miércoles, junio 09, 2010

Calamaro, ¿Cara al sol? Un caso de manipulación mediática de manual.


Andan alborozadas las derechas españolas con las últimas declaraciones televisivas del cantante argentino Andrés Calamaro -véase Intereconomía, Abc o Libertad Digital-. El roquero argento tuvo la genial ocurrencia de renunciar a su condición de progre consolidado y afamado en directo, defendiendo por ello la permanencia de las corridas de toros en Cataluña, amenazadas en estos días por la espada de Damocles de la prohibición.

Los mercenarios de la tecla nacionalcatólica no se esforzaban en disimular su alegría, recalcando la coincidencia de que la deserción se haya producido en el programa nocturno del showman Andreu Buenafuente, confeso cofrade de la hermandad de la progresía; espacio emitido, para más inri, por la cadena La Sexta, propiedad del magnate socialdemócrata Jaume Roures.

A la par que la caverna mediática conservadora estallaba en burlas y coñas marineras, desde la acera izquierda del negocio comunicativo de masas -véase Público- saltaba enardecido el articulista Manolo Saco, enarbolando el detector de fascistas emboscados marca Acme, acusando a Calamaro hasta de la cogida y muerte de Manolete.

Ante semejante repertorio de reacciones, a cualquier persona crédula y bienintencionada se le puede pasar por la cabeza que la estrella del rock latino ha abandonado sus antiguas convicciones de izquierda, sustituyéndolas por otras de un rancio derechismo. Si una turista venusina aterrizara a fecha de hoy en la península Ibérica y se interesara por el asunto, informándose en los medios masivos, deduciría sin ningún género de dudas que apoyar la denominada fiesta nacional es una postura abominable, reservada a la reacción más ultramontana, mientras que la posición antitaurina es la única posible para una izquierda sensata, digna de tal adjetivo calificativo.

Resulta que un servidor de ustedes, que se enteró de la comparecencia de Calamaro en La Sexta a través de un amigo de conocidas tendencias neoliberales, había leído varias jornadas antes una entrevista al cantante en la web de 20 Minutos, donde éste expresaba la siguiente reflexión: "Ahora la progresía es anticastrista furiosa, pero antitaurina, ¡y Picasso era comunista e iba a ver los toros!; pero es que la gente cree que Picasso es un modelo de coche"; "Al comunismo, le han puesto tridente y cuernos".

Al comprender la envergadura del embolado, realicé una breve indagación en la red, de la que extraje estas jugosas palabras del artista, dedicadas al diario El País : "Antes era un baluarte de la democracia socialista y hoy es un diario rabiosamenta anticastrista, antichavista, anti Evo y anti toda esta Latinoamérica. Pero resulta que esta Latinoamérica subió las jubilaciones y sacó músculo para resistir al liberalismo rabioso, y para resistir nuestras `mishiaduras`".

En dicha noticia, inmediatamente después, continúa la disertación del Andrelo: "A mí me gustaría decir que el verdadero problema en España no es el ajuste fiscal sino el ajuste de cuentas con el juez (Baltasar) Garzón. Es un ajuste de cuentas de la derecha, del franquismo y de mucha otra gente".

Comprobé al instante la fecha de estas reveladoras afirmaciones de Andrés Calamaro: 28 de mayo de 2010, justo la semana anterior al dichoso programa de Buenafuente. Sólo conseguí imaginarme dos escenarios posibles para esta mascarada: O Calamaro ha batido con creces el record olímpico de travestismo ideológico en un puñado de días, o nuestros periodistas de ambas orillas del emporio mediático practican impunemente la manipulación y el torticerismo.

Como se explica sino que el mismo ser humano que se reconoce orgulloso de pertenecer a la América resistente al "liberalismo rabioso", el músico de éxito que deplora el "ajuste de cuentas" de la derecha franquista para con el juez Garzón, torne al cabo de apenas un rato en fascista anticatalán o en defensor de la españolidad, según suene la flauta de tal o cual encantador de serpientes. Cualquier demócrata cabal puede llegar a idéntica conclusión que éste que les escribe: Los profesionales de los medios de comunicación dominantes se pasan la deontología periodística y la vergüenza (torera) por el arco del triunfo de sus respectivos consejos de administración.

