Un amigo y camarada me ha propuesto que escriba un texto sobre la juventud. Estoy aquí plantado, delante de la pantalla del ordenador, intentando fabricar algo inteligible. Me asalta la duda. No sé si podré tratar este tema con imparcialidad, mesura y equidistancia, ya que me afecta muy directamente. A decir verdad, suelo escribir artículos de opinión, donde vierto mis pensamientos y emociones sobre tal o cual asunto, por lo que nunca soy imparcial ni equidistante.
En la vida actual hay que mojarse. Hay que hundir los pies en el barro para comprobar lo sucio que está el patio. Tomar partido hasta mancharse, cómo decía el poeta. Yo soy una persona joven, ya que nací en septiembre de 1985, durante la primera legislatura de Felipe González. Vine al mundo casi diez años después de la muerte del dictador Francisco Franco, cuando todo el pescado estaba vendido, cuando la Transición (o Transacción) ya estaba hecha.
Actualmente, tengo 21 años y medio, he acabado una carrera universitaria y curso estudios de pos grado. No tengo trabajo, porque no lo he buscado. Vivo con mis padres, que cubren todos mis gastos, que no son pocos. Espero hacer unas prácticas este verano y encontrar un trabajo a partir de septiembre (o prepararme unas oposiciones cómo me recomiendan amigos y familiares).
Desde que tenía poco más de 14 años, me considero comunista, sin adjetivos. Aún así no pertenezco a ninguna organización política, ni a la UJCE, ni al PCE, ni al PCPE, ni a CR. En las tres o cuatro ocasiones en que he podido ejercer mi derecho al sufragio, he votado a IU. Creo que soy comunista por mis lecturas, por mi conciencia y por cierta tradición familiar. Siempre he defendido la causa del socialismo, en todas sus vertientes, en España, en Cuba o en Burkina Fasso.
Desde hace 2 años soy militante de la Unidad Cívica Andaluza por la República. Por diversas circunstancias, hemos tardado un tiempo en despegar, pero por fin levantamos el vuelo. El desarrollo y consolidación de UCAR-Granada es mi principal objetivo político, en estos momentos.
Como ven, soy una rara avis: comunista lafarguista (por lo del derecho a la pereza), republicano, joven, cinéfilo y mitómano. Creo que estoy capacitado para pergeñar un pequeño análisis de los problemas y necesidades de la juventud actual.
La juventud española es uno de los sectores populares más castigados por el capitalismo neoliberal. Millones de jóvenes comienzan su vida laboral en el seno de empresas de trabajo temporal, al amparo de un contrato basura. La precariedad ha encontrado en la juventud española carne de cañón barata y sumisa. Los empresarios sin escrúpulos (cómo si hubiera alguno que los tuviera) hacen y deshacen a su antojo, siempre conscientes de que las sucesivas reformas laborales de los sucesivos gobiernos, sean del signo que sean, no perjudicaran nunca su cuenta de resultados.
La temporalidad en el empleo, la precarización del trabajo, repercuten negativamente en las futuras pensiones de esos jóvenes cotizantes. Por no hablar de la economía sumergida, que mueve millones en nuestro país, y afecta especialmente a los jóvenes inmigrantes.
Nuestra juventud es hija de la sociedad del espectáculo. Educada por una televisión profundamente reaccionaria, aleccionada por maestros y profesores demócratas y bien pensantes, consumista e incívica cómo sus padres.
Prisionera en casa de los papás hasta cumplidos los treinta, acogotada por el precio de la vivienda. Víctima frecuente de la especulación inmobiliaria, del matrimonio inmoral entre políticos corruptos y ladrilleros corruptores. El feroz apetito especulativo de tanto sinvergüenza no hace sino retrasar el desarrollo personal, sentimental y familiar de millones de jóvenes. El sistema nos oprime y a la vez nos halaga con la publicidad, el sistema reprime a los jóvenes y jóvenas contestatarios y nos hace creer que somos el ombligo del mundo.
La sangre de los habitantes del Tecer Mundo nutre las venas de la globalización. A nosotros, ya nos nos matan (a algunos cómo a Carlo Giuliani sí), a nosotros nos venden sus productos innecesarios, nos comen el coco a través de los mass-media, impiden nuestra maduración cómo seres humanos libres y responsables.
