«Se está produciendo un fenómeno curioso cuyo síntoma más característico quizá sea la reivindicación de una nueva clase social, que yo denominaría "progresía", y que pretende erigirse en representante de la moral artística, heredando así los derechos ejercidos durante tantos años por la burguesía dominante. Reclaman privilegios, aspiran a institucionalizar sus gustos y aversiones y para ello se guían por los valores ya institucionalizados, limitándose a cambiar sólo los acentos y las comas, sin alterar el discurso, sin encarnar en un auténtico compromiso las nuevas formas, que, dicho sea de paso, les escandalizan tanto como a sus antecesores.»
Gonzalo Suárez, director de cine y escritor. Revista Triunfo, 1972.
Ayer saltó la noticia, que se ha extendido cómo la pólvora por Internet. Javier Sardá, polémico periodista y presentador, reaparece en escena cómo mártir de la libertad de expresión. Según informan diversas webs, la Embajada de Cuba en España ha denegado el visado para la entrada en la isla al showman catalán, que había planeado viajar al país con el cantautor Joan Manuel Serrat para grabar un episodio de su nuevo programa.
Las razones alegadas por la embajada cubana para impedir la entrada de Javier Sardá en Cuba, siempre según la versión de Falsimedia, son las críticas lanzadas por Sardá y sus colaboradores contra Fidel Castro y contra la Revolución, en el magazine nocturno Crónicas Marcianas. Como en ocasiones pasadas, un progre adinerado ataca frontalmente al proyecto socialista cubano, amparado en la defensa de la libertad y la democracia. Pero, sin duda, este ataque es especial, por la personalidad y la trayectoria del interfecto.
Francisco Javier Sardá Tamaro nació en Barcelona hace 49 años. Es hermano de la popular actriz Rosa María Sardá. Desde 1992 hasta 1997 trabajó para el grupo Prisa, propiedad del magnate Jesús de Polanco, feroz enemigo de la Revolución Cubana. Desde que abandonó la cadena Ser hasta el verano de 2005 dirigió y presentó el late-nigth Crónicas Marcianas en Telecinco, propiedad del exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi. Es considerado por buena parte de la crítica televisiva cómo el introductor de la telebasura en España, opinión está que le molesta muchísimo.
A lo largo de los 8 años de Crónicas, la cuenta corriente de Sardá no dejó de ingresar dinero contante y sonante, a la vez que el espacio bajaba peldaños hacia la más infame degradación humana. Durante todo ese tiempo, la audiencia no dejó de acompañarle, elevando a la categoría de mitos a personajes cómo Boris Izaguirre, Coto Matamoros, la pitonisa Lola o Pocholo Martínez Bordiú. Sardá pobló la noche de frikis, encontrándose con la numantina resistencia de Joaquín Sabina, que fustigó al presentador en los últimos años de su reinado catódico.
El caso de Boris Izaguirre merece un tratamiento aparte. Este individuo, venezolano de nacimiento y recientemente nacionalizado español, se ha reciclado en la cadena Cuatro (propiedad también de Jesús de Polanco) abandonando gran parte de su histrionismo y renegando del exhibicionismo corporal del que hizo gala en Telecinco. El señor Izaguirre es homosexual y ha hecho de su condición sexual un espectáculo permanente. Cómo cabría esperar Boris es profundamente antichavista, llegando a insultar en directo al legítimo presidente de Venezuela, mientras colaboraba en Crónicas, y ahora, en Channel nº 4. Además, es amigo del peruano Jaime Bayly, autor de best-sellers y propagandista del terrorismo antichavista en Miami.
Sólo Andreu Buenafuente, también catalán y también enemigo de Cuba y de Venezuela, pudo destronar al emperador Sardá. En estos días, el barcelonés vuelve a la palestra con un nuevo programa de viajes, por lo que esta nueva andanada contra Cuba no parece nada casual. El señor Sardá promociona su nuevo programa utilizando la libertad de expresión cómo coartada. El señor Sardá, miembro de la detestable progresía, es ducho en las artes del izquierdismo de salón, cómo todos aquellos que fueron, son o serán asalariados de Prisa. La gauche divine ya no tiene ni el glamour ni el estilo de antaño, pero sigue siendo igual de dañina para la causa revolucionaria.