Tiro de archivo. Definición de progresía, instigada por el periodista Juan Cueto y pasada al papel por el cineasta y escritor Gonzalo Suárez, publicada en la revista Triunfo el 2 de diciembre de 1972: "Se está produciendo un fenómeno curioso cuyo síntoma más característico quizá sea la reivindicación de una nueva clase social, que yo denominaría "progresía", y que pretende erigirse en representante de la moral artística, heredando así los derechos ejercidos durante tantos años por la burguesía dominante. Reclaman privilegios, aspiran a institucionalizar sus gustos y aversiones y para ello se guían por los valores ya institucionalizados, limitándose a cambiar sólo los acentos y las comas, sin alterar el discurso, sin encarnar en un auténtico compromiso las nuevas formas, que, dicho sea de paso, les escandalizan tanto como a sus antecesores".

Sobran los comentarios y las interpretaciones. Esta es la progresía de la que reniega Andrés Calamaro, la misma progresía que machaca, sin ningún tipo de contemplaciones, cualquier intento de subvertir la realidad imperante, la misma progresía que establece el canon de la corrección política, desintegrando las alternativas a lo existente desde la torre de marfil de su falsa equidistancia.

La progresía es ese juego de artificio que intenta esconder del escrutinio del público a la clave de bóveda de nuestras existencias: la dialéctica capital/trabajo, el gran elefante blanco, aún por dinamitar.

En esta temporada de rebajas, de recortes en todo lo que una vez conquistamos para el bien común, la intelligentsia progre entretiene nuestras desdichas con cuestiones menores y absolutamente triviales, como la conveniencia de prohibir o no el arte de Curro Cúchares. La multiplicación de las ramas no nos deja ver el corazón del bosque.

Como dijo en aquella ocasión memorable nuestro camarada Julio Anguita González: "Yo soy rojo, no progre. Si quiere insultarme llámeme progre".

Pues eso, Salud, Tercera República y Huelga General.

jueves, junio 03, 2010

Crónica del "Acto Público Contra la Impunidad del Franquismo" (Granada, 27 de mayo de 2010)


Cerca de un centenar de granadinos completaron el aforo del Paraninfo de la Facultad de Derecho en la capital con ocasión del Acto Público Contra la Impunidad del Franquismo, convocado por una conjunción de ciudadanos anónimos, asociaciones memorialistas y colectivos republicanos.

La cita era a las 7 en punto de la tarde, del pasado jueves 27 de mayo. Actuaron como presentadores y conductores del evento la estudiante de Derecho Ámala Fernández y el estudiante de Historia Fran Hidalgo.

Ante la mirada vigilante del emperador Carlos V y el gesto adusto de su descendiente borbónico Juan Carlos I, desfilaron por el recinto universitario catedráticos de la talla de Gregorio Cámara Villar, Nicolás López Calera o Álvaro Salvador, profesores como José Luis Serrano, Mercedes del Amo o Maribel Lázaro, y artistas tales que Javier Tárraga, Pepa Merlo o Curro Albaicín.

Excusaron debidamente su asistencia, apoyando la iniciativa, Luis García Montero, Andrés Neuman o Juan Pinilla. Baltasar Garzón Garzón, vicepresidente de la asociación republicana UCAR-Granada, leyó un mensaje enviado ex profeso por el cantaor Enrique Morente, el cual, no obstante, llegó al lugar una vez finalizado el acto.

Tuvieron una destacada participación en la ceremonia varios familiares de víctimas de la dictadura, entre ellos Olga Matarán y Paco Moyano. Éste último, cantaor flamenco reconocido desde el tardofranquismo, no dudó en entonar diversos poemas de Miguel Hernández, recordando además la figura de su abuelo, brigada del Cuerpo de Carabineros, asesinado tras el golpe fascista del 18 de julio de 1936 por permanecer leal a la República.

Resultó especialmente emotiva la presencia de los retratos de los desaparecidos: El maestro nacional de Alhendín Ángel Matarán, su hijo mayor Alfonso y el concejal socialista en Granada Juan Fernández Rosillo. Los rostros de las víctimas del franquismo ejercieron de contrapeso democrático y progresista a la abundancia en el Paraninfo de multitud de símbolos heredados del régimen anterior.