Estiran cómo un chicle el concepto de juventud, hasta el infinito y más allá. Le roban la infancia a los niños, adelantándoles la adolescencia, para incorporarlos más pronto al mercado laboral y explotarlos durante más tiempo. Rejuvenecen con la cirugía estética a los maduritos, cómo si cuatro cremitas y un lifting constituyeran el bálsamo de Fierabrás de la eterna juventud. Desean retrasar la edad de jubilación y se sirven de tópicos juveniles para lograrlo.
El sistema conspira contra el pueblo. Los jóvenes constituyen la parte más preparada y más audaz del pueblo. Los jóvenes deben responder a este desafío, deben desafiar a los plutócratas. Debemos responder.
La Asamblea por la Vivienda Digna es un ejemplo resplandeciente de lo que puede hacer una juventud valiente y subversiva. Un ejemplo de lucha autónoma, independiente de los partidos políticos oficiales, con un contenido claro y sensato. Reclaman el cumplimiento del artículo 47 de la Constitución Española. Quieren que se cumpla su Constitución burguesa y aún así los reprimen fieramente, con sus fuerzas del orden.
Yo no soy un buen ejemplo para nadie, no he luchado lo suficiente, no me he comprometido lo bastante, ya que todavía disfruto de las migajas del Estado del Bienestar. Aún así, desde esta trinchera virtual, me esfuerzo por clarificar el statu quo, por gritarle al emperador que va desnudo. Espero que estas reflexiones os sirvan, o que por lo menos, os den pie a profundizar en el asunto, a leer a los clásicos del socialismo (a los que yo casi no he tocado, sólo ojeado), y a seguir luchando por un mundo mejor.
* Cómo dijo el otro día Paco Vigueras en la cena republicana, los maestros fueron uno de los colectivos más represaliados por el régimen franquista. Por mi experiencia personal, he de reconocer que la gran mayoría de los profesores o maestros que he tenido a lo largo de mi vida, han sido personas de centro derecha o incluso de extrema derecha, expertos en aleccionar a las nuevas generaciones, huérfanas de historia (y caldo de cultivo del huevo de la serpiente.)
En la vida actual hay que mojarse. Hay que hundir los pies en el barro para comprobar lo sucio que está el patio. Tomar partido hasta mancharse, cómo decía el poeta. Yo soy una persona joven, ya que nací en septiembre de 1985, durante la primera legislatura de Felipe González. Vine al mundo casi diez años después de la muerte del dictador Francisco Franco, cuando todo el pescado estaba vendido, cuando la Transición (o Transacción) ya estaba hecha.
Actualmente, tengo 21 años y medio, he acabado una carrera universitaria y curso estudios de pos grado. No tengo trabajo, porque no lo he buscado. Vivo con mis padres, que cubren todos mis gastos, que no son pocos. Espero hacer unas prácticas este verano y encontrar un trabajo a partir de septiembre (o prepararme unas oposiciones cómo me recomiendan amigos y familiares).
Desde que tenía poco más de 14 años, me considero comunista, sin adjetivos. Aún así no pertenezco a ninguna organización política, ni a la UJCE, ni al PCE, ni al PCPE, ni a CR. En las tres o cuatro ocasiones en que he podido ejercer mi derecho al sufragio, he votado a IU. Creo que soy comunista por mis lecturas, por mi conciencia y por cierta tradición familiar. Siempre he defendido la causa del socialismo, en todas sus vertientes, en España, en Cuba o en Burkina Fasso.
Desde hace 2 años soy militante de la Unidad Cívica Andaluza por la República. Por diversas circunstancias, hemos tardado un tiempo en despegar, pero por fin levantamos el vuelo. El desarrollo y consolidación de UCAR-Granada es mi principal objetivo político, en estos momentos.
Como ven, soy una rara avis: comunista lafarguista (por lo del derecho a la pereza), republicano, joven, cinéfilo y mitómano. Creo que estoy capacitado para pergeñar un pequeño análisis de los problemas y necesidades de la juventud actual.
