista comenzó el 20 de julio de 1936. Las tropas salieron de los cuarteles, y apoyadas por voluntarios falangistas, ocuparon las calles de la ciudad. Los sublevados tomaron el Ayuntamiento, el Gobierno Civil, el Gobierno Militar y la fábrica de pólvoras de El Fargue .

Fueron detenidos, entre otros, el alcalde Manuel Fernández Montesinos (cuñado de García Lorca), el presidente de la Diputación Virgilio Castilla, el comandante militar de la plaza Miguel Campins, el gobernador civil César Torres, el teniente coronel de la Guardia Civil Fernando Vidal Pagán y el secretario del Comité del Frente Popular Antonio Rus Romero. La reacción popular no se hizo esperar. Pronto, miles de trabajadores se atrincheraron en el barrio del Albayzín, siendo bombardeados desde la Alhambra.

Al caer la noche del 23 de julio, la resistencia del Albayzín había cesado. Comenzó en ese momento una brutal represión contra todos aquellos que se habían mantenido leales a la República. En esos días, el ingeniero Santa Cruz, acusado de preparar la voladura del embovedado que cubre el río Darro, fue detenido en su casa de la Plaza Nueva. El 1 de agosto fue juzgado sumarísimamente junto con César Torres, Virgilio Castilla, Rus Romero, el sindicalista José Alcántara y el abogado Enrique Marín Forero. El proceso, evidentemente, fue una farsa. Santa Cruz, Castilla, Rus, Alcántara y Marín Forero, fueron condenados a muerte. César Torres sería condenado a reclusión militar perpetua, pasando ocho años en la cárcel.

En la madrugada del día 2 de agosto de 1936, el ingeniero Santa Cruz fue fusilado en las tapias del cementerio de San José, junto a sus compañeros de infortunio. Por las mismas fechas serían fusilados el alcalde de Granada, Fernández Montesinos, el director del periódico "El Defensor de Granada", Constantino Ruiz Carnero, el catedrático de Derecho Administrativo, Joaquín García Labella y el rector de la Universidad, el arabista Salvador Vila. En la mañana del 16 de agosto fue ajusticiado en Sevilla el general Miguel Campins Aura "por haber tratado de hacer fracasar el movimiento salvador de España".

Era la hora de los salvapatrias, de los cruzados, de la gente de orden, de la maldita gente de bien. Las Escuadras Negras, formadas por señoritos y matones, se dedicaron a capturar y a ejecutar rojos, aterrorizando a los granadinos. Entre Víznar y Alfacar, fueron fusiladas 2000 personas, además del poeta. Allí siguen, enterradas en fosas comunes, esperando el retorno de la verdadera democracia. Democracia sin transición ni transacciones, democracia sin espadas de Damocles, democracia libre de ataduras franquistas, democracia republicana.

Durante la dictadura, el nombre de Juan José de Santa Cruz fue relegado al olvido. Se publicitaba a bombo y platillo la carretera más alta de Europa, pero sin mencionar a su máximo artífice. Los fascistas, además de quitarle la vida, se apoderaron de su obra. En la actualidad, es casi un desconocido, incluso para los granadinos de izquierdas. El asesinato de Federico eclipsó el de todos los demás, aunque a su vez se convirtió en un símbolo de los mártires de la libertad.

Cómo ya he dicho anteriormente, "se ha dejado morir" a la carretera del Veleta. Con ello, se intenta evitar que la contaminación que producen los automóviles altere el preciado ecosistema de nuestra Sierra. La carretera que proyectó Santa Cruz provocó la degradación progresiva de la cumbre del Veleta. Según recoge la revista de montaña Desnivel "Desde que se llegó por primera vez en coche en 1935, la cumbre del Veleta ha ido sufriendo una degradación progresiva, ha permanecido accesible a vehículos, tiene un bosque de antenas, un refugio observatorio ruinoso y sin uso, en verano se instalaban quioscos y se parecía más a una feria que a una montaña evocadora de sueños. Sus laderas hacia los valles del Dílar y Monachil albergan la estación de esquí de Sierra Nevada; hubo una estación de telecabina en su cumbre, que los vientos "aconsejaron" desmontar. A pesar de todo los telesillas y telesquís suben hasta sus inmediaciones. Hubo un proyecto de restaurante giratorio para la cima. Otro de Mirador Subterráneo."

