miércoles, octubre 01, 2008

Carta a Paul Newman, sin acuse de recibo


A la atención del señor Paul Newman, residente en algún rabo de nube sobre la inmensidad de California .

Estimado Paul:

Perdona la familiaridad con la que te trato, perdona el tuteo, pero te conozco desde hace mucho. Tú no tenías ni idea de mi existencia, pero eso no importa. Sólo soy uno entre millones, un simple y minúsculo admirador de tu trabajo, un fan de tu manera de actuar, uno más...

Un certero cáncer de pulmón ha acabado contigo. La enfermedad del nuevo milenio ha finalizado con éxito la misión en la que otros muchos fracasaron. Forajidos descarriados, pistoleros desalmados, matones sin escrúpulos, mujeres fatales y exquisitas, intentaron matar a Paul Newman, y se quedaron con las ganas.

El cáncer domó al Indomable, la muerte encontró al Buscavidas, de un Golpe te derrotaron, mago de la interpretación. Muchos crecimos viéndote en las pantallas, los veteranos en los cines de barrio, los jóvenes rescatándote de las madrugadas televisivas, descargando tus películas de las maravillosas redes p2p, tan denostadas por la inevitable progresía.

La maquinaria de sueños de Hollywood rentabilizó tu genio, ganó dinero a mansalva con el ídolo Newman, para luego relegarte al baúl de los recuerdos, como les sucedió a bastantes de tus compañeros de profesión. Las luces de neón se apagaron de repente, y os dejaron en la tiniebla, con el único consuelo de saber que el público seguía queriéndoos.

Marlon Brando, James Dean, Montgomery Clift, Paul Newman, cuarteto inolvidable de rebeldes dentro y fuera del cinematógrafo, personajes complejos y atormentados, hombres enfrentados al falso oropel de la industria, conciencia crítica de los estadounidenses. Fuiste el más discreto de los cuatro, has muerto octogenario y casado con la misma mujer durante cincuenta años, la sin par Joanne Woodward.

Amante de la velocidad y del automovilismo, tuviste más suerte que Dean o que Montgomery, no perdiste la vida ni te destrozaste el rostro en un accidente de tráfico. Tus últimos años no fueron tan amargos como los de Brando, tu primer gran rival en el firmamento hollywoodiense.

Supiste deshacerte pronto del estereotipo de inadaptado, conduciendo tu carrera con madurez y acierto, patinando sin que se notara, sin hacer ruido. La pareja de oro que formaste junto a Robert Redford nos proporcionó escenas únicas, revolucionando el western, incitándonos a estafar al ritmo de la melodía de Scott Joplin*.

Stan Laurel-Oliver Hardy, Orson Welles-Joseph Cotten, James Stewart-Henry Fonda, John Wayne-Robert Mitchum, galería legendaria de duetos, en la que tú y tu amigo Robert ocupáis un lugar destacado.

Envejeciste con dignidad, sufriste con la pérdida de tu primogénito a consecuencia de una sobredosis de estupefacientes, ejerciste la filantropía allá donde se te necesitaba, pilotaste coches hasta casi el final, estableciendo récords y rompiendo límites. Paul Newman, actor de raza, ciudadano insigne de los Estados Unidos, galán rompecorazones de ojos azules, te marchaste al infinito.

Menos mal que nos quedan tus películas, querido Paul.

*Scott Joplin (1868-1917) fue un compositor usamericano, pionero de la música negra, autor de The Entertainer, que luego sería el tema central de la banda sonora de El Golpe (George Roy Hill, 1973), cinta básica en la filmografía de Paul Newman.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues si, uno de los grandes se ha ido compañero. Cumpliste con lo que me dijiste: le has dedicado unas palabras a este genio de la interpretacion.

Fdo: JP