La juventud española es uno de los sectores populares más castigados por el capitalismo neoliberal. Millones de jóvenes comienzan su vida laboral en el seno de empresas de trabajo temporal, al amparo de un contrato basura. La precariedad ha encontrado en la juventud española carne de cañón barata y sumisa. Los empresarios sin escrúpulos (cómo si hubiera alguno que los tuviera) hacen y deshacen a su antojo, siempre conscientes de que las sucesivas reformas laborales de los sucesivos gobiernos, sean del signo que sean, no perjudicaran nunca su cuenta de resultados.
La temporalidad en el empleo, la precarización del trabajo, repercuten negativamente en las futuras pensiones de esos jóvenes cotizantes. Por no hablar de la economía sumergida, que mueve millones en nuestro país, y afecta especialmente a los jóvenes inmigrantes.
Nuestra juventud es hija de la sociedad del espectáculo. Educada por una televisión profundamente reaccionaria, aleccionada por maestros y profesores demócratas y bien pensantes, consumista e incívica cómo sus padres.
Prisionera en casa de los papás hasta cumplidos los treinta, acogotada por el precio de la vivienda. Víctima frecuente de la especulación inmobiliaria, del matrimonio inmoral entre políticos corruptos y ladrilleros corruptores. El feroz apetito especulativo de tanto sinvergüenza no hace sino retrasar el desarrollo personal, sentimental y familiar de millones de jóvenes. El sistema nos oprime y a la vez nos halaga con la publicidad, el sistema reprime a los jóvenes y jóvenas contestatarios y nos hace creer que somos el ombligo del mundo.
La sangre de los habitantes del Tecer Mundo nutre las venas de la globalización. A nosotros, ya nos nos matan (a algunos cómo a Carlo Giuliani sí), a nosotros nos venden sus productos innecesarios, nos comen el coco a través de los mass-media, impiden nuestra maduración cómo seres humanos libres y responsables.
Estiran cómo un chicle el concepto de juventud, hasta el infinito y más allá. Le roban la infancia a los niños, adelantándoles la adolescencia, para incorporarlos más pronto al mercado laboral y explotarlos durante más tiempo. Rejuvenecen con la cirugía estética a los maduritos, cómo si cuatro cremitas y un lifting constituyeran el bálsamo de Fierabrás de la eterna juventud. Desean retrasar la edad de jubilación y se sirven de tópicos juveniles para lograrlo.
El sistema conspira contra el pueblo. Los jóvenes constituyen la parte más preparada y más audaz del pueblo. Los jóvenes deben responder a este desafío, deben desafiar a los plutócratas. Debemos responder.
La Asamblea por la Vivienda Digna es un ejemplo resplandeciente de lo que puede hacer una juventud valiente y subversiva. Un ejemplo de lucha autónoma, independiente de los partidos políticos oficiales, con un contenido claro y sensato. Reclaman el cumplimiento del artículo 47 de la Constitución Española. Quieren que se cumpla su Constitución burguesa y aún así los reprimen fieramente, con sus fuerzas del orden.
Yo no soy un buen ejemplo para nadie, no he luchado lo suficiente, no me he comprometido lo bastante, ya que todavía disfruto de las migajas del Estado del Bienestar. Aún así, desde esta trinchera virtual, me esfuerzo por clarificar el statu quo, por gritarle al emperador que va desnudo. Espero que estas reflexiones os sirvan, o que por lo menos, os den pie a profundizar en el asunto, a leer a los clásicos del socialismo (a los que yo casi no he tocado, sólo ojeado), y a seguir luchando por un mundo mejor.
* Cómo dijo el otro día Paco Vigueras en la cena republicana, los maestros fueron uno de los colectivos más represaliados por el régimen franquista. Por mi experiencia personal, he de reconocer que la gran mayoría de los profesores o maestros que he tenido a lo largo de mi vida, han sido personas de centro derecha o incluso de extrema derecha, expertos en aleccionar a las nuevas generaciones, huérfanas de historia (y caldo de cultivo del huevo de la serpiente.)
1 comentario:
pues vaya tesoro que bien lo tenemos mal , que le puede uno ofrecer ese joventud que no tendra ni para tapar la cabezq , ja
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