Se traicionaba así el proyecto original del ingeniero, un revolucionario emprendedor que quiso domar la naturaleza. Un soñador que dejó escritas las siguientes palabras "Es necesario reclamar de los poderes públicos que sea Sierra Nevada lugar que merezca la máxima protección oficial para su flora y para su fauna, lo mismo que en la geografía es el lugar prominente de la Península Ibérica. A las sociedades alpinas toca tomar la iniciativa de la demanda."

A partir de este momento voy a tratar de desgranar los granos de mi Granada. Con estos artículos pienso tratar diversos temas que afectan a mi ciudad natal, a mi patria chica. Quiero recordar a personajes que marcaron o marcan su historia, intentando alejarme al máximo de la retórica oficial.

Porque, esta ciudad necesita un vuelco, y no meramente electoral. Necesita volver a ser una ciudad habitable, despojarse de las cadenas que la aprisionan, acabar con la influencia de determinadas mafias culturales, romper con el puño cerrado el muro de hormigón que la ahoga. Quiero (y conmigo, muchos granadinos de la rabia y de la idea) que Granada deje de ser la tierra con la peor burguesía de España (Lorca dixít). Pero, no se equivoquen, no quiero a ningún burgués ensuciando el albero de mi "Graná". Sólo pueblo llano, del que pierde guerras civiles y muere por la revolución.

miércoles, febrero 21, 2007

Estampas de la guerra civil

18 de julio de 1938. Se cumplen dos largos años del levantamiento fascista contra la República Española. En el Ayuntamiento de Barcelona, capital provisional del gobierno legítimo, Manuel Azaña pronuncia el famoso discurso de las tres "pes". El presidente de la República pide a los españoles de los dos bandos "paz, piedad y perdón". Es el inicio del vertiginoso descenso de Azaña hacia el derrotismo. El hombre que había sido el gran impulsor del sueño republicano, el estadista que había combatido los privilegios de la Iglesia y del Ejército, acababa su carrera política pidiendo perdón a lo más oscuro del alma española: el fascismo negro y montaraz.

27 de febrero de 1939. Cataluña ha caído. Manuel Azaña, refugiado en Francia, presenta su dimisión cómo Jefe del Estado, siendo sustituido por Diego Martínez Barrio. La renuncia del presidente resta algo de legitimidad al bando republicano y refuerza la posición del bando faccioso. El histórico político acabará sus días en la Francia de Vichy, hostigado por agentes franquistas y perseguido por la Gestapo. Ni paz, ni piedad, ni perdón. La nueva España (que no es nueva, sino viejísima) sólo quiere cazar y abatir a los mejores de entre sus hijos.

La noche del 5 al 6 de marzo de 1939, el coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército del Centro, se subleva contra el legítimo gobierno republicano, encabezado por el doctor Juan Negrín, militante del PSOE. Los golpistas, liderados por el coronel Casado, el general Miaja, el general anarquista Cipriano Mera y el dirigente socialista Julián Besteiro, constituyen el Consejo Nacional de Defensa, con el objetivo de negociar "una paz honrosa" con Franco y evitar el alargamiento de la guerra.

Las unidades comunistas que formaban parte del Ejército del Centro, no dudan en enfrentarse a las fuerzas golpistas, librando duros combates en el centro de Madrid. Mientras, el presidente Negrín, el ministro Álvarez del Vayo y otras figuras del gobierno republicano, parten en avión desde la posición Yuste (Elda, Alicante) hacia Francia. Días después, la plana mayor del PCE (Pasionaria, Hidalgo de Cisneros, Rafael Alberti), abandona España desde el aeródromo de Monóvar, en la llamada posición Dakar. Los dirigentes comunistas, abandonan a sus bases, que se batían valientemente contra las tropas casadistas. El PCE, que había sido el sostén principal del Ejército Popular de la República, colaborando en la organización de un ejército profesional con militares apartidistas cómo Vicente Rojo, deja en la estacada a sus mejores soldados y con ellos, al destino de la República Española.

Pronto se revelaría la verdadera cara de los golpistas. Las tropas anarquistas, mandadas por Mera, logran derrotar a las fuerzas comunistas, mandadas por Barceló, Bueno y Ortega. El teniente coronel Barceló y el comisario Conesa, ambos militantes del PCE, son fusilados por orden del Consejo Nacional de Defensa. Otros dirigentes comunistas cómo el líder juvenil Eugenio Mesón o el teniente coronel Etelvino Vega, son entregados al gobierno franquista, que los ejecutaría posteriormente.

