lunes, febrero 01, 2010

El Tranco de la Risa Número Cuatro


Descubrí este particular anuncio publicitario en una revista de principios de los noventa, rescatada de la limpieza masiva que realizamos en el piso de los abuelos, una vez fallecida la abuela Pepa, en junio de 2005.

El afiche* propagandístico que les presento en esta ocasión, no se corta a la hora de hacer burla con el hundimiento del socialismo real, tema estrella de aquel momento en la escena política mundial.

El impacto gráfico del martillo desgajado de la hoz, fenómeno irreversible y perpetuo, según el informado criterio del técnico publicitario responsable del anuncio en cuestión, se encuadra a las mil maravillas en la epopeya neoliberal del fin de la Historia. Epopeya que lleva veinte años varada en las masturbatorias mentes de los miembros más ilusos y triunfalistas del staff directivo de la clase dominante. Los otros, los que han sabido aplicar la dialéctica marxista en beneficio de sus intereses, nunca se creyeron del todo el cuento fukuyamiano, mismamente porque los hechos se encargaron de desmentirlo, una vez propagado a los cuatro vientos (e incluso antes).

Antes de que el Telón de Acero bajará definitivamente, antes de que los regímenes socialistas del Este fueran derrocados por las propias élites burocráticas de los partidos comunistas, antes, en definitiva, de que el poder soviético se viera reducido a cenizas, el Caracazo plantó cara al sistema, anticipando (y provocando) el desafío bolivariano. El neoliberalismo, en su espiral de planes de ajuste en los países subdesarrollados, sentó las bases para el renacimiento del socialismo, un socialismo postsoviético múltiple y heterodoxo, de complicado pronóstico y en estado de guerra continuo.

Este socialismo fetal, que se encuentra en plena gestación, demuestra que la hoz y el martillo acabaran reanudando el romance interrumpido para conducirnos a la victoria.

* Término bastante popular en Iberoamérica y en desuso en la península.

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