La mayor parte de los intervinientes denunciaron el proceso judicial implementado contra el magistrado Baltasar Garzón Real, sentado en el banquillo de los acusados del Tribunal Supremo por el juez Luciano Varela, a instancias del sindicato ultraderechista Manos Limpias. Los profesores, intelectuales y artistas granadinos no dudaron en solidarizarse con Garzón, suspendido de sus funciones por haberse atrevido a investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos por los sicarios y colaboradores del dictador Francisco Franco.

El periodista e investigador de la Memoria Histórica Paco Vigueras cerró el acto invitando a la concurrencia a firmar una petición al Ayuntamiento de la ciudad, destinada a solicitar la retirada inmediata del monolito fascista sito en la Plaza de Bibataubín. La estatua, inaugurada en 1972 como homenaje de la élite franquista local a José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, preside uno de los espacios más emblemáticos de Granada, a escasa distancia de la Fuente de las Batallas o la Plaza de Mariana Pineda.

Sobre las 9 de la noche comenzó a desalojarse el Paraninfo, dándose por concluido el evento. En el aire todavía resfrescante de la Plaza de la Universidad resonaba el eco de las víctimas del franquismo, reclamando para sí y para todos los españoles Verdad, Justicia y Reparación.

*Nota al margen: Intervención del compañero estudiante Fran Hidalgo (Plataforma de Ciudadanos por la República de Granada) en los prolegómenos del Acto contra la Impunidad del Franquismo:

Estimados compañeros y compañeras, amigas y amigos:

Permítanme que les hable con franqueza.

Van casi 35 años de la muerte del dictador. Aquel 20 de noviembre de 1975 supuso un acontecimiento liberador y cargado de esperanza para miles de demócratas, republicanos y antifascistas de España y el mundo.

Hoy, 27 de mayo de 2010, Baltasar Garzón Real se halla suspendido de sus funciones como magistrado en la Audiencia Nacional al ser declarado incompetente para juzgar los crímenes del franquismo.

La ONU, organismo que defiende y promueve los derechos humanos a nivel internacional, del que nuestro país es miembro, ha mostrado recientemente su preocupación por la suspensión del juez Garzón. El Grupo sobre desapariciones forzosas alega que la práctica de secuestros es un delito “continuo” desde el inicio de la desaparición hasta que el crimen no sea dilucidado.

El secretario interino de la prestigiosa organización Amnistía Internacional, Claudio Cordone, afirmó que “los cargos contra Garzón son escandalosos”.

El origen material de todo este conflicto jurídico comienza un 15 de octubre de 1977. Las cortes del reino, presididas por D. Antonio Hernández Gil, aprueban la Ley de Amnistía. Tanto la historiografía oficial como la clase política de nuestro país han venido sosteniendo que uno de los pilares del actual modelo de estado que disfrutamos los españoles reside en el espíritu conciliador de la transición, manifiesto en esta Ley. Será el juez D. Luciano Varela Castro quien, actuando en base a la norma del 77, suspenda la actividad de Baltasar Garzón.

Son muchas las preguntas que, ante la luz de los acontecimientos, podemos hacernos. Y no son menos las respuestas que obtenemos. ¿Acaso España no es un estado social, democrático y de derecho o, por el contrario, nos encontramos ante un franquismo del siglo XXI?

Volviendo al inicio de esta breve intervención, las esperanzas que despertó el 20 N del 75 contemplaban, entre otros, la recuperación de toda una vida dedicada a la lucha por una España democrática, republicana y libre. Los españoles esperaban, entre miedos e ilusiones, restituir la memoria de tantos compatriotas, amigos, familiares, compañeros, gentes solidarias de otros lugares, que desde el 18 de julio de 1936 hasta los últimos coletazos de la criminal dictadura habían gastado algo más que sus fuerzas en devolver la dignidad a este país.

Los deseos de los que hablo se resumían en VERDAD, JUSTICIA y REPARACIÓN.

Hoy, a 35 años de conmemorar la muerte de Franco, exigimos como ayer que nuestra historia no sea tergiversada, que los culpables de la tragedia franquista no queden impunes, que la memoria de nuestras víctimas sea reparada.

Muchas gracias.