A finales de marzo, Casado entrega Madrid a las hordas fascistas y huye hacia Valencia, donde embarca en un barco británico. Julián Besteiro es apresado por los mismos españoles con los que habían negociado, los mismos fascistas que les habían prometido una paz honrosa. Ni paz, ni piedad, ni perdón. Besteiro, viejo profesor de Lógica, moriría enfermo en la cárcel de Carmona.

Cipriano Mera, albañil de la CNT que llegó a ser general del EPR, huye a Orán, donde sería internado en un campo de concentración. En 1942 sería deportado a España y encarcelado en la prisión de Porlier. Condenado a muerte en 1943, en 1944 la pena le sería conmutada y dos años después llegó el indulto. Ese mismo año de 1946, se exiliaría en Francia. Resulta curioso comprobar el hecho de que un militar anarquista (de alta graduación) cómo Mera sólo pasase 4 años en las cárceles franquistas, mientras que el poeta comunista Marcos Ana, no recuperó la libertad hasta 1961. Comparen ustedes también el destino de Cipriano Mera con el del también general Antonio Escobar Huertas (católico y conservador pero leal a la República), fusilado en 1940. A veces, parece que Roma sí paga a los traidores.

Moría así la Segunda República Española, víctima del fascismo internacional, del abandono de las potencias "democráticas" y del oportunismo estalinista. Hitler y Mussolini utilizaron nuestro territorio cómo base de pruebas para la inminente Segunda Guerra Mundial. Francia y Reino Unido dejaron consumirse a una República de trabajadores con peligrosos tintes revolucionarios. Stalin ayudó militarmente al gobierno republicano, pero también asesinó a Andreu Nin (entre otros) y ejerció una detestable influencia sobre el PCE.

La España de Franco, victoriosa desde entonces, no tuvo ni paz, ni piedad ni perdón, para con los españoles del otro lado. Los esbirros del Generalísimo se dispusieron a destruir la vanguardia revolucionaria española, sembrando de cadáveres los campos, las cunetas y las tapias de los cementerios. De esta manera, una España exterminó físicamente a la otra. Desde entonces, la estamos reconstruyendo.

sábado, febrero 17, 2007

Intervención de Marcelino Camacho

El capitán de los hombres íntegros

Hasta hace pocos meses no había oído hablar de Thomas Sankara. Conocía de la existencia de líderes revolucionarios africanos cómo Patrice Lumumba, Amílcar Cabral o Samora Machel. Se me ocurren otros nombres: Nelson Mandela, Steve Biko, Kwame Nkrumah. Pero de Sankara, no sabía siquiera de su existencia.

Fue a través de Internet cómo llegue a conocer la vida y muerte de Thomas Sankara. De casualidad, topé con la página web de la editorial Almuzara y en ella encontré la ficha de la novela negra "El Caso Sankara", escrita por Antonio Lozano. Tras leer la reseña del libro, me apresuré a buscar información sobre Sankara y sobre el propio Antonio Lozano.

La historia del capitán de paracaidistas Thomas Sankara es fascinante. Su heroica y desgraciada peripecia vital se funde con la del propio continente africano, tan cerca y tan lejos de nosotros, al mismo tiempo. No en vano, el revolucionario burkinabés fue conocido cómo el Che Guevara negro.

Thomas Sankara nació a finales de 1949 en Yako, enclave situado en la colonia francesa de Alto Volta. Su país obtuvo la independencia formal en 1960, en plena era de la descolonización. Por aquel entonces el futuro presidente sólo era un niño.

En su juventud, Sankara se sintió fuertemente atraído por la figura de Jesucristo e, incluso, estuvo a punto de ordenarse sacerdote. Pero, finalmente, tuvo que dedicarse a la milicia para intentar aliviar la delicada situación económica de su familia.

Cómo cuenta el canario Antonio Lozano, fue en la Academia Militar de Antsirabé (Madagascar) donde el joven soldado africano se hizo marxista. La guerra que enfrentó a su país con Malí en 1974 le convirtió en un héroe nacional.

En 1976, Sankara, junto con un grupo de jóvenes militares, fundó el Grupo de Oficiales Comunistas. Dos años después conoció en Rabat al también capitán Blaise Compaoré, y desde entonces el destino de estos dos hombres quedaría unido para siempre.

En los años siguientes, Sankara ocupó diversos cargos en los gobiernos militares que regían la vida de Alto Volta. En 1983 se convirtió en primer ministro, siendo derrocado por un golpe de estado derechista a las pocas semanas.