Las últimas noticias, provenientes de la delegación cubana en nuestro país, niegan las calumnias de Javier Sardá y de la cadena Telecinco. No puedo adivinar cómo acabará todo este embrollo, pero lo que sí es seguro es que el avispado Sardá ha conseguido su objetivo: Insultar a Cuba y publicitar su nuevo empleo. Le recomiendo encarecidamente al señor Sardá (¿o era Casamajor?) que se dedique a viajar en su avioneta, a tomar el té con Boris y Matamoros, o a escribir un libro de memorias, tan en boga en esta época, donde nos cuente cómo acabó lo suyo con Sabina.
Mientras la izquierda impostora sigue su implacable cruzada contra el socialismo cubano (y venezolano), las autoridades usamericanas otorgan la libertad condicional al terrorista internacional Luis Posada Carriles, responsable confeso de multitud de crímenes. Ninguna de las chillonas figuras de esta izquierda exquisita levanta la voz y clama justicia para los 3000 cubanos asesinados por la contrarrevolución. Nuestra falsa izquierda dice no a la guerra de Irak y calla ante la de Afganistán. La verdadera izquierda, la única izquierda posible, la izquierda anticapitalista y antiimperialista, lucha para restaurar la democracia perdida, aquella que el fascismo nos arrebató y el reformismo enterró.
Gonzalo Suárez, director de cine y escritor. Revista Triunfo, 1972.
Ayer saltó la noticia, que se ha extendido cómo la pólvora por Internet. Javier Sardá, polémico periodista y presentador, reaparece en escena cómo mártir de la libertad de expresión. Según informan diversas webs, la Embajada de Cuba en España ha denegado el visado para la entrada en la isla al showman catalán, que había planeado viajar al país con el cantautor Joan Manuel Serrat para grabar un episodio de su nuevo programa.
Las razones alegadas por la embajada cubana para impedir la entrada de Javier Sardá en Cuba, siempre según la versión de Falsimedia, son las críticas lanzadas por Sardá y sus colaboradores contra Fidel Castro y contra la Revolución, en el magazine nocturno Crónicas Marcianas. Como en ocasiones pasadas, un progre adinerado ataca frontalmente al proyecto socialista cubano, amparado en la defensa de la libertad y la democracia. Pero, sin duda, este ataque es especial, por la personalidad y la trayectoria del interfecto.
Francisco Javier Sardá Tamaro nació en Barcelona hace 49 años. Es hermano de la popular actriz Rosa María Sardá. Desde 1992 hasta 1997 trabajó para el grupo Prisa, propiedad del magnate Jesús de Polanco, feroz enemigo de la Revolución Cubana. Desde que abandonó la cadena Ser hasta el verano de 2005 dirigió y presentó el late-nigth Crónicas Marcianas en Telecinco, propiedad del exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi. Es considerado por buena parte de la crítica televisiva cómo el introductor de la telebasura en España, opinión está que le molesta muchísimo.
A lo largo de los 8 años de Crónicas, la cuenta corriente de Sardá no dejó de ingresar dinero contante y sonante, a la vez que el espacio bajaba peldaños hacia la más infame degradación humana. Durante todo ese tiempo, la audiencia no dejó de acompañarle, elevando a la categoría de mitos a personajes cómo Boris Izaguirre, Coto Matamoros, la pitonisa Lola o Pocholo Martínez Bordiú. Sardá pobló la noche de frikis, encontrándose con la numantina resistencia de Joaquín Sabina, que fustigó al presentador en los últimos años de su reinado catódico.
El caso de Boris Izaguirre merece un tratamiento aparte. Este individuo, venezolano de nacimiento y recientemente nacionalizado español, se ha reciclado en la cadena Cuatro (propiedad también de Jesús de Polanco) abandonando gran parte de su histrionismo y renegando del exhibicionismo corporal del que hizo gala en Telecinco. El señor Izaguirre es homosexual y ha hecho de su condición sexual un espectáculo permanente. Cómo cabría esperar Boris es profundamente antichavista, llegando a insultar en directo al legítimo presidente de Venezuela, mientras colaboraba en Crónicas, y ahora, en Channel nº 4. Además, es amigo del peruano Jaime Bayly, autor de best-sellers y propagandista del terrorismo antichavista en Miami.
