lunes, septiembre 07, 2009

En el alambre


Me sostengo en el alambre, con más pena que gloria. Finiquitado en abril el último contrato temporal, de una ristra infinita por la que no pude ni devengar la ayuda familiar, me encuentro extraviado en el desierto del desempleo.

La búsqueda de trabajo no da ningún resultado, los cursos de formación profesional ocupacional se esfuman, el canto de sirena de las oposiciones comienza a seducirme. Afronto la nueva temporada francamente desorientado, en términos laborales se entiende. Desgajado de la Facultad, aquejado de titulitis (pandemia contemporánea del estudiantado español), buscando rincones a cubierto, donde resguardarme hasta que escampe la tormenta.

A falta de un buen psicólogo que codifique mis neuras, me refugio en la escritura, santo oficio de inquirir verdad según Pepe Bergamín. Inquiero así mi verdad, que espero sea también la vuestra, la de las víctimas del capitalismo en su versión neoliberal. Destripando la realidad que me rodea, indagando sobre la marcha de los acontecimientos internacionales, opinando a diestro y siniestro, a veces de manera apasionada, otras intentando ser frío, destilo la esencia de mi raciocinio (si es que alguna vez he poseído tal cualidad).

Mientras soluciono mis problemas existenciales, seguiré actualizando el Llanto periódicamente, cuando me venga la chispa, cuando se conecten los circuitos. Ojalá el fantasma de Vladimir Ilich, al que invoco en las imágenes que acompañan esta entrada, acuda en mi socorro.

Salud gente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta la ironía con la que escribes y como relativizas las preocupaciones que se hallan en ti en este momento de desorientación profesional en el que te encuentras.Continúa escribiendo y siendo tan mordaz y tan optimista.Sencillamente me encantas.Bea.