El 5 de agosto de ese mismo año una insurrección cívico-militar liderada por Compaoré liberó a Sankara de la prisión e inició el proceso revolucionario. El capitán Tom Sank, cómo le llamaba su amado pueblo, se convirtió en Jefe del Estado, dando paso a la época más floreciente de Burkina Fasso.

Precisamente, una de las primeras medidas del presidente Sankara, fue el cambio del nombre del país. A partir de entonces, la pequeña excolonia francesa fue conocida cómo Burkina Fasso, "La Tierra de los Hombres Íntegros". La integridad del joven dirigente burkinabés le costaría la vida años más tarde.

Durante los escasos 4 años que duró su gobierno, Thomas Sankara, se preocupó por liberar a su país de las históricas ligaduras que impedían su pleno desarrollo cómo nación independiente. Sankara intentó elevar el nivel de vida de sus habitantes, eliminar el hambre y alfabetizar a sus compatriotas. Una de sus principales metas fue lograr la igualdad del hombre y la mujer. Para ello, abolió la ablación, prohibió la poligamia y promovió el uso de anticonceptivos, para luchar contra el fatal virus del SIDA.

El presidente Sankara se movía por su país en un humilde Renault 5, el coche más barato del mercado automovilístico burkinabés. Era una persona decente, querida por su pueblo y admirada por gentes de toda África. Francia nunca se lo perdonó.

El 15 de octubre de 1987, Sankara fue asesinado por esbirros de su antiguo amigo y camarada Blaise Compaoré. El traidor se autoproclamó presidente y acabó con la obra de Tom Sank. Compaoré ha sido desde entonces un fiel aliado del imperialismo francés y un alumno aplicado del FMI y del Banco Mundial. Aún hoy, casi 20 años después, continúa en la presidencia del país.

No he podido leer todavía la novela de Antonio Lozano, pero prometo hacerlo en breve. Thomas Sankara se lo merece. Lozano fue concejal de cultura de Agüimes (Gran Canaria) desde 1987 hasta 2003 y ha sido durante muchos años el organizador del prestigioso Festival Del Sur. En la actualidad, es profesor de francés y se dedica a la literatura.

No podemos olvidar a la persona que ordenó, directa o indirectamente, el asesinato del capitán Sankara. El presidente de la República Francesa era, en aquellos años, el socialista François Mitterrand, fraternal amigo de nuestro ilustre Felipe González. Mala gente que camina.

Dos décadas después del crimen, Sankara es un ídolo para la juventud africana. Su humilde tumba es lugar de peregrinación para la izquierda del continente olvidado. Sobre ella, reza la famosa leyenda de la Revolución Cubana:

Patria o Muerte.
Venceremos.


* Para más información sobre Thomas Sankara:

http://www.africainfomarket.org/ViewPage.action?siteNodeId=281&languageId=7&contentId=59274&sector=4218

http://theroom101.blogspot.com/2006/09/thomas-sankara.html

http://elguanche.net/Ficheros/thomassankara.htm

http://www.thomassankara.net/

lunes, febrero 05, 2007

Mitos de hoy

Desde siempre me han interesado las personas longevas. Cuando era un niño, preguntaba insistentemente a mis padres y a mis abuelos por su edad. Me sorprendía el hecho de que los compañeros de colegio y los amigos del barrio no supieran la edad exacta de sus padres, en contraste con mi obsesión por el tema.

Esa obsesión, ese interés, no ha desaparecido con el tiempo. Es más, yo diría que ha crecido en estos últimos años. Si a eso le sumamos la fascinación que tengo desde canijo por el cine clásico norteamericano, el resultado me lleva a interesarme por los grandes mitos hollywoodienses que sobreviven casi olvidados en este año 2007. Hace tiempo encontré una web que contiene jugosa información, sobre todo para un mitómano obsesionado con las viejas estrellas apagadas cómo yo. Allí encontrarán un listado de personajes relevantes, de todos los ámbitos, que han superado los 85 años de edad. La página web también menciona a los famosos internacionales fallecidos en los últimos 6 meses. Su dirección es la siguiente: http://www.deadoraliveinfo.com/ .

Entre el domingo 21 de enero y el jueves 1 de febrero han cumplido años tres ancianos excepcionales. El día 21 de enero Marcelino Camacho cumplió 89 años. El miércoles 24 Ernest Borgnine alcanzó los 90 años de edad. El primero de febrero José Luis Sampedro amaneció nonagenario. Cómo ustedes comprenderán, para un tipo cómo yo, esta singular concatenación de aniversarios ha supuesto algo especial.