Sólo Andreu Buenafuente, también catalán y también enemigo de Cuba y de Venezuela, pudo destronar al emperador Sardá. En estos días, el barcelonés vuelve a la palestra con un nuevo programa de viajes, por lo que esta nueva andanada contra Cuba no parece nada casual. El señor Sardá promociona su nuevo programa utilizando la libertad de expresión cómo coartada. El señor Sardá, miembro de la detestable progresía, es ducho en las artes del izquierdismo de salón, cómo todos aquellos que fueron, son o serán asalariados de Prisa. La gauche divine ya no tiene ni el glamour ni el estilo de antaño, pero sigue siendo igual de dañina para la causa revolucionaria.
Las últimas noticias, provenientes de la delegación cubana en nuestro país, niegan las calumnias de Javier Sardá y de la cadena Telecinco. No puedo adivinar cómo acabará todo este embrollo, pero lo que sí es seguro es que el avispado Sardá ha conseguido su objetivo: Insultar a Cuba y publicitar su nuevo empleo. Le recomiendo encarecidamente al señor Sardá (¿o era Casamajor?) que se dedique a viajar en su avioneta, a tomar el té con Boris y Matamoros, o a escribir un libro de memorias, tan en boga en esta época, donde nos cuente cómo acabó lo suyo con Sabina.
Mientras la izquierda impostora sigue su implacable cruzada contra el socialismo cubano (y venezolano), las autoridades usamericanas otorgan la libertad condicional al terrorista internacional Luis Posada Carriles, responsable confeso de multitud de crímenes. Ninguna de las chillonas figuras de esta izquierda exquisita levanta la voz y clama justicia para los 3000 cubanos asesinados por la contrarrevolución. Nuestra falsa izquierda dice no a la guerra de Irak y calla ante la de Afganistán. La verdadera izquierda, la única izquierda posible, la izquierda anticapitalista y antiimperialista, lucha para restaurar la democracia perdida, aquella que el fascismo nos arrebató y el reformismo enterró.
3 comentarios:
Necesaria reflexión...y muy pertinente, en estos tiempos de falsedades y tergiversaciones. No olvidemos también a otros asalariados del grupo Prisa, como la inefable Eva H., Pablo Motos y demás personajillos que aprovechan la tendencia del la progresía light, aprovechan cualquier oportunidad para reírse y denigrar desde su supuesta "imparcialidad" y "sentido del humor" los heroicos esfuerzos del pueblo venezolano, cubano y boliviano en su digna lucha. Un saludo, D-trisse
3000 muertos de la contrarrevolución???? donde, cuando, como?????
donde estan esas cifras?????
Javier (ex Xavier, no sea que suene demasiado catalán) es un ejemplo más del pseudoprogre que tanto abunda en este país tan cobarde, que no ha sido capaz de juzgar a gente como Martín Villa o Fraga. En lugar de buscar a un tipo con las manos manchadas de sangre que está a tan sólo 500 km. de la metrópoli, en España se persigue a un dictador imitador de Franco que está a miles de km, y en un país del "tercer mundo"...
La misma cobardía de Sabina, és otro gran impostor, que dijo que "a los grupos españoles que canten en inglés se les debería pegar un tiro" y que yo sepa nadie le ha aplicado la ley antiterrorista ni lo ha tratado de ultranacionalista españolito... Y lo mismo sirve para el "cabreta" (Serrat, otro "artista" y "poeta" institucional, conceptos, por cierto incompatibles),o diarios como "El País", que aparenta ser progre y es más ultranacionalista español que el difunto "El Alcázar", o la menos ,para no exagera, lo es de una manera más sibilina. En España, abunda el nacionlismo invisible (español) y el izquierdismo de maquillage. A alguien de izquierdad de verad, se le pondrian los pelos de punta con el caso "Egunkaria" o con la ley de partidos...
Siempre es mejor el facha que no disimula que el que en apariencia no lo es y pasa por progre.
País de cobardes.
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