miércoles, enero 13, 2010

El Tranco de la Risa Número Tres

Inauguramos el año 2010 en El Llanto de la Acequia retomando este apartado humorístico, tras el parón programado de las vacaciones navideñas. Hoy, a diferencia de en ocasiones precedentes, el Tranco de la Risa consta de tres partes indisolubles, acompañada cada una de su correspondiente imagen, las cuales les paso a relatar:


La Barbie peliteñida, musa del neofascismo italiano, posa junto al Ken recauchutado, primer putero (ministro) de la República de la bota. Alessandra Mussolini, nieta del Duce y sobrina de la Loren, vestida con un recato indigno de una conejita jubilada del Playboy, mira fuera de cámara con naturalidad. El Cavaliere, maquillado al extremo, se asemeja a un madelman de hiératica compostura, desconocedor del catedralazo que le aguardaba a la vuelta del Duomo.

La fotografía que preside este apunte es un reflejo esperpéntico de la situación política y social en Italia: Un empresario corrupto, amplio conocedor de los medios de desinformación de masas, después de apoderarse de los restos del fascismo mussoliniano, ha tomado posesión del Estado, encandilando a la ciudadanía con su desenfadado estilo de mafioso cachondo y consuela viudas.


Un señor bajito y con gafas, equipado de un monumental afán proselitista, nos entregó lo que precede una mañana de otoño, al salir de la cafetería Helios, en la Plaza del Boquerón. Creo que sobran los comentarios, porque el abajo firmante anda perdido desde entonces, entre zorras y viñas, sin comprender el dichoso porqué del minitexto.


Puede resultar contradictorio, que en un espacio dedicado al cachondeo como éste, aparezca una nota de recuerdo a un hombre que acaba de morir, pero todo tiene su explicación. El susodicho, Salvador Labrac Archilla, tío materno de este su eterno servidor, fue, a lo largo de sus 60 años de vida, rey del chascarrillo y del chiste enciclopédico, émulo granadino de chistosos kilométricos tales que Eugenio o Paco Gandía. Apenas tres semanas antes de fallecer, pudo deleitarnos con varias de sus composiciones más cañeras, ya que el tito Salva, como siempre le conocimos en casa, personalizaba hasta en los detalles más nimios las chanzas aprendidas en la calle y en los bares.

Hasta siempre, Salva. Recibe un abrazo estratosférico del que fue tu sobrino y tu contrincante ideológico.

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