Conozco a Marcelino Camacho y a su compañera Josefina Samper desde hace poco menos de un año. Me presenté en su casa, de improviso, con la pretensión de entrevistar al buenazo de Marcelino. Me acogieron tan cariñosamente, que he estado dos veces más de visita en su piso de Carabanchel y los he llamado por teléfono en varias ocasiones. ¿Qué puedo contarles de Marcelino que ustedes no conozcan?. En mi modesto entender y en el de muchos rojos españoles, es el líder obrero por excelencia. Su honradez, su decencia, su dignidad, contrastan con la triste mezquindad de los sindicaleros del momento. Su historia personal es fiel reflejo de la de millones de españoles que formaron parte del bando vencido.

Eulogio Marcelino Camacho Abad, hijo de ferroviario, militante comunista desde los 18 años, soldado republicano, prisionero de los traidores casadistas, 14 interminables años en las cárceles de Franco, enemigo declarado del eurocomunismo carrillista, insultado por el felipismo vergonzante. Héroe del pueblo español, en definitiva.

Nunca podré olvidar la tremebunda escena final de Grupo Salvaje (Sam Peckinpah, 1969), la legendaria caminata de William Holden, Ernest Borgine o Warren Oates hacia la previsible muerte. También guardo en mis retinas al carnicero bonachón y solterón que encuentra en Betsy Blair a la mujer de su vida, en Marty (Delbert Mann, 1955). Es imposible no detestar al marine criminal que apalea hasta la muerte a Frank Sinatra en De aquí a la eternidad (Fred Zinnemann, 1953). Paradójicamente, mi primer recuerdo de Borgnine no es cinéfilo, sino televisivo: alguien se acordará del veterano actor ejerciendo de monitor de Bart en Los Simpsons.

Uno de los últimos trabajos de Borgnine fue la magistral interpretación de un desolado viudo en el capítulo dirigido por Sean Penn de la película colectiva 11'09"01 - 11 de Septiembre. A su edad, el veterano actor sigue en activo. Esperemos que sea por mucho tiempo.

El tangerino José Luis Sampedro, prestigioso escritor, economista y miembro de la Real Academia Española desde 1990, completa esta galería de ancianos relevantes. Sampedro es miembro fundador de la Alianza de Intelectuales Antiiimperialistas, que prendió la chispa de las masivas manifestaciones antiguerra en 2003. Es, además, un feroz crítico de la globalización capitalista y combate desde su trinchera literaria el actual estado de las cosas. Reconozco aquí que no soy un lector asiduo de su obra, pero eso no es excusa para reconocer el talento innnegable de Sampedro.

Vivimos aceleradamente. El sistema de producción capitalista exige producir mucho en muy poco tiempo, para luego consumir el resultado velozmente. Vivimos peligrosamente. Somos cómplices involuntarios del mayor genocidio de la historia humana: el de nuestro propio planeta.

En estos tiempos de tinieblas, necesitamos la luz de rojos nada divinos cómo Marcelino Camacho, Josefina Samper o José Luis Sampedro. Y, también, porqué no, la mirada socarrona de Ernest Borgnine en la pantalla del cine de nuestras vidas.

sábado, febrero 03, 2007

Nuevo rumbo

Comienza una nueva etapa en este blog. Hasta ahora El Llanto de la Acequia no ha sido más que un archivo de fotografías, artículos (propios y ajenos) y poemas. Desde hoy, intentaré convertir este rincón en un verdadero weblog y espero empezar con buen pie esta nueva etapa.

Quiero expresar mis pensamientos, manifestar mi alegría o mi repulsa, cabrearme cuando sea necesario (Que, desgraciadamente, en este mundo esclavo del dinero, es algo bastante frecuente). Deseo transformar este lugar en el altavoz de mis más íntimas convicciones y compartirlo con todos los (improbables) lectores.

No puedo dejar de recordar en este momento a mi amigo y camarada Quijote Gades, que regenta la página web del mismo nombre. Un abrazo fraternal, Antonio.

Tampoco puedo olvidarme del genial Juan Pablo Segovia, buen amigo desde hace tantos años.

Pretendo ser un españolito de a pie, de clase media aburguesada e ideas marxistoides. Soy comunista, o por lo menos lo intento, ya que el tiempo y el espacio no acompañan. Soy hijo de mi tiempo, un niñato mal criado, caprichoso y egoísta en algunos aspectos, rencoroso incluso en otros.

Espero que les interese lo que aquí voy a exponer en los próximos tiempos. Les prometo la mayor visceralidad posible. Y bastantes gotas de malafollá granaína.