miércoles, junio 24, 2009

Fogonazos del pasado

Para Ana, en la distancia.

La infancia es el paraíso perdido que nunca podremos recuperar. Por mucho que nos esforcemos, el tiempo es un juez inexorable que dicta sentencias inapelables. Ante la tiranía de las leyes físicas, el único recurso que nos queda es la nostalgia.

Ejercito habitualmente mi nostalgia, acompañada a veces de su hermana gemela melancolía. Soy un pequeñoburgués escorado hacia el sentimentalismo, no lo puedo evitar.

No hace ni un mes descubrí en la página web de la Asociación de Vecinos del Parque Nueva Granada dos instantáneas que me devolvieron de golpe y porrazo a los dorados años noventa. Las dos imágenes son de un mismo lugar, el pedazo de tierra existente entre el citado barrio del Parque Nueva Granada y el enclave cercano de Casería de Montijo.

En la primera de las fotos aparece el cortijo de La Campana, achacoso y olvidado, como un disparo certero al fondo de mi memoria. Aquella casería semiderruida y cochambrosa fue uno de los escenarios principales de las correrías de mi niñez. Soltando caballos para pasar el rato, haciendo equilibrios sobre el estanque carente de agua y relleno de escombros, calentándonos junto a la lumbre de un gitano de sombrero de fieltro y lorzas inabarcables, hicimos del cortijo base de operaciones y campo de batalla.


La segunda de las fotos plasma la demolición de lo que quedaba de La Campana, ejecutada por modernas excavadoras en diciembre de 2008. En el sitio que ocupaba el cortijo se construirá un centro de salud, muy demandado por la población de estos barrios, estratégicamente situados entre la clase media baja de Cartuja y el lumpen rampante de Almánjayar.


Bajo los añicos de La Campana, dormirán eternamente los juegos compartidos de unos niños que dejaron de